Alimentación España , Salamanca, Jueves, 03 de junio de 2010 a las 16:28

La Universidad de Salamanca analiza componentes de la leche de los rumiantes que podrían reforzar el sistema inmune de los bebés

Las sustancias podrían extraerse del suero lácteo, lo que facilitaría el aprovechamiento de este desecho

José Pichel Andrés/DICYT Científicos del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Salamanca han iniciado un proyecto de investigación para determinar si ciertos componentes presentes en la leche de oveja y en la de cabra pueden resultar protectores frente a patógenos en los recién nacidos, tanto en animales como en humanos. En concreto, hay algunos elementos de la leche de vaca que ya han demostrado propiedades que refuerzan el sistema inmune, pero en el caso de las ovejas y cabras, cuya cabaña ganadera tiene un gran peso en Castilla y León, aún no está bien estudiado. Además, la leche de estos animales se usa principalmente para producir queso y estos componentes podrían extraerse del lactosuero sobrante para fabricarlos, de manera que, además de hallar nuevas componentes beneficiosos para la salud, que podrían utilizarse en alimentos funcionales, se aprovecharía este desecho.

 

El científico Pablo Hueso, que lidera la investigación, tiene una amplia experiencia en este campo, puesto que siempre se ha interesado por la leche, tanto humana como de rumiantes: vacas, cabras y ovejas. "La leche tiene macronutrientes como la grasa, las proteínas o los carbohidratos, que son importantes para que los recién nacidos crezcan y se desarrollen, pero también hay micronutrientes, componentes minoritarios que, según se ha comprobado en los últimos 25 años, son relevantes para algunos procesos", afirma el investigador en declaraciones a DiCYT. Se trata de elementos como anticuerpos, enzimas, vitaminas, hormonas y el objeto de estudio de este científico: los glicoconjugados, un tipo de carbohidratos.

 

Hasta el momento, no se conocen muy bien las funciones de los glicoconjugados de la leche, aunque hay dos identificadas. Una es ayudar a madurar el tubo digestivo del recién nacido. En contacto con las células de la mucosa intestinal, facilitarían que el tubo digestivo comience a desarrollar sus funciones: degradar, absorber y metabolizar lo que se ingiere.

 

Otra función es la defensa del recién nacido frente a infecciones producidas por patógenos y es la parte en la que se centrará esta investigación. El microorganismo dañino se une a las células de la superficie de la mucosa intestinal y lleva a cabo la colonización. En este caso, "lo que los glicoconjugados podrían hacer es engañar a los patógenos", señala Pablo Hueso, de manera que "los microorganismos se unen a ellos, como si fueran un señuelo, y no se unen a las células hasta que el tubo digestivo los elimina sin que haya infección".

 

Prueba con bacterias

 

Como los glicoconjugados son muy variados en cuanto a sus características y estructuras, "tenemos la posibilidad de bloquear a múltiples patógenos diferentes", asegura. Por el momento, la idea es estudiar cómo interactuarían con algunas cepas de las bacterias Escherichia coli, que son microorganismos humanos y bovinos habituales en el tubo digestivo, pero "hay algunas estirpes patógenas que provocan daños" que se traducen en vómitos, náuseas y diarreas, explica el experto. Como es lógico, estos problemas "son más peligrosos en recién nacidos, que no tiene el sistema inmune desarrollado, así que la leche le puede ayudar". Por eso, la investigación consistirá en aislar los componentes de la leche y ponerlos en contacto con las bacterias, "a ver si conseguimos que se unan a ellas".

 

El objetivo es aplicar estos componentes de la leche de cabra y oveja en la nutrición de los recién nacidos. "Las leches de rumiantes son diferentes en cuanto a su composición y no se pueden usar directamente, pero quizá sí alguna de sus partes", indica el investigador.

 

Para llevar a cabo el proyecto se utilizarán subproductos de las queserías. Una cooperativa de Vitigudino (Salamanca) y otra de Zamora proporcionarán las muestras. Castilla y León es la mayor productora de leche de cabra y oveja y en las industrias que hacen queso uno de los productos de desecho es el lactosuero, lo que queda después de llevar a cabo la coagulación de las proteínas de las leche. "Son miles de litros que se tiran, así que se trata también de aprovechar el lactosuero, porque contiene lactosa, carbohidratos, proteínas y fosfolípidos", apunta Pablo Hueso. Además, podría llegar a usarse en terneros o corderos.

 

Prevenir infecciones

 

Dentro de estos componentes de los lactosueros está el glicomacropéptido, que es una parte de la molécula de la caseína, una proteína de la leche, y que "cuando es de procedencia bovina se ha utilizado para prevenir infecciones, así que se trata de ver si ocurre lo mismo en el caso de las ovejas y las cabras, cuya leche es diferente, pero de la que se desconocen sus propiedades concretas".

 

En anteriores proyectos, "hemos trabajado con casas comerciales interesadas en sacar al mercado leche suplementada con estos compuestos que pueda facilitar el desarrollo de los recién nacidos", agrega el científico. De hecho, se trata de compuestos abundantes en la leche en los primeros días después del parto, pero van disminuyendo con el paso de las semanas.

 

Sin embargo, aparte de las posibles aplicaciones comerciales, el investigador destaca la importancia de ampliar el conocimiento en esta materia. "La leche de cabra y oveja se conoce menos que la de vaca, no son iguales en cuanto a la composición. Pueden ser productos secundarios del metabolismo, pero a lo mejor tienen una función que cumplir y conocer las variables nos puede llevar a realizar conclusiones", resume.

 

Apenas existen grupos de investigación que se centren en esta línea de estudio y en el caso de Castilla y León podría tener relevancia económica, así que la Consejería de Educación de la Junta ha financiado este proyecto hasta 2012 con más de 36.000 euros.