Salud Colombia , Bogotá D.C., Martes, 02 de noviembre de 2010 a las 17:24

‘Caenorhabditis elegans’, nematodo que ha revolucionado el estudio biológico

Este organismo permite comprender cómo se comportan las células, por ejemplo las nerviosas

UN/DICYT Desde los años 60, el Caenorhabditis elegans es un organismo modelo de investigación en biología que permite comprender la forma como se comportan las células, por ejemplo las nerviosas. En su paso por la Universidad Nacional (UN) de Colombia, Martin Chalfie, premio Nobel de Química 2008, aseguró que si no hubiera sido por ese gusano microscópico, para él habría sido más complicado llevar a cabo sus investigaciones sobre la expresión genética de las células, en particular entender la mecánica que tienen las neuronas para desarrollar, por ejemplo, el sentido del tacto.

 

El primero en recurrir a este nematodo (así se llama a este tipo de gusanos que comprende unas 25.000 especies) fue el biólogo sudafricano Sydney Brenner, premio Nobel de Medicina 2002, quien, según relata Chalfie, quiso apartarse del tradicional uso de ratones y peces.

 

“Hay muchas razones para emplearlo. Es de fácil observación en el microscopio de electrones. Como es transparente, uno puede ver cómo se divide cada una de sus 959 células. Ahora sabemos que tiene exactamente 302 células nerviosas y cómo están conectadas entre sí. De hecho, es el único animal del que conocemos cada división celular, desde la fertilización del huevo hasta la etapa adulta, así como el diagrama completo de las conexiones de esas células”.

 

Cuando Chalfie habla de Caenorhabditis elegans y las posibilidades que este gusanito ofrece para el entendimiento del humano mismo, se evidencia su emoción. Él asegura que este bicho ha llevado a comprender con mayor claridad procesos como la muerte celular y la forma como se manifiestan ciertas enfermedades. “Sé que gracias a Caenorhabditis elegans vendrán grandes nuevos descubrimientos”.

 

Precisamente, el Nobel de Química que Chalfie se ganó en 2008 en parte se debió a que utilizó este bicho microscópico para darle un uso práctico a la Proteína Verde Fluorescente (GFP, por sus siglas en inglés), una sustancia biológica descubierta por el japonés y también Nobel Osamu Shimomura.

 

“En una conferencia me di cuenta de que existía la GFP y de inmediato mi mente se iluminó. Siempre quise ver a los genes en acción, pero eso era imposible hacia 1989. Aunque había métodos que permitían identificar en dónde se encontraba un gen activo, se debía primero preparar la célula o el tejido y eso significaba matarlo, arreglarlo, permeabilizarlo para que el agente entrara y se pudiera ver qué sucedía. Resultó un panorama muy estático del gen, no se podían apreciar sus cambios en vivo”, afirma el Nobel.

 

¿Qué pasaría si se incorporara el gen de la proteína verde fluorescente a las neuronas del tacto de Caenorhabditis elegans para que toda su descendencia nazca con esa marca en sus moléculas? ¿Se les podrá seguir la pista, paso a paso, a esos puntos marcados con la GFP? Esas fueron las preguntas que inspiraron a Chalfie y le permitieron generar respuestas que aún hoy sigue evaluando.

 

En la actualidad, Caenorhabditis elegans se sigue estudiando en varios laboratorios del mundo, pues es uno de los organismos modelo de investigación científica que siguen entregando datos clave sobre cómo funciona el sistema nervioso en el reino animal.