Salud España , Valladolid, Viernes, 02 de julio de 2004 a las 15:19

El Hospital Río Hortega y el IBGM intentan desentrañar el origen de los tumores de hipófisis

Este tipo de procesos en la pituitaria no suelen ser mortales, pero provocan disfunciones importantes como el gigantismo o, en casos muy graves, ceguera irreversible

Beatriz G. Amandi/DICYT El Hospital Río Hortega de Valladolid trabaja en colaboración con el Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM) desde hace varios años para conocer más datos sobre el origen de los tumores de hipófisis que, aunque no suelen ser mortales, provocan numerosas disfunciones y trastornos en las personas que lo padecen, como pueden ser el gigantismo o, en algunos casos de extrema gravedad, una ceguera irreversible.

Se trata de un proyecto del Fondo de Investigaciones Sanitarias (FIS) que dirige Carlos Villalobos, del Instituto de Biología y Genética Molecular, y que cuenta con la colaboración del jefe de Neurocirugía del Hospital Río Hortega, José María de Campos.

La glándula pituitaria o hipofisis es una de las más importantes del cuerpo humano, y regula la mayor parte de los procesos biológicos del organismo relacionados con el metabolismo. Las hormonas que secreta son las que marcan el inicio de la pubertad, la evolución sexual y la función reproductiva, entre otras acciones. Estas tareas las realiza como resultado de su interacción con el hipotálamo, órgano del cerebro al que está unida y que se encarga de regular algunas de las reacciones químicas más importantes que allí se realizan.

Los tumores de hipófisis surgen, según apunta a DICYT el doctor José María De Campos, de la respuesta que las células hipofisarias dan a determinados estímulos provocados por el hipotálamo. Estas respuestas pueden ser la de secretar una hormona, secretar una u otra hormona, secretar varias o no secretar nada.

Esta respuesta, en función de si es o no la esperada, provoca un desarrollo anormal que determina la aparición de un tumor. Por ello, el proyecto en el que se trabaja desde el hospital trata de estudiar las células de tumores de hipófisis desde el punto de vista de receptores a estímulos hipotalámicos, y el estudio de la célula como emisora de hormonas.

Según indica De Campos “las células de la hipófisis también actúan como receptoras de hormonas procedentes de hipotálamo, lo que plantea la teoría de que tienen receptores a hormonas que se producen allí”.

La teoría del funcionamiento que se viene barajando, según señala “es que la hipófisis funciona por orden del hipotálamo o por respuesta a estímulos periféricos, y que cada grupo o estirpe celular produce un tipo de hormonas distinto, porque tiene receptores que responden a ordenes distintas, como si fueran razas diferentes, por lo que suponemos que la proliferación de una raza o tipo de hormona, que da lugar un tumor determinado, produce también una hormona concreta”.

Siguiendo la hipótesis de que cada célula tiene un receptor distinto, los investigadores han observado experimentando con ratones que la teoría no se ajusta a la realidad, y que había células hipofisarias que expresaban distintas hormonas en función de las ordenes hipotalámicas recibidas. Además también se ha detectado diferencias entre las repuestas de la hipófisis de los ratones y de las ratonas.

Por ello, se ha planteado un cambio en el modo de estudiar los tumores, que es en lo que se trabaja en el IBGM. Ahora se han comenzado a estudiar las células tumorales mediante la disociación de las mismas y el testado célula a célula, para conocer cada una de las reacciones a los distintos estímulos.

Testado mediante corrientes eléctricas

Para ello, cuando se detecta un tumor de este tipo en el hospital, en primer lugar se somete a tratamiento al paciente y, en el momento que se opera y se obtienen tejidos y muestras de sangre, éstas son trasladadas al IBGM, donde durante un período de ocho a doce horas seguidas se realiza el testado célula a célula.

El proceso se realiza a través de la detección, mediante corrientes eléctricas, de los desplazamientos de ión calcio que se producen en cualquier reacción de las células a un estímulo hormonal.

Los resultados preliminares de esta primera fase de estudio, en la que aún deberán trabajar un año más, serán publicadas el próximo mes de septiembre en la revista Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism.

Estos resultados indican que las células hipofisarias pueden cambiar el fenotipo; es decir: tienen plasticidad para responder a diferentes estímulos produciendo diferentes tipos de hormonas, lo que podría facilitar el tratamiento mediante medicamentos que inhiban la reacción ante determinadas sustancias.

La dificultad del diagnóstico
En tres años, el Hospital Río Hortega ha detectado y estudiado un total de 40 casos de este tipo de tumor. Según señala el doctor De Campos, al no tratarse de una dolencia mortal, en muchas ocasiones se tratan los síntomas sin llegar a diagnosticar el tumor.

La hipofisis es una proliferación de células hipofisarias que pueden producir un exceso de la hormona que están segregando. Hay otros casos en los que no producen hormonas y los expertos desconocen por qué ocurre esto. Otros casos son los de las células que se equivocan en la recepción y por tanto en la respuesta y, finalmente, hay casos en los que no pueden producir la hormona sin que se conozca la razón.

Como consecuencia de ello se producen síntomas que suelen manifestarse como un exceso de alguna hormona. Los casos más comunes son los de exceso de cortisona, o la del crecimiento (hormona tiroidea), cromegalia, o la prolactina, que produce la supresión de la menstruación, por lo que suelen ser tratados por endocrinos o ginecólogos sin llegar a realizar análisis más profundos.

También puede ocurrir que el tumor sea silente y que no haya producción hormonal lo que llega, incluso, a ser más preocupante, ya que se detecta más tarde, y esto puede provocar deterioros más graves como la ceguera.