El CSIC identifica una bola de fuego de dos toneladas que se estrelló en la provincia de Salamanca
Antonio Martín/DICYT 23:17:39 horas del 11 de julio de 2008. Una zona residencial de Torrelodones, en la sierra de Madrid. En la plácida noche, Javier Pérez Vallejo, fotógrafo profesional, observa una inmensa lengua de luz azulada cayendo del cielo. Toma su equipo y empieza a disparar. Encuadra una señorial casa de piedra con enredaderas en la segunda planta y, en segundo término, la luz azul que parece la hoja de un sable de luz jedi, a la derecha de la imagen, como cayendo tras el jardín. La escena es iluminada por una luna casi llena en la parte superior izquierda. 23:17:39 horas del mismo día. Estación de lanzamiento de cohetes de El Arenosillo, cerca de Mazagón, en la provincia de Huelva. Una videocámara que enfoca el cielo registra el impacto de un objeto luminoso en el horizonte. Algo acaba de ocurrir a unos trescientos kilómetros de esos lugares, en el municipio de Béjar (al sur de la provincia de Salamanca).
Ese algo pesa dos toneladas a su entrada en la atmósfera terrestre y se mueve a 106.000 kilómetros por hora. Por algo lo llaman bólido, aunque éste tiene nombre propio. Es bautizado como Béjar por el lugar donde expresa su mayor luminosidad, y es el suceso astronómico más brillante, con una luz irradiada calibrada entre la Luna y el Sol, visible en la Península Ibérica en la última década. Investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas lo identifican como procedente del cometa Metcalf (C1919Q2, según los registros astronómicos), de la familia de Júpiter. Su trabajo se publicará en el próximo número de la revista científica británica Monthly Notices of the Astronomical Society.
"Un fenómeno inusual"
Béjar es "un fenómeno astrónomico inusual", según la describe Josep Maria Trigo, astrónomo del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC-IEEC). También lo fue corto, pues la bola de fuego permaneció en el aire sólo cuatro segundos. En uno de esos, Javier, que estaba tomando imágenes de recurso del paisaje de Madrid para la boda que había ido a reportajear en Torrelodones, oyó un zumbido, vio un haz de luz y disparó. "¡Fue realmente impresionante!", les narró el fotógrafo a los investigadores con los que contactó, "pues aunque en ese momento no asocias muy bien el tiempo y menos la velocidad, iba rapidísimo. No sabía que podía ser, y comentándolo con un compañero no podíamos poner nombre a lo que habíamos visto...". Pérez Vallejo, un observador casual, como se le define en el argot astronómico, localizó a la Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos y puso a su disposición la imagen para su estudio. La foto resultó crucial para reconstruir su trayectoria atmosférica y su órbita en el Sistema Solar.
"Javier pensaba que había caído cerca, porque su luz es muy brillante y su diámetro aparente incluso mayor que la luna llena; es una sensación habitual entre los observadores casuales", explica Trigo desde su despacho de Barcelona. Gracias a que en la foto salía la Luna, la línea del horizonte y algunas estrellas, el equipo liderado por Josep Maria Trigo; José María Madiedo, de la Universidad de Huelva; Iwan Williams, de la Queen Mary, University of London; y Alberto Castro-Tirado, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (del CSIC) pudieron describir la trayectoria del bólido que impactó en Béjar. "Es muy interesante que hayamos identificado un fragmento de un cometa con suficiente consistencia como para que sobreviva a su brusca interacción con la atmósfera y genera meteoritos", explicó el científico. Con la información llegada de la boda Torrelodones y de las cámaras de la Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos en El Arenosillo, Málaga y Sevilla, los científicos pudieron describir la trayectoria del cuerpo, su tamaño y su composición. Encontrar meteoritos será más complicado, puesto que el 97% de la bola de fuego se pierde en la atmósfera momentos antes de impactar.
4.565 años de edad
Lo que sí se sabe es que Béjar fue un visitante lejano. La hipótesis de estos investigadores es que procede de la corriente de meteoroides conocida como las Omicron Dracónidas, surgidas de la desintegración del cometa Metcalf el pasado siglo, una circunstancia que aún se percibe en el cielo las noches sin nubes de principios de julio en forma de estrellas fugaces. Gracias a las sondas que los estadounidenses y los soviéticos enviaron a Halley cuando se acercó a la tierra en 1986, se supo que los cometas además de hielo poseían bloques grandes, "parecidos a montañas". El bólido que impactó en la provincia de Salamanca era una roca de un metro y medio de diámetro y se cree que los meteoritos que ha producido probablemente tendrán información valiosa. "Sólo hasta hoy la sonda Stardust ha recuperado brinzas del cometa 81P/Wild 2, por lo que recuperar rocas procedentes de un cometa constituiría un gran hito", explica el investigador.
No en vano, antes de que existiera la Tierra, el cometa Metcalf, del que se cree que procede Béjar, ya circulaba por el espacio. Los meteoritos más primitivos posee 4.565 millones de años. Se formaron a partir de los materiales que formaban el del disco protoplanetario del Sistema Solar, primigenio de los cuerpos y planetas que lo constituyen y el análisis posterior de los restos de Béjar podría proporcionar mucha información sobre el origen del Sistema Solar. Las nuevas líneas de investigación irán encaminadas a caracterizar los materiales de estos meteoritos, si se encuentran.
Dos o tres bólidos productores de meteoritos caen al año en la Península Ibérica |
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Observar un fenómeno como este es hartamente complicado. Aunque se estima que cerca de 50.000 bolas de fuego impactan con la Tierra en un año, la mayor parte caen en los océanos o zonas inhabitadas. Por la Península Ibérica lo hacen, estadísticamente, dos o tres al año y no siempre de día. "Cuanto más tarde sea es más fácil observarlos", explica Josep Maria Trigo. Cuando el sol permanece en lo alto del horizonte, la posibilidad de observar un efecto que dura cuatro segundos es menor. La estela del impacto, no obstante, puede permanecer en el cielo hasta media hora y se puede escuchar el golpe a cientos de kilómetros. La Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos había identificado un estallido meteórico de las Omicrón Dracónidas entre el 3 y el 4 de agosto, una semana antes de su impacto. En otras dos ocasiones había registrado impactos en territorio español. Fueron en Villalbeto de la Peña (pedanía de Santibáñez de la Peña, en la Montaña Palentina) el 4 de enero de 2004 y en Puerto Lápice (provincia de Ciudad Real) el 10 de mayo de 2007. Los datos obtenidos por la red española fueron publicados en la revista estadounidense Meteoritics Planetary Science. |