Una investigadora de la Universidad de Valladolid estudia la repercusión de la música en células madre del cerebro de un embrión de ratón
MDS/DICYT La licenciada en Medicina por la Universidad de Valladolid y estudiante de doctorado del Instituto de Neurociencias de Castilla y León Neysa Navarro realiza una investigación sobre la influencia de la música en el cerebro. "Yo intuía que la música, de alguna manera, tenía que tener repercusiones a nivel anatómico en el cerebro", explica la investigadora, que desde octubre de 2006 se encuentra inmersa en un estudio que por ahora demuestra que "a priori, la música, por sus propiedades físicas, tiene un efecto físico directo sobre el cultivo de células madre aisladas, y que este efecto es positivo".
El estudio comenzó por la realización de un cultivo de células aisladas de un tipo de tejido denominado neuroepitelio que se encuentra en el mesencéfalo (parte del sistema nervioso central) de embriones de ratón de 11'5 días, porque en estas condiciones "son todavía células madre de sistema nervioso central", detalla la investigadora que también es musicoterapeuta. El tutor de este proyecto es el profesor del Departamento de Anatomía y Radiología de la Universidad de Valladolid Ángel Gato Casado.
Así, el trabajo de investigación comenzó con el planteamiento de cómo se podía realizar la recogida de datos y la revisión bibliográfica. En este proceso, Navarro descubrió que existían diversos estudios realizados en Asia sobre los efectos de la música en el sistema nervioso central, tanto de pollos como de ratones, pero estas investigaciones "no definen muy claramente qué tipo de música utilizan, ni qué frecuencias ni intensidades han usado, ni cuántas veces lo han puesto".
Música, ruido y silencio
En este sentido, la investigadora vallisoletana decidió "comenzar aplicando tres tipos de condiciones como son música, ruido y silencio a este cultivo durante tres días" y los resultados "a priori son que la música por sus propiedades físicas tiene un efecto físico directo sobre el cultivo de células madre aisladas y, que este efecto es positivo", ya que el número de células del cultivo ha aumentado y apenas se ha muerto ninguna, subraya la musicóloga.
Estas condiciones son incluso mejor que con el silencio, matiza a continuación y "en el caso del ruido, se ha empleado ruido rosa, cuya distribución de intensidad es semejante a la distribución media acumulada de la música sinfónica o de instrumentos armónicos como el piano o el órgano", ha precisado. Finalmente, la investigadora ha comentado que estos resultados no serán definitivos hasta que el proceso no se repita tres veces. "Quiero comparar los resultados de los tres cultivos celulares para ver que son realmente significativos", subraya.
Para realizar las mediciones Neysa Navarro ha contado con la colaboración del físico Carlos de Castro, que es profesor de la Escuela de Informática de la Universidad de Valladolid. “Lo importante es que según parece, las propiedades físicas de la música y del ruido tienen un efecto directo sobre el cultivo celular aislado”, concluye.