“Aún no se conocen bien los efectos para la salud del dopaje genético”
CGP/DICYT La lucha entre aquellos que se dedican al control del dopaje y los que desarrollan nuevas técnicas y sustancias antideportivas no descansa. Una de las más actuales, cuyos efectos tanto positivos como negativos sobre la salud aún se desconocen, es el dopaje genético, o lo que es lo mismo, la manipulación de genes para mejorar el rendimiento deportivo. A nivel regional, el Instituto de Biomedicina de la Universidad de León es el centro de referencia en el campo de la actividad física y la salud. Su director, Javier González Gallego, ha participado en la LXII Sesión de la Academia Olímpica Española que por primera vez se celebra en Castilla y León, en concreto en la Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC) de Valladolid, donde ha ahondado en esta práctica antideportiva.
“Desde hace ya tres años la Agencia Mundial Antidopaje está incluyendo en sus listas de sustancias y métodos prohibidos el dopaje genético, por las ventajas ilícitas que supone con respecto a otros competidores y los riesgos que conlleva para la salud”, ha explicado en declaraciones a DiCYT , tras admitir que “desafortunadamente” será empezada a utilizar entre los deportistas en un corto espacio de tiempo.
El origen de esta práctica se encuentra en las técnicas de medicina regenerativa y terapia celular que vienen empleándose desde hace aproximadamente una década para corregir distintas patologías y que pueden ser aplicadas de manera inadecuada en el ámbito del deporte. “Se trata de manipular genes que pueden suponer ventajas competitivas en determinados deportes, como los de resistencia”, señala el investigador, quien pone como ejemplo el maratón o el ciclismo. Estas disciplinas “requieren una gran capacidad de transporte de oxígeno en los tejidos”, de forma que si logran manipularse ciertos genes que permiten transportar una mayor cantidad de oxígeno en sangre se obtiene gran superioridad frente a los demás competidores.
En este sentido, tradicionalmente se ha utilizado la eritropoyetina (EPO) como sustancia dopante en el ámbito del deporte. “Lo que hacía el deportista era inyectarse la molécula exógena de eritropoyetina”, recuerda el experto. Mediante dopaje genético, se podrían manipular los genes de forma que el propio sujeto, de manera endógena, produjera más EPO.
En la misma línea, si un deportista desea tener más fuerza muscular se pueden manipular genes como el IGF-1, “que produce hipertrofia muscular”. En este caso se pueden inyectar virus atenuados “que no producen ninguna patología en el músculo y que lleva ese gen”, que se incorpora a las células del músculo, una técnica que se está explorando en clínica para corregir determinadas patologías.
Dopaje indetectable
Tal y como precisa Javier González Gallego, con las técnicas que se disponen en la actualidad no puede detectarse el dopaje genético. No obstante, consciente de que es la práctica antideportiva “de futuro”, la Agencia Mundial Antidopaje está subvencionando diversos proyectos de investigación en este campo. “Aún no puede detectarse el dopaje genético pese a que potencialmente hay deportistas bastante inconscientes, porque no se saben los riesgos, que podrían empezar a utilizarlo”, indica, al tiempo que añade que existen “muy pocos ensayos autorizados en humanos y escasas técnicas” relacionadas que se apliquen de forma rutinaria en el ámbito clínico.
Con los Juegos Olímpicos de Invierno disputándose y la posibilidad de que algunos deportistas puedan incurrir en esta práctica, el investigador apunta que no sólo está prohibida la modificación de genes, si no también las manipulaciones farmacológicas que puedan afectar a la expresión de genes. “En este caso no cambiamos un gen sino que administramos una sustancia que aumenta o disminuye la expresión de ese gen”, detalla, una situación que a su juicio puede originarse antes que la manipulación directa del gen.
“No sabemos si los que nos dedicamos al control frente a los que se dedican a desarrollar métodos y sustancias para doparse alguna vez ganaremos la guerra, de momento siempre vamos un poco por detrás”, concluye el investigador.
Actividad física y salud | |
Una de las líneas de trabajo más importantes del Instituto de Biomedicina de la Universidad de León es la que relaciona la actividad física y la salud. Diversos grupos de investigación desarrollan su labor en este ámbito y con diferentes perspectivas, por ejemplo “qué ventajas tiene la práctica de la actividad física para la salud, qué riesgos suponen para la salud las prácticas físico-deportivas inadecuadas, cuáles serían los mecanismos implicados o cómo se pueden corregir los aspectos negativos”. |