Unas dos mil plantas poseen sustancias que se pueden usar potencialmente como insecticida
IGC/DICYT En la actualidad se conocen unas dos mil plantas con sustancias que pueden usarse de forma potencial como insecticidas naturales, que se eliminan rápidamente y no pasan a la cadena trófica, y de ahí, a los humanos. La investigación en este ámbito se centra en estudiar la manera de producir estas sustancias en mayores cantidades, aunque algunos insecticidas comerciales ya contienen estos elementos. Así lo han puesto de manifiesto hoy los estudiantes de Biología que participan en el VII Congreso de Fisiología Vegetal Aplicada de la Universidad de León, que han reflexionado sobre los métodos naturales para controlar plagas y enfermedades en agricultura.
Según Teresa Moradillo, una de las estudiantes y ponentes del congreso, los insecticidas de origen vegetal proceden de los metabolitos de las plantas, unas sustancias muy concretas que pertenecen al metabolismo secundario y se producen como medio de defensa. Algunas de las más conocidas son la azadiractina (que se extrae del árbol del nim, de origen tropical y subtropical); la rotenona (que procede de raíces de plantas tropicales leguminosas) y las piretrinas (presentes en el extracto de piretro de ciertas flores de crisantemos). "Se conocen más de 2.000 plantas con sustancias de efecto potencialmente insecticida", resume Moradillo.
Entre sus ventajas, Moradillo destaca que, "al ser naturales se degradan rápidamente", por lo que "no pasan a la cadena trófica a través del agua y no se acumulan en el organismo como el DDT", que tiene una vida media de un siglo. La contrapartida es que son muy específicos, por lo que "hay que hacer estudios de las condiciones edafoclimáticas del lugar para saber si pueden combatir la plaga". Entre las dificultades que afronta su investigación están la homologación de los estractos de las plantas y su obtención, ya que "las plantas no los producen de forma regular ni en todas las épocas".
Enfermedades de la vid
Cristina Castro, otra alumna, habló de las diferentes enfermedades que afectan la vid, así como de las sustancias (naturales y químicas) para combatirlas. "El problema de las enfermedades fúngicas es que muchas son causadas por asociaciones de hongos y tienen unos síntomas erráticos", dijo. "Colapsan los vasos, lo que impide que lleguen los nutrientes a los frutos, por lo que cuando se ven los síntomas puede que la cosecha ya se haya perdido". Segun Castro se han utilizado varios antifúngicos, pero lo más difícil es diagnósticar el hongo que afecta a los cultivos. Las cicatrices de poda y los ataques de herbívoros son dos de las principales vías de transmisión de estas enfermedades entre vides. Las zonas templadas con humedad, como la provincia de León, son zonas propicias para que se extiendan estas enfermedades.
Por su parte Carles Mir, estudiante y ponente también, habló del control de malas hierbas en agricultura ecológica. "Lo fundamental es no intentar erradicar las malas hierbas, sino considerarlas como parte de un agrosistema", dijo Mir, puesto que "mantienen un equilibrio en el suelo". Para controlar las 'malas hierbas' en agricultura ecológica se utilizan sobre todo métodos preventivos como el uso de setos que eliminan la llegada de semillas o evitar que se produzcan más semillas, bien mediante el arado bien mediante la quema. Sin embargo, no todos los procesos en agricultura ecológica son 'naturales'. En opinión de Mir, "toda la agricultura ecológica utiliza lo que se denominan tratamientos integrados", una mezcla con procesos y productos de la agricultura convencional.