Restituyen órganos urogenitales mediante ingeniería de tejidos
AGENCIA ID/DICYT Dos científicas mexicanas desarrollaron un revolucionario método que corrige la ausencia de vagina o uretra en el caso de niños y adolescentes. Mediante un cultivo de células del paciente forman el órgano y después lo implantan; el procedimiento se ha practicado con éxito en el Hospital Infantil de México (HIM) “Federico Gómez” de la Secretaría de Salud (Ssa).
“Se estima que uno de cada 10 mil infantes presentan el problema en su forma congénita, es decir, a causa de diferentes síndromes que desarrollan durante la gestación, y se manifiesta en la ausencia o deficiente desarrollo de las estructuras urogenitales”, refiere la doctora Esther López-Bayghen, investigadora del Departamento de Genética y Biología Molecular del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav).
Ante esta situación, las investigadoras López-Bayghen y Atlántida Raya Rivera —adscrita al HIM “Federico Gómez”— unieron sus conocimientos y esfuerzos para desarrollar una técnica capaz de reponer uretra y vagina, la cual tiene su base en la ingeniería de tejidos, especialidad que permite manipular células en el laboratorio a fin de utilizarlas para corregir estructuras dañadas que el organismo no pudo reparar.
Para crear los órganos urogenitales, las investigadoras toman una muestra de tejido de dicha área (vulva o vejiga); de ahí obtienen células de piel y músculo que colocan en un soporte especial, en donde se reproducen a temperatura de 37 grados centígrados con ayuda de incubadora. Una vez desarrolladas, forman una fina capa de tejido, al que se le da forma tubular para ser implantado al paciente.
Este proyecto está registrado en el HIM, institución que cuenta con un laboratorio de alta tecnología y equipo multidisciplinario para efectuar dicho procedimiento, el cual cuenta con todos permisos de los comités de ética.
Cuando no hay vagina
“Una persona cuando nace parece que es normal, pero su interior está desprovisto de conducto vaginal y, en ocasiones, también de cuello uterino, y pude identificarse la alteración cuando las jóvenes llegan a la adolescencia y se presenta la primera menstruación, ya que sufren fuertes dolores debido a que la matriz genera el flujo sanguíneo y éste no puede salir al exterior”, advierte la doctora López-Bayghen.
Anteriormente se solía extirpar la matriz a las pacientes y reconstruirles una vagina de intestino, la cual en la mayoría de los casos no funcionaba. “En cambio, con la ingeniería de tejidos hacemos funcionar la matriz, para lo cual ‘fabricamos’ una vagina —y si también se requiere— cuello uterino. Así, se logra una vascularización y emisión nerviosa para un mejor funcionamiento”.
El órgano, ya desarrollado, permite conectar la matriz hacia el exterior, “pero es necesario colocar en la nueva vagina una especie de moldes llamados conformadores, lo cual evita que se cierre. Es necesario cambiarlos de tamaño (más gruesos) de manera gradual y mantenerlos de tres a cuatro meses”.
La especialista explica que a las pacientes se les ha dado seguimiento y todo funciona de manera normal, es decir, la vagina ha mantenido su forma, constitución, textura, humedad y mucosidad, y permite la salida del fluido menstrual. “Lo que ignoramos es el comportamiento del órgano cuando las jóvenes inicien su vida sexual”.
En vías urinarias
La restitución de la uretra sigue exactamente el mismo procedimiento de la vagina: extracción de células del propio paciente, cultivo de las mismas e implantación del órgano. “La única diferencia es que el procedimiento se inicia entre los dos y tres años, edad en la que soportan mejor una cirugía y toman conciencia de que no orinan igual que los demás niños”, señala la doctora López-Bayghen.
Tras la intervención quirúrgica, se coloca una sonda en la uretra durante los primeros tres meses para evitar que se cierre el conducto. Cabe destacar que este procedimiento es el que se ha aplicado en mayor número de pacientes con buenos resultados.
Las perspectivas son alentadoras, pues gracias a los conocimientos de la genética y nuevas técnicas en un futuro quizá sea posible “construir” órganos completos. Llegado ese momento nos encontraremos en la era de la medicina regenerativa.