Alimentación España , León, Viernes, 16 de octubre de 2009 a las 17:21

Idean un sistema de rotaci贸n de cultivos para que el ganado ovino se abastezca todo el a帽o en el campo

Un trabajo presentado en Le贸n muestra que las ovejas son capaces de equilibrar por s铆 mismas su consumo de grano y paja

AMR/DICYT Un sistema de rotación de cultivos basado en la cebada, la alfalfa y un arbusto forrajero llamado alimo ha permitido compatibilizar el cultivo en zonas de escasa pluviometría y el manejo de ganado ovino en estas tierras cultivadas. Una investigación presentada en el seminario internacional titulado Challenging strategies to promote sheep and goat sector in the current global context (estrategias para promover los sectores ovino y carpino en el actual contexto mundial, en castellano), que concluye hoy en León, mostró la eficacia de este sistema y novedades en el comportamiento del ganado ovino: las ovejas son capaces de equilibrar el grano y la paja que ingieren si lo realizan libremente.
 

La idea partió del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (Cita) de Aragón, debido al problema de la frecuencia de las precipitaciones. “Sin temor a equivocarme, se puede decir que de cada diez años, nueve son malos”, señala a DiCYT De Vega, uno de los investigadores de la Universidad de Zaragoza que desarrollaron el modelo. La pluviometría en Zaragoza es, escasa, de 300 milímetros al año. León, por ejemplo, se sitúa entre 800 y 1.000 milímetros al año. Con esta cantidad de agua procedente de la lluvia es difícil que crezcan en condiciones los cultivos de cereal. Por otro lado, este tipo de cultivo son habituales entre los agricultores de la zona, por lo que conminar a este colectivo a cambiar de cultivo “socialmente supone un problema”.

 

Al ser la productividad de estos cultivos bajísima (hay años que no llega a 1.000 kilogramos por hectárea, el límite de que sea rentable la cosecha), se planteó introducir al ganado en los campos. De esta manera, se solucionarían dos problemas: “Una alimentación del ganado mucho más barata que recoger el cereal, llevarlo a la lonja, comprarlo y consumirlo; y la reversión de fertilidad al suelo por parte de los animales”. “Esto se observa de visu”, afirma De Vega, "los campos que han participado en este sistema poseen un cereal más vistoso, más verde y más crecido". Se propuso por parte del Cita un sistema de rotación de cultivos para mantener a los animales en el campo, incluso en periodos como la gestación. En cada estación se sembraría un tipo de cultivo: en verano cereales, en primavera y otoño alfalfa y alimo o sosa en invierno. El alimo (Atriplex halimus), o sosa como es conocido en Aragón, es un arbusto forrajero que retira salinidad al suelo. El trabajo se realizó en

 

Como el sistema no incluía un estudio del valor nutritivo en el ganado ovino, el Departamento de Producción Animal de la Universidad de Zaragoza se encargó de este análisis. El trabajo comenzó con la cebada, por ser el cereal más abundante en la zona. “Nos encontramos que no existía ninguna publicación sobre el valor nutritivo de la cebada consumida a diente”, explica el experto. “Incluso existían creencias entre los agricultores sobre la idoneidad del consumo: que se empacharían, que las espigas dejarían ciegas a las ovejas…”

 

El trabajo ha permitido establecer el número de ovejas por hectárea en este tipo de rotaciones: 65 ovejas por hectárea en concepto de carga instantánea, esto es, teniendo en cuenta el tiempo de permanencia en las tierras. En el experimento presentado en León, los científicos obtuvieron una producción de materia seca total de 2.000 kilos, la mitad paja y la otra mitad grano. Esta cosecha está “en el límite para poder cosechar”, por lo que era idónea para el experimento. Durante un mes, los animales se alimentaron perfectamente y permitieron la resemillación y fertilización del campo para la siguiente  campaña. La ingesta, según el trabajo científico, cubría las necesidades de las ovejas. Aún más, “hemos encontrado que tienden a mantener la composición de su dieta de forma constante”, resalta el investigador. Siempre que tenían disponibilidad, las ovejas consumían un 35% de espigas y 65% de paja. Incluso cuando había menos disponibilidad, mantenían estos parámetros. Sólo variaban este equilibrio en el momento final de su permanencia en el campo, cuando empezaba la escasez de alimento. Este comportamiento de las ovejas era desconocido hasta ahora.