Salud Brasil São Paulo, São Paulo, Martes, 22 de septiembre de 2020 a las 15:59

Un protocolo de ejercicios mitiga uno de los síntomas más incapacitantes de la enfermedad de Parkinson

Mediante un entrenamiento complejo que estimula simultáneamente distintas habilidades motoras y cognitivas, científicos lograron revertir las alteraciones cerebrales asociadas a la congelación de la marcha en pacientes

AGENCIA FAPESP/DICYT – Uno de los síntomas más incapacitantes de la enfermedad de Parkinson es la llamada congelación de la marcha, que consiste en la interrupción súbita o intermitente del caminar, sumada a la imposibilidad de reanudar los movimientos de locomoción. Investigadores de la Universidad de São Paulo (USP), en Brasil, demostraron que es posible mitigar este problema mediante la aplicación de un protocolo de ejercicios físicos bastante complejo, que estimula simultáneamente distintas habilidades motoras y cognitivas y que aparece descrito en un artículo publicado en la revista Movement Disorders.

 

Este estudio, apoyado por la FAPESP - Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo, demostró también que el entrenamiento modifica áreas cerebrales relacionadas con las alteraciones fisiológicas de la congelación de la marcha. Este hallazgo está asociado fundamentalmente al efecto del entrenamiento en el aumento de la activación de neuronas (plasticidad cerebral) en las áreas relacionadas con los mecanismos que generan este síntoma de la enfermedad de Parkinson.

 

“Además del informe positivo de los pacientes que realizaron el entrenamiento, los ensayos clínicos también apuntaron una mejoría significativa y clínicamente relevante, con una disminución del 60% de la congelación de la marcha y de un 70% de los síntomas motores referentes a la enfermedad. Otro resultado importante de este trabajo fue la restauración de las áreas del cerebro directamente relacionadas con el problema. La plasticidad cerebral en esas áreas es un predictor de la mejoría referente a la congelación de la marcha”, dice Carla da Silva Batista, investigadora de la Escuela de Educación Física y Deporte de la USP y primera autora del artículo.

 

La reactivación de las áreas del cerebro se comprobó mediante imágenes de resonancia magnética funcional. Este protocolo es el primero que mitiga los síntomas de la congelación de la marcha –evaluado clínicamente de manera objetiva– y con el cual se han registrado alteraciones en las áreas cerebrales relacionadas con la patofisiología de ese síntoma.

 

Esta investigación es fruto del estudio de posdoctorado de Da Silva Batista, y una parte de la investigación se llevó a cabo en el Oregon Health and Science University, en Estados Unidos, merced al aporte de una beca de pasantía en el exterior, también de la FAPESP.

 

De acuerdo con la investigadora, la activación de la región cerebelar (relacionada con la automaticidad de la marcha) y de la región mesencefálica (asociada con los ajustes posturales y con la cognición) explica la reversión de la congelación de la marcha después del entrenamiento adaptado.

 

Motivo de caídas

 

Aunque no cuenta con un tratamiento específico, la congelación de la marcha es uno de los principales motivos de caídas entre portadores de la enfermedad de Parkinson. Junto con los temblores y el daño cognitivo, el problema es uno de los responsables por la pérdida de la calidad de vida entre los individuos que padecen la enfermedad.

 

Estimaciones apuntan que la congelación de la marcha afecta aproximadamente al 26% de los pacientes en estadio moderado de la enfermedad de Parkinson y al 80% entre los casos más graves. El problema ocurre generalmente cuando la persona está caminando: sus pies se paralizan, lo que la lleva a sufrir caídas, fracturas e internaciones precoces. Otra forma común de congelación de la marcha sucede cuando el individuo se levanta o empieza a caminar y se le paralizan sus pies, lo cual lo hace tropezar –o caminar a los tumbos– hasta que se cae o entra repentinamente en un movimiento regular.

 

“No se sabe exactamente qué es lo que ocasiona la congelación de la marcha, pero existen algunos factores que pueden erigirse en predictores importantes, tales como el mayor uso de medicamentos para el párkinson, el avance de la enfermedad y una declinación cognitiva severa, aparte de los factores estresantes y la ansiedad”, dice Da Silva Batista.

 

Con todo, la investigadora afirma que existen casos de pacientes que, pese a que reúnen todas las características descritas de predicción, no desarrollan el problema.

 

Entrenamiento adaptado

 

En el estudio de la USP se dividió a 32 individuos situados en los estadios tres y cuatro de la enfermedad (son cinco en total) en dos grupos. El primer grupo, formado por 15 personas, realizó la rehabilitación tradicional (fisioterapia), y el segundo, con 17 individuos, hizo un entrenamiento específico y complejo que los investigadores propusieron. Durante 12 semanas (un total de 36 sesiones de entrenamientos), los investigadores compararon los efectos de la fisioterapia tradicional con los del entrenamiento físico con ejercicios que combinaban inestabilidad, sobrecarga, coordinación motora y demanda cognitiva simultáneamente.

 

“Son ejercicios intensos y que deben realizarse concomitantemente para causar complejidad. Esto le exige mucho al paciente y también requiere de la confianza en el entrenador, que invariablemente deberá sujetarlo durante la ejecución de la actividad para evitar caídas”, dice Da Silva Batista.

 

De acuerdo con la investigadora, la complejidad de este entrenamiento es necesaria para que se logre al resultado anhelado. “Es sabido que los ejercicios de complejidad motora, cuando se los realiza en forma conjunta, se vuelven más eficaces. Los estudios en modelos animales lo confirman: promueven una mayor neuroplasticidad cerebral, como la formación de neuronas y sinapsis en áreas del cerebro, que era exactamente lo que pretendíamos”, dice.

La evaluación de la reversión del cuadro en las regiones del cerebro y el aumento de la plasticidad de los pacientes se midieron aplicando un modelo de análisis de imágenes de resonancia magnética desarrollado anteriormente por investigadores de la USP en colaboración con la universidad estadounidense y publicado en 2017 en la revista Scientific Reports.

 

“Al aplicar este modelo, lograron medir la actividad de las regiones cerebrales afectadas por la congelación de la marcha antes y después de las 12 semanas de entrenamiento. De esta forma, fue posible comprobar la reversión del cuadro en lo que hace a la plasticidad cerebral de las regiones relacionadas con la patofisiología de este problema”, le comenta Da Silva Batista.

 

No se observó en el estudio ninguna mejoría entre los participantes del grupo que se sometió al tratamiento tradicional. “Es importante remarcar que el entrenamiento tradicional no logró disminuir la gravedad de la congelación de la marcha ni de provocar una alteración positiva en las áreas cerebrales.”

 

Ejercicios combinados

 

Al margen de que aún se desconoce la causa de la congelación de la marcha, los investigadores diseñaron el entrenamiento basándose en una selección de ejercicios relacionados con dominios y características de predicción o comunes en personas que padecen este problema. De este modo, el entrenamiento combinó cuatro tipos de ejercicios que deberían realizarse simultáneamente: sensorio-motores, de sobrecarga, de coordinación motora y de demanda cognitiva.

 

Da Silva Batista remarca que, generalmente, los pacientes con congelación de la marcha exhiben una pérdida de la noción espacial del cuerpo (propiocepción), de coordinación motora y de fuerza muscular, aparte de la pérdida cognitiva. “Por eso utilizamos ejercicios de fuerza y de coordinación sobre accesorios de inestabilidad [balones o tablas] que provocan desequilibrio. Como la pérdida cognitiva es también un predictor de la congelación, aplicamos tareas cognitivas y ejercicios de tarea doble que demandan atención para ambas actividades al mismo tiempo. Esto les exigió a los pacientes flexibilidad mental para alternar de una tarea a otra cuando se hizo necesario”, dice.

 

El fortalecimiento fue el cuarto dominio trabajado en las sesiones de entrenamiento, pues la pérdida de la fuerza motora también está relacionada con los síntomas del párkinson. “Los ejercicios propuestos tenían sobrecarga. No es un entrenamiento fácil. Le exige bastante al paciente, pero muchos voluntarios del estudio afirmaron sentirlo como un desafío y, con el tiempo, empezaron a notar la mejora, lo que los motivó aún más para seguir con el tratamiento”, añade la investigadora.