El Instituto Biomar investiga el potencial de las microalgas para producir biodiésel
Isidoro García Cano/DICYT El Instituto Biomar, empresa leonesa con más de una década de experiencia en Microbiología marina, colabora con Ecofuel, división de biocombustibles de la compañía aragonesa Grupo Horcona, en un proyecto de I+D+i en el que se pretende encontrar cepas de cianobacterias (un tipo de microalga) que mejoren los rendimientos para producir biodiésel. El proyecto tiene una duración de 2 años y, si los resultados son adecuados, fructificará en el desarrollo de un sistema de producción industrial. Las microalgas pueden acumular hasta un 60 por ciento de su peso en aceites que se pueden transformar en biodiésel.
Según ha explicado a DiCYT Antonio Fernández Medarde, consejero delegado del Instituto Biomar, el objetivo de su participación en este proyecto de investigación conjunto es "encontrar en la naturaleza cianobacterias y microalgas que mejoren los rendimientos para producir biocombustibles de las estudiadas anteriormente". Las microalgas son organismos que hace la fotosíntesis igual que las plantas, pero, "al no dedicar energía para la creación de estructuras de sustentación como troncos realizan este proceso de forma más eficiente". Según Fernández Medarde, "pueden acumular más del 60 por ciento de su peso en aceites que se pueden transformar en biodiésel".
Para el consejero delegado del Instituto Biomar, las microalgas como fuente de obtención de biocombustibles no presentan la controversia de otros cultivos, cuya utilización energética puede competir con la alimentación. Además, en igualdad de superficie de cultivo "el rendimiento de las microalgas es 100 veces mayor". Sin embargo, según Fernández Medarde en la aplicación de estos microorganismos para producir biocombustibles "se ha hecho más ingeniería que microbiología", en referencia a la escasez de cepas con la que trabajan muchos estudios similares.
Muestras de los mares del mundo
"Los primeros estudios en este campo analizaban unas 300 cepas, mientras que nosotros aislamos 1.000 al año", asegura el experto. Así, Biomar utiliza sus 12 años de experiencia en Microbiología marina para encontrar un tipo de microalga que obtenga buenos rendimientos para producir biodiésel. Concretamente, los investigadores de la empresa leonesa se han fijado en las cianobacterias, un tipo de microalga que se diferencian porque no tienen núcleo. Para su utilización energética "tienen la ventaja de que se puede mejorar su producción", argumenta el responsable de Biomar, "pero también inconvenientes como su escasa velocidad de crecimiento".
Para este proyecto, la empresa leonesa recoge muestras de aguas (las cianobacterias crecen en la superficie del mar porque necesitan luz) en distintos mares del mundo (desde el Caribe hasta el Mediterráneo, pasando por Noruega, África, etc.), así como en otros lugares como salinas o aguas continentales. Una vez tomadas las muestras, los científicos de la empresa aíslan las cepas y miden parámetros como velocidad de crecimiento ("determina su capacidad para acumular biomasa"); acumulación de triglicéridos (los aceites de interés para producir biodiésel, cuyo contenido mínimo "rentable" sería un 30 por ciento); y su capacidad de adaptación a "condiciones difíciles", ya que "al crecer lento el cultivo se puede contaminar con otros microorganismos".
Sistema más barato
Según Antonio Fernández, Biomar dispone ya de una colección de más de mil cianobacterias, que a finales de 2008 se verá aumentada con otros mil microorganismos, con lo que al final esperan tener unas 1.500 cianobacterias y 500 microalgas con el objeto de seleccionar las mejores para producir biodiésel. Para el responsable de la compañía leonesa, la modificación genética de estos microorganismos, aunque posible, no es el objetivo del trabajo, ya que confía en que "en la naturaleza hay cepas que pueden dar tanto rendimiento como las modificadas en la actualidad". Además, estos microorganismos necesitan el CO2 para crecer, con lo que "estos cultivos actúan como sumideros de CO2", principal gas de efecto invernadero.
Otra de las ventajas de las microalgas es que, una vez extraído el aceite, "queda un material rico en proteínas y carbohidratos que se puede utilizar para alimentación animal". El proyecto de investigación se financia con recursos propios de las dos empresas y tiene una duración de 2 años, en los que se espera encontrar las cepas adecuadas y hacer la implementación industrial de su cultivo. Ecofuel ya tiene desarrolladas unas piscinas al aire libre para realizar este tipo de fermentaciones, un sistema que, según Fernández Medarde, "es más barato que otros como los bio-reactores".
¿El problema es el coste? |
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Según el consejero delegado del Instituto Biomar, Antonio Fernández Medarde, "las algas pueden aportar una solución a la controversia de los cultivos energéticos", ya que no su utilización para la obtención de energía no compite con un uso alimentario y, además, se obtiene más rendimiento de su cultivo. "El problema fundamental para obtener biodiésel a partir de microalgas es el coste del proceso", asegura. Los primeros estudios que analizan esta posibilidad así lo afirmaban. El Departamento de Energía de los Estados Unidos encargó un estudio en la década de 1980 para evaluar el potencial de las algas microscópicas para conseguir biocombustibles, donde se concluyó que el proceso sería muy caro. Sin embargo, "en esa época el petróleo costaba menos de 50 dólares por barril", responde Fernández Medarde, una situación muy distinta a la actual. Otra cuestión es que en este estudio se utilizaron unas 300 cepas de microorganismos, mientras que, según el responsable de Biomar, sólo se han cultivado un 1 por mil de los existentes en los océanos. |