Alimentación España León, León, Martes, 22 de enero de 2008 a las 16:52

Una asociación de ganaderos leonesa promueve un programa de certificación de calidad de la leche de cabra

Expertos de la Asociación Leonesa de Ganaderos de Caprino han elaborado un manual que relaciona las prácticas en las explotaciones con la calidad del producto

IGC/DICYT Veterinarios de la Asociación Leonesa de Ganaderos de Caprino (Asleca) realizan un programa de auditorías en las explotaciones leonesas destinadas a la producción de leche con objeto de evaluar prácticas ganaderas e instalaciones. Los expertos puntúan las granjas en función de un código de buenas prácticas que relaciona el manejo con la calidad final del producto y aconsejan a los ganaderos los aspectos a mejorar. En 2008 comenzarán las auditorías de explotaciones cuya leche se destina a la elaboración de quesos.

 

Estas auditorías se realizan gracias a una subvención de la Diputación provincial de León a ganaderos que venden su producto a Lactalis (empresa que comercializa la marca President). Comenzó en 2006, pero hasta ahora se había centrado en productores de leche bebible. En este año de 2008 “se abarcarán también las explotaciones lácteas para quesos”, comenta a DICYT María Giovanna González López, veterinaria de Asleca.

 

Este programa consiste en “poner en marcha buenas prácticas que fomenten entre los ganaderos el cuidado por el producto final, para que sea de mejor calidad. Se trata de minimizar los riesgos mediante el control de los puntos críticos en las explotaciones”. Para ello “hemos elaborado un manual de buenas prácticas ganaderas en las granjas de producción de leche de cabra”, manifiesta Giovanna González. “Cada año se realizan entre una y dos auditorías por granja. En la visita inicial se puntúa, en función de los criterios establecidos en el manual, la situación de la granja. En la siguiente se ponen normas correctoras”, explica.

 

Profesionalidad del sector

 

Los criterios de evaluación se centran en tres bloques: bienestar animal (ventilación, iluminación, densidad de animales, nivel de abono, desinfección, estado de comederos y bebederos, establecimiento de salas de parto, etc.); ordeño (separación de las salas de ordeño de las estancias de los animales, higiene de la misma, ventilación, iluminación, nivel de estrés de los animales durante el ordeño, estado de la máquina de ordeño, condiciones de limpieza de la misma, utilización de tanques de frío, control de los animales cuya leche no puede destinarse a consumo humano por estar siendo tratados, etc.); y administración de la explotación.

 

Según la experiencia de González, “nos encontramos con ganaderos muy profesionales, cuyas instalaciones quizá no son las más adecuadas, pero que están tomando medidas para mejorarlas”. “La mayoría están realizando un cambio a instalaciones nuevas en 2008”, asegura. Las recomendaciones que realizan los expertos se dirigen a mejorar las instalaciones o, a nivel más específico, a promover la utilización de guantes para ordeñar o la obtención del carné de manipulador (“no es obligatorio pero sí aconsejable”).

 

Las auditorías “no son vinculantes para vender la leche”, contesta la veterinaria de la Asociación, “son una medida para que el ganadero no baje la guardia”. Además, los criterios recomendados redundan en la calidad de la leche: un mal ordeño favorece la aparición de células somáticas que “pueden reducir el rendimiento de la leche para hacer quesos”; un tanque de frío que no conserve la leche a temperaturas inferiores a 4º C permite el crecimiento de bacterias que la degradan; etcétera.