Tecnología México , México, Viernes, 23 de octubre de 2009 a las 14:17

México con potencial en el área de energías alternas

Los Centros Públicos de Investigación del Conacyt coinciden en que es urgente impulsar el desarrollo de proyectos de ciencia y tecnología para buscar fuentes alternativas de energía en el país

Agencia ID/DICYT La historia reciente ubica a México como un país netamente petrolero, cuya economía está basada en la venta del producto y, en consecuencia, carece de un programa oficial serio que promueva la investigación sobre el uso de energía alterna. A pesar de esa situación, diversas instancias educativas y de investigación cuentan con proyectos enfocados a producir energía alternativa y renovable, con uso solar, marítimo, eólico o desechos orgánicos; pero en su gran mayoría se tratan de esfuerzos aislados o poco vinculados.

 

De acuerdo con el doctor Ignacio Martin Domínguez, responsable del Programa Institucional de Energías Alternativas del Centro de Investigación en Materiales Avanzados (Cimav), los países ricos usan energía para producir bienes y servicios, por lo que en México ante el decrecimiento de los recursos fósiles, es necesario empezar a investigar y emplear energía solar en forma directa.

 

En ese sentido, expuso que en el norte del país (la tercera parte del territorio) las condiciones climáticas son muy favorables para generar energía solar. “Contamos con una gran extensión de zonas que pueden proveer una fuente de energía que estamos obligados a utilizar. Entre las formas de aprovechamiento de rayos solares para procesos industriales figuran aquellas disponibles por efectos fotoquímicos (como el que utilizan las plantas en su proceso de fotosíntesis), fotoeléctrico (foto celdas) o fototérmico (calentamiento por fuente solar)”.

 

Además del ejemplo mostrado por el Cimav, en el país existe un gran potencial para el desarrollo de energías alternativas, como la producción de biodiesel, etanol e hidrógeno en los que se emplean residuos agrícolas, acuícolas, industriales y urbanos, disponibles en cada región nacional y en armonía con el ambiente.

 

Una opción más para el uso de energías alternas es la propuesta del Centro de Innovación Aplicada en Tecnologías Competitivas (Ciatec), donde se desarrolla combustible a partir de aceite de piñón.

 

El titular de la investigación, doctor José Hernández Barajas, explicó que 70 por ciento del aceite que consumimos en México se importa, y éste ha sido uno de los principales obstáculos para el desarrollo de los biocombustibles. “Las fuentes de combustibles que se están desarrollando, como el caso del aceite de piñón, son una opción para la producción de biodiesel”, comentó.

 

Otra parte de la investigación del Ciatec se enfoca a la producción de biodiesel a partir del cebo de desecho de la industria de la curtiduría (proceso por el que se convierte la piel de origen animal en cuero).

 

Por su parte, la propuesta energética del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE) se enfoca al uso de materia prima de desecho para producir etanol, y el uso de hongos, bacterias y levaduras en la generación de biodiesel.

 

En este sentido, la doctora Idania Valdez, titular de la investigación, dijo que las propuestas alternas para producir energía deben irse integrando de forma gradual en los esquemas nacionales de producción y reducir la dependencia de fuentes fósiles.

 

“Dada la anunciada escasez de estos combustibles fósiles se busca sustituirlos por mezclas de gasolina/etanol y diesel/biodiesel. El empleo de estas nuevas mezclas no requiere grandes modificaciones a los actuales vehículos a combustión”, dijo.

 

Además, el CICESE desarrolla un proceso de producción de biocombustibles con el empleo de residuos agrícolas, desechos orgánicos de la industria acuícola local y aguas residuales municipales. Los resultados hasta el momento son prometedores e indican que en el mediano plazo pudieran aplicarse éstos a escala comercial.

 

Por otra parte, en el departamento de acuicultura del CICESE, una investigación se enfoca al estudio de las algas como material para producir energía, pues hasta el momento se ha mostrado que éstas son capaces de convertir luz solar en biomasa con eficiencia energética. Otra ventaja de este material es que las algas no son materia prima alimenticia, como sí ocurre con el maíz o caña.

 

De acuerdo con la titular de la investigación, la doctora Pilar Sánchez Saavedra, el uso de microalgas como fuente de combustible no es nuevo, pues se usa en Estados Unidos, Israel, Nueva Zelanda y España.

 

Los investigadores, miembros del Sistema de Centros Públicos de Investigación del Conacyt, coincidieron en que es urgente impulsar el desarrollo de proyectos de ciencia y tecnología para buscar fuentes alternativas de energía debido al riesgo que podría correr el país al reducirse la disponibilidad de energéticos de origen fósil.