Un experto apunta el cultivo de las trufas de desierto como alternativa agrícola para el desarrollo rural en España
Vanessa Domínguez/DICYT El catedrático de la Universidad de Murcia y micólogo especialista en micorrizas y selvicultura micológica, Mario Honrubia, ha señalado en el transcurso de las XVIII Jornadas Micológicas celebradas en la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia, que el cultivo de trufas del desierto puede ser una alternativa agrícola para el desarrollo rural en España.
Honrubia, cuya trayectoria está avalada por 15 años de investigación, ha comenzado ahora a trabajar en proyectos vinculados a la micorrización de jaras o jarillas. Se trata de conocer un tipo de hongos que crecen asociados a otras plantas, como parásitos, en este caso de las jaras. Así, estudia varios tipos de hongos, entre ellos la trufa del desierto, Terfezia claveryi, que se desarrolla bajo el suelo.
El experto ha impartido una conferencia en la que ha explicado que las llamadas trufas de desierto son especies que predominan en la región de Murcia, Albacete, Almería, Noreste de Granada, Sur de Alicante y Jaén, lo que implica que su distribución es mediterránea aunque también se pueden encontrar en otras zonas de la Península y las islas.
En estos territorios mencionados están censadas un total de 49 especies de las llamadas trufas del desierto. De ellas, 32 son ascomicetos y 17 basidiomicetos, entre ellos ha destacado una especie que crece asociada a las jarillas, la Picoa lefebvrel, y otra asociada al eucalipto, la Labyrinthomyces donkil asociado a eucalipto, así como otros hongos comestibles como la Tuber borchii, que crece asociado o en simbiosis con pinos, encinas y jaras; o la llamada patata de tierra, de la especie Rhizopogon; Melanogaster y Hyterangium.
“Este tipo de hongos al ser subterráneos son difíciles de encontrar, por ello, hay que adecuar el ojo y observar bien si existen grietas en el suelo que delaten su presencia. Se encuentran en suelos básicos con pH entre 8’5 y 8’7”, comenta Mario Honrubia. Las terfezias son más apreciadas en la península arábiga con una mayor tradición, aquí, están ensombrecidas por otras especies de mayor interés culinario pero sobre todo económico, como es el caso de la Tuber melanosporum (trufa negra) y la Tuber aestivum (trufa de verano).
El experto ha señalado también en su charla algunos aspectos relacionados con la Biotecnología, como el origen de las plantas hospedantes y los protocolos de cultivo in vitro, para terminar abordando su cultivo, cómo se produce este hongo y sus lugares de plantación.
Cultivo de la terfezias
En este sentido, señaló que el proceso comienza en los laboratorios, con el manejo de la planta y del hongo. El inoculo de hongo (ya sea por esporas o a partir de micelio), es lo que va a dar el tejido de las terfezias, para ello, se necesita setas muy maduras (en pigmentación y formación) para que las esporas germinen.
La planta se obtiene en viveros con semillas provenientes de las jaras del campo, ya que son ecosistemas que sufren bastante stress con la necesidad de un pretratamiento para que germinen. Así, mediante calor, o simplemente con raspar la testa (la cubierta piel de la semilla), se obtiene entre un 60 y un 70% de germinación. De esta manera, en aproximadamente seis meses se consigue un plantón micorrizado con el hongo y dispuesto para ser plantado en campo.
Actualmente se sigue investigando en estas líneas e incluso con especial hincapié en la tan apreciada trufa negra, Tuber melanosporum, que puede alcanzar unos precios de entre 600 y 1000 euros por kilo.