Salud España , Salamanca, Viernes, 05 de septiembre de 2008 a las 17:00

Neurociencias inicia una colaboración con científicos mexicanos para investigar el desarrollo cerebral

El científico Jorge Hernández, experto en el papel de la serotonina en la formación del cerebro del feto, ha visitado hoy Salamanca

JPA/DICYT El Instituto de Neurociencias de Castilla y León (Incyl), con sede en Salamanca, tiene previsto iniciar una colaboración con científicos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), ubicado en la capital del México. En concreto, el propósito de esta alianza es investigar el desarrollo cerebral, un aspecto del que se ocupa el científico del Incyl José María Medina. A partir de ahora, estará en contacto con el equipo del mexicano Jorge Hernández Rodríguez, titular del Laboratorio de Neurontogenia del Departamento de Fisiología, Biofísica y Neurociencias del Cinvestav, que ha visitado hoy la capital salmantina para iniciar la colaboración y mostrar a sus colegas españoles sus investigaciones sobre el papel de la serotonina en la formación del cerebro del feto.

 

La serotonina es una sustancia neurotransmisora que se relaciona con numerosas funciones del sistema nervioso central en adultos, en especial las relativas a las emociones. Sin embargo, "nosotros hemos encontrado aspectos novedosos del papel de la serotonina en el cerebro fetal", ha asegurado a DiCYT Jorge Hernández. "Su función en el feto tiene que ver con la regulación de la estructuración del cerebro durante el desarrollo prenatal", aclara.

 

La investigación les ha permitido conocer a los científicos mexicanos muchos aspectos de cómo se sintetiza esta sustancia en el cerebro fetal. "Hemos realizado experimentos modificando el estado nutricional del feto descubriendo que los que tienen un estrés nutricional o desnutrición alteran mucho el metabolismo de la serotonina misma", comenta el especialista. "Hemos comprobado que también en el feto la serotonina depende de un aminoácido precursor que le pasa la madre al feto y que, si se altera la disponibilidad de este aminoácido por desnutrición o por otras circunstancias, cambia la síntesis de la serotonina", explica.

 

Estos cambios son especialmente significativos en una parte del cerebro esencial, la corteza sensorial. Para probar esto, los investigadores se apoyaron en técnicas electrofisiológicas, pero ya no en fetos, sino en animales recién nacidos. Así, "hemos comprobado que efectivamente la corteza está trabajando diferente y de forma deficiente en una rata que sufre estrés nutricional que una rata control normal", añade Jorge Hernández.

 

Pruebas clínicas

 

Finalmente, los científicos mexicanos han realizado algunas pruebas clínicas con bebés humanos en colaboración con pediatras del Centro Médico Nacional del país. "Hemos visto que los niños que han sufrido condiciones similares a las de los animales de experimentación, una situación que se llama insuficiencia fetoplacentaria en la madre, padecen también desnutrición y, curiosamente, manifiestan las alteraciones bioquímicas en su sangre, así como alteraciones en las pruebas electrofisiológicas, algo que se mantiene hasta los tres meses de edad. Estas alteraciones consisten en que la corteza sensorial, que regula las respuestas a estímulos sonoros ambientales, ofrece una respuesta menos intensa en los bebés que tienen este problema metabólico", afirma.


"Esto nos sugiere que van a tener una relación diferente con su medio ambiente, ya que no responden a los estímulos de forma normal y esto puede tener consecuencias en el desarrollo cognoscitivo y, posteriormente, en el adulto este hecho podría relacionarse con los problemas que dependen de la serotonina cerebral, como la depresión, el síndrome de ansiedad, autismo y otros", aunque esta última parte es sólo una hipótesis, según el neurólogo, hipótesis basada en que el problema inicial, que se manifiesta en el útero, se prolonga a lo largo del tiempo. En resumen, "la síntesis de la serotonina está alterada y se mantiene así por mucho tiempo, de manera que la función de la corteza cerebral también lo está, y pensamos que sigue durante toda la vida". De hecho, los científicos mexicanos han seguido este proceso en ratas hasta 120 días, una edad muy adulta para estos animales.