El reciente declive de la trashumancia provoca una pérdida de biodiversidad en la Cordillera Cantábrica
José Pichel Andrés/DICYT Una investigación de la IE University de Segovia y la Universidad de León está comprobando que el descenso en la actividad trashumante hace el paisaje más homogéneo y provoca una pérdida de biodiversidad en los lugares que tradicionalmente usaba el ganado ovino. En la Cordillera Cantábrica la trashumancia ha descendido un 83% en los últimos cuatro años, aunque todavía mantiene cierta actividad, y este estudio realizado en la comarca leonesa de Babia señala las consecuencias que esta novedad tiene en la fauna y en la flora.
“La trashumancia ha sido una actividad ganadera tradicional durante siglos en la Cordillera Cantábrica como destino de verano para el ganado, pero actualmente está en declive y por eso tratamos de ver qué efectos puede tener este cambio en el paisaje y en la biodiversidad”, comenta Pedro Pérez Olea, investigador de la IE University de Segovia.
La investigación se ha centrado en los puertos de montaña, lugares ocupados por pastizales subalpinos, donde pasan los meses de verano principalmente ovejas de raza merina procedentes del Sur. “Estamos viendo patrones de cambio comparando puertos de montaña que están siendo usados con otros que ya han sido abandonados”, apunta el experto. De esta forma, los investigadores pueden estudiar qué fenómenos suceden, por ejemplo, si aumenta el matorral, y si esto supone que se pierda algún tipo de especie.
“El ganado mantiene zonas de pastizal y esto beneficia a un determinado número de especies, de manera que, si el paisaje se llena de matorral, cambia la biodiversidad e incluso se hace más homogéneo y se empobrece. El ganado mantiene una estructura más diversa de hábitats”, afirma el investigador.
Aves afectadas
Las aves se encuentran entre las más afectadas de forma directa, especialmente, las necrófagas, como buitres y alimoches, que necesitan carroña para alimentarse. Sin embargo, los investigadores han comprobado que hay otra especie que se ve particularmente afectada, la chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax), debido a que sus hábitos y su alimentación, a base de insectos del pastizal, se ven alterados por el cambio en el paisaje.
El trabajo, financiado por la Junta de Castilla y León, comenzó en 2010 y tiene prevista su finalización este año, una vez que se recojan los datos de la primavera y del verano. Sin embargo, la información recopilada hasta ahora ya le permiten a los investigadores obtener algunas conclusiones de manera provisional.
Otra de las más llamativas es que en algunas zonas el ganado bovino está sustituyendo a la habitual trashumancia de ovejas y este hecho está aumentando la carga ganadera que soporta el ecosistema y “está produciendo cierta degradación”, asegura Pedro Pérez Olea. Para llegar a todas estas conclusiones, los investigadores utilizan diversas técnicas. Una de las más llamativas e innovadoras es la utilización de imágenes por satélite para comprobar cómo el paisaje va cambiando en los lugares que se estudian. Sin embargo, otros muchos datos se obtienen a través de los métodos habituales en estudios ecológicos, desde la observación directa de la avifauna al trampeo de artrópodos o la captura de mariposas.
Toda la información recopilada resultará útil para tomar decisiones relativas a la gestión del territorio. La información recogida “pone en valor las prácticas tradicionales para conservar la biodiversidad” hasta tal punto que “sería recomendable recuperar la trashumancia, siempre que no se haga de manera intensiva”, indica el experto, ya que durante siglos la trashumancia ha modelado el paisaje de forma sostenible.