La mujer en la Ciencia iberoamericana: grandes avances y mucho camino por recorrer
BAC/JPA/DICYT Durante siglos, las mujeres han sido invisibles en la historia de la Ciencia, víctimas de limitaciones socioculturales para poder realizar sus aportaciones o de falta de reconocimiento cuando realmente las hacían. En el caso de Iberoamérica, las contribuciones de la mayoría de los países a la Ciencia mundial han sido escasas y, dentro de ellas, el papel de la mujer parece casi irrelevante. Sin embargo, su presencia en las carreras científicas y tecnológicas está creciendo de forma muy significativa en los últimos años y, con ella, la contribución de las mujeres al bienestar a través del conocimiento científico, aunque aún queda mucho camino por recorrer para llegar a una situación de igualdad.
Especialistas de México elaboraron hace tres años una lista con los 10 científicos más importantes del país en la actualidad y en ella se incluyeron a dos mujeres: Valeria Souza, doctora en Ecología Microbiana de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); y Alicia Castillo Álvarez, responsable del Centro de Investigaciones en Ecosistemas de esta misma institución académica.
La UNAM es la universidad más grande de México y de toda Latinoamérica y se encuentra entre las 10 más conocidas del planeta, así que sus datos son una interesante referencia. Hoy por hoy, las mujeres matriculadas en licenciaturas de carácter científico en esta institución suponen el 52% del total. Sin embargo, la incorporación de las mexicanas a las enseñanzas superiores de carácter técnico o científico ha sido muy reciente, como demuestran los datos de la Universidad Veracruzana: en el curso 2003-2004 sólo un 29% de los estudiantes en carreras científicas era mujer, mientras que en el curso 2012-2013 se ha llegado al 48%.
Por lo tanto, entre los alumnos, parece que se está logrando la igualdad. Sin embargo, los datos de la UNAM indican que en otros niveles la situación está muy lejos de esa paridad, puesto que en la función del profesor el género femenino ocupa el 42% de los puestos y las cifras bajan hasta el 35% entre el personal investigador.
Estos datos parecen avalar la existencia de lo que se conoce como `techo de cristal`, que viene a indicar que, aunque formalmente no existe ninguna limitación para que las mujeres ocupen puestos altos de responsabilidad en la sociedad, la realidad es que no acceden a ellos y quedan alejadas de la toma de decisiones. En el mundo de la Ciencia este contraste está especialmente marcado.
Por ejemplo, en España, el ‘Libro blanco sobre la situación de las mujeres en la ciencia’, publicado en 2011, revela que aunque el 60% de las personas tituladas en la universidad española son mujeres y se gradúan con mejores expedientes que los varones, sólo el 23% del profesorado del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el 15% de las cátedras de universidad están ocupadas por mujeres. Este documento recoge también que en los últimos 20 años el porcentaje de catedráticas sólo ha aumentado en un 6%.
España se ha distinguido en los últimos años por promocionar políticas de igualdad en todas las áreas, pero existe un ranking europeo en el que aparece en el noveno puesto en desigualdad en el campo de la Ciencia. A la bioquímica Margarita Salas, ejemplo paradigmático de investigadora española de éxito, se le están uniendo destacadas científicas como María Blasco, que dirige el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), una de las instituciones científicas más relevantes del país. Sin embargo, estos ejemplos siguen siendo excepciones.
Factores que influyen en sus carreras
En un estudio llamado ‘Trayectorias vitales de científicas de éxito’, realizado por investigadoras de la Universidad de Zaragoza y presentado hace pocos meses en el IX Congreso Iberoamericano de Ciencia, Tecnología y Género, se ponían de manifiesto los factores que habían influido en la carrera científica de algunas mujeres: el apoyo de la familia, la novedad del campo científico, los mentores y las estancias en el extranjero figuraban como los aspectos más importantes.
Un estudio similar de la UNAM presentado en Sevilla en este mismo foro indicaba que “poco a poco se va logrando la equidad de género, el empoderamiento y el éxito”, pero que todo ello va “en paralelo con algunos conflictos, obstáculos y riesgos”.
Modelos de éxito y visibilidad
La Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT) de Chile indica que, como políticas de igualdad de género, los objetivos deben ser aumentar la participación de las mujeres en Ciencia como modelos de éxito, apoyar la integración y retención de mujeres en áreas científicas donde se carece de presencia femenina y promover la igualdad de género en el ámbito de la investigación. En todo ello Chile parece ir por buen camino, puesto que entre 2001 y 2011 el porcentaje de investigadoras en los proyectos financiados por CONICYT ha pasado de un 25% a más de un 40%.
En cualquier caso, presentar estos modelos de éxito requiere darle una mayor visibilidad a la participación de las mujeres en la Ciencia. Ese es el objetivo de iniciativas como el Programa Internacional L’Oréal-UNESCO For Women in Science, premios y becas creados en 1998 que constituyen los primeros galardones internacionales dedicados a mujeres científicas de carácter mundial. Su objetivo es promover el reconocimiento del papel de las mujeres en la Ciencia y aumentar el número de vocaciones. Dentro de todas las premiadas, algunas son iberoamericanas, como es el caso de las mexicanas Alejandra Bravo, por su trabajo sobre una toxina bacteria que actúa como un potente insecticida; María Esther Orozco, por sus estudios en amibas y su genética; Ana maría López Colomé, por sus investigaciones en fisiología; y Silvia Torres Peimbert, por sus contribuciones a la Astronomía.
Al margen de los nombres y los datos, todo parece indicar que el futuro de la Ciencia tiene que pasar por manos de mujer, al menos, en la proporción que le corresponde. Como en otros aspectos de la vida y de la sociedad, aún tiene que superar dificultades, pero su contribución a la Ciencia cada vez tiene más peso para el futuro de la Humanidad.