Geólogos de la Universidad de Chile encontraron primer registro de oro bajo Sudamérica
UCHILE/DICYT El interior de la Tierra se divide en tres estructuras: corteza, manto y núcleo. En la corteza, se encuentran los minerales que extraemos y que sustentan nuestra economía. Y si bien somos expertos explotándolos, aún sabemos poco sobre su verdadero origen.
La respuesta está en las rocas, específicamente en aquellas que han viajado desde las profundidades del planeta hasta nuestra superficie a través de determinados tipos de erupciones volcánicas que han trasladado material desde el manto. Registros de estos materiales permitieron a un equipo de investigadores del Núcleo Milenio Trazadores de Metales de la Universidad de Chile hallar -por primera vez- evidencias del origen del oro sudamericano en las profundidades del manto terrestre de la Patagonia.
El descubrimiento fue dado a conocer recientemente en la prestigiosa revista científica Nature Communications, publicación en la que sus autores entregan una refrescante visión respecto a cómo el juego de movimientos internos de la Tierra podría haber favorecido el ascenso y concentración del precioso metal.
En busca del origen dorado
El manto es la capa del planeta que separa al núcleo de la corteza donde vivimos. Este límite ocurre a una profundidad que va desde los 17 kilómetros bajo los océanos y desde los 70 km bajo los continentes. Dicha distancia es insondable aún para el hombre, ya que no tenemos la capacidad de llegar hasta el manto para conocerlo mejor, pero el manto sí puede llegar hasta nuestras manos gracias a erupciones volcánicas que arrastran pequeños fragmentos o “xenolitos” del manto bajo los continentes hasta la superficie. Son estos inusuales xenolitos los que investigó Santiago Tassara, estudiante de doctorado del Núcleo Milenio Trazadores de Metales, quien encontró en estas muestras pequeñas partículas de oro nativo, del grosor de un cabello, y cuyo origen es del manto profundo.
El director del Núcleo Milenio y co-autor del estudio, el profesor Martin Reich, comentó que el estudio se centró en la zona del Macizo del Deseado en la Patagonia Argentina, una provincia con alta concentración de oro en la corteza, terreno ideal para indagar por qué los depósitos minerales están restringidos a ciertas zonas específicas del planeta. ¿Cómo llegó hasta allí ese metal dorado? La hipótesis del equipo de investigación es que el manto bajo esa provincia tiene una singularidad, una predisposición a generar yacimientos de oro en superficie debido a su historia.
Esta historia se remonta a cuando Sudamérica y África formaban un solo continente. La separación de ambos territorios habría sido provocada, entre otros factores, por el ascenso del manto profundo o “pluma mantélica”, fenómeno que junto con quebrar la corteza (mucho más frágil y delgada) habría creado una verdadera fábrica química que derritió y enriqueció de metales la zona. Más tarde, en un nuevo movimiento, esta vez de una capa tectónica bajo la otra, dichos fluidos ricos en metales circularon a través de fracturas para concentrarse finalmente en la superficie terrestre.
El descubrimiento arrojó nuevas pistas sobre la formación de yacimientos minerales, los que, generalmente, se atribuyen a un origen en la misma corteza, sin considerar una raíz más profunda en el manto. Esta nueva evidencia científica podría aportar a una exploración más sofisticada de yacimientos que considere no sólo imágenes superficiales o “radiografías” de la corteza para su búsqueda, sino que también indague en las profundidades del manto, hasta donde podría trazarse el origen de la existencia de uno de los metales que más ha encandilado a nuestra especie.
Sobre el Núcleo Milenio Trazadores de Metales (NMTM)
El Núcleo Científico Milenio Trazadores de Metales es financiado por el Programa Iniciativa Científica Milenio del Ministerio de Economía, y convoca a un grupo multidisciplinario de científicos de la Universidad de Chile y de la Universidad Católica que buscan impactar la geología económica investigando muchos de los secretos y riquezas que aún esconde nuestra cordillera de Los Andes.