Tsunamis, una realidad en las costas mexicanas
CICESE/DICYT El cine, con sus efectos especiales y fotomontajes, ha creado y masificado un concepto erróneo de lo que es un tsunami. La imagen de una ola gigante que rompe en contra de los edificios y las casas suelen ser imágenes manipuladas que, además de atemorizar a la población, dispersan un concepto incorrecto. Cuando el agua marina de las costas se retira una considerable extensión de kilómetros y se acumula mar adentro formando una especie de pared de agua que puede presentar mucha espuma y turbulencia, se habla de la presencia de un tsunami. No será una una ola gigante, más bien una enorme cantidad de agua que avanzará hacia la playa a velocidades de hasta 40 kilómetros por hora.
El agua entrará a la costa durante varios minutos, luego vendrá otra resaca y comenzará el segundo frente o entrada de agua. "El tsunami se asemeja más bien a una alberca muy grande que se desborda", detalló Salvador Farreras, investigador del CICESE y especialista en el estudio de tsunamis. A Ensenada frecuentemente llegan tsunamis lejanos -también conocidos como teletsunamis- que muchas de las veces sólo alcanzan a elevar el nivel del mar unos cuantos centímetros. De los últimos tsunamis registrados en esta ciudad se puede mencionar el de Sumatra, ocurrido el 30 de septiembre de 2009.
México, al igual que Indonesia, Estados Unidos, Canadá, las costas de Chile, Perú, Ecuador, Colombia, las islas Aleutianas, las costas e islas de Rusia, China, Japón, Taiwán, Filipinas, Indonesia y Nueva Zelanda, y todos los países centroamericanos, forma parte del Cinturón de Fuego, ubicado en el océano Pacífico, una de las zonas de más alta ocurrencia sísmica del planeta. Y aunque no hay conocimiento de que en México se hayan generado tsunamis similares al ocurrido en Sumatra, el 26 de diciembre de 2004, los investigadores Modesto Ortiz y Salvador Farreras, expertos en el estudio de este fenómeno oceanográfico, señalan que no se puede descartar la posibilidad de que éstos ocurran.
La primera medida de prevención que deben acatar los mexicanos es admitir que los tsunamis locales, regionales y lejanos son una realidad en las costas del país, y entender que su potencial destructivo no debe priorizarse por su frecuencia de ocurrencia.
A través de observaciones científicas que han realizado investigadores del CICESE durante más de 20 años, se estima que en México los tsunamis de origen lejano han provocado olas de hasta 2.5 metros de altura y los de origen local olas de 5 metros en promedio, y excepcionalmente hasta de 10 metros de altura, causando pérdidas de vidas y destrucción. Ensenada, en particular, está expuesta a la llegada de tsunamis lejanos que pueden tener altura de uno a tres metros, rango que se calculó al tomar todos los datos de los tsunamis registrados en México.
Prevenir tsunamis B y C
Para los investigadores el interés más grande respecto a lo que deben prevenir las autoridades se refieren a los casos B y C, por ser los tsunamis que con mayor frecuencia ocurren en México. "El país requiere de soluciones reales porque la vida de muchas personas puede estar en peligro. Pero además de observaciones de tsunamis confiables y en tiempo real se requiere de experiencia en la interpretación de la información. No por el hecho de observar un tsunami se debe ordenar una evacuación. No todos los tsunamis son destructivos.", puntualizó Modesto Ortiz.
Salvador Farreras señaló que el papel y la obligación moral del CICESE, centro que cuenta con el conocimiento científico y tecnológico en lo referente a la observación de tsunamis en tiempo real y a la evaluación temprana de su potencial destructivo, es contribuir con su experiencia a la creación y operación del Sistema de Alerta de Tsunamis en México, propuesta que vienen presentado desde hace más de una década.
Cabe aclarar que "el CICESE no pretende operar un Sistema Nacional de Alerta de Tsunamis; su creación y operación es competencia de las autoridades gubernamentales, a quienes corresponderá la toma de decisiones y la emisión de mensajes de observación, de alerta o de cancelación del riesgo por tsunamis en México", aclaró Modesto Ortíz.
La importancia de la divulgación
El objetivo primordial del establecimiento y operación del sistema es y deberá ser minimizar la pérdida de vidas y de bienes, detallaron. Para lograr esos objetivos deberán proporcionar a la población educación e información en materia de prevención y operación de un Sistema de Nacional de Alerta de Tsunamis. Será necesario educar a la población mediante simulacros de evacuación estableciendo previamente rutas de evacuación que los alejen de la costa o rutas seguras de evacuación vertical cuando el caso lo amerite, por ejemplo, cuando la población se encuentre ubicada sobre barras de arena.
"La eficacia del sistema de alerta dependerá de la rapidez con la que se estime la magnitud y localización del sismo, y también de la rapidez con la que los datos de nivel del mar de alta frecuencia puedan ser transmitidos y analizados. Los minutos y segundos son significativos en todo sistema de alerta.
"Hemos trabajado en muchas recomendaciones sobre lo que se debe hacer en México. Una de ellas es la parte operativa: crear un Sistema de Alertas de Tsunamis. La otra se refiere a la educación, a la investigación, a la regulación, a mapas de inundación.
"Pero se ha avanzado poco. México desafortunadamente es de los países que no tiene alerta de tsunamis. Hemos avanzado no todo lo que se quisiera. En el papel vamos bien, en la acción todavía no estamos. Esto es un trabajo de equipo. Hemos abarcado muchos aspectos del fenómeno, desde la parte científica hasta la educación y el impacto social", detalló Salvador Farreras.