Los residuos apícolas se pueden convertir en fertilizantes
JPA/DICYT Un equipo del Departamento de Construcción y Agronomía de la Universidad de Salamanca desarrolla un proyecto de compostaje que pretende convertir los residuos apícolas procedentes de paneles de abejas en un fertilizante útil para diversos cultivos. Estos desechos están formados por sustancias muy orgánicas que, tras un proceso de compostaje, se convierten en un valioso abono, según han comprobado los científicos tras estudiar las propiedades físico-químicas y los resultados obtenidos en las plantas.
"Cuando se retiran los panales de las colmenas se extrae la cera para usos industriales, pero el residuo que queda se denomina carozo y es muy orgánico, ya que contiene larvas, plagas de la colmena, polen, cera, miel y otras sustancias", explica a DiCYT María Ángeles Gómez Sánchez, una de las investigadoras que participa en el proyecto. El carozo tiene interés, precisamente, como fertilizante orgánico, aunque "hay que tener cuidado con las dosis", que tienen que ser muy pequeñas debido a la gran riqueza de este compuesto que, en el caso concreto de este proyecto, está suministrado por la empresa Apícola Fernández, que colabora así en la investigación.
Los expertos de la Universidad de Salamanca lo han probado ya en cultivos como el tomate, el pimiento, la lechuga y en plantas ornamentales como la petunia y sus primeras pruebas indican que "ajustando bien las dosis da buenos resultados". El secreto está en la riqueza de nitrógeno que contiene el compuesto final, ya que es un nutriente esencial para las especies vegetales.
Las mezclas más convenientes
"Hemos hecho compostaje único y también en mezclas con pajas, residuos de champiñón y hemos preparado unos granulados a través de la mezcla con otras sustancias, como el yeso, permitido en agricultura ecológica", comenta Remedios Morales Corts, que completa el equipo de investigación junto a Rodrigo Pérez Sánchez. En realidad, convertir este compuesto en un granulado evita un problema, ya que la cera compacta en exceso el sustrato.
Además, "las dosis tienen que estar ajustadas al cultivo al que se dirijan en función de las necesidades de nitrógeno que tenga cada planta", señala Remedios Morales. Así, el equipo realiza pruebas con distintas cantidades y también con distintos sustratos, no sólo en suelo natural. De hecho, realizan pruebas en semilleros, donde el proceso "es más delicado, ya que se cultiva en pequeñas macetas y todo lo que se echa va directamente a la planta", que además está en un momento muy determinante al ser pequeña. En el caso del campo, el problema de las dosis es menor, porque el suelo es un regulador natural.