Un nuevo método proyecta el crecimiento de árboles nativos y la rentabilidad de la restauración
AGENCIA FAPESP/DICYT – El tema de la restauración forestal ha venido adquiriendo relevancia durante los últimos años tanto en la iniciativa privada y en el mercado financiero como en la academia y entre los gobiernos, fundamentalmente en el caso de Brasil, que asumió el compromiso en el marco del Acuerdo de París en 2015 de recuperar con bosques autóctonos 12 millones de hectáreas, esto es, prácticamente el equivalente al territorio de Corea del Norte. Sin embargo, estas iniciativas aún dependen del caro proceso de plantío de árboles y padecen la falta de datos referentes al crecimiento de las especies y del total de áreas recuperadas.
Pero una investigación publicada en la revista científica Perspectives in Ecology and Conservation hace su aporte al avance de este sector. La misma muestra que la aplicación de métodos de silvicultura en proyectos de restauración forestal a gran escala puede incrementar la productividad y la rentabilidad al viabilizar los suministros de la industria maderera y reducir la presión sobre los biomas naturales como la Amazonia.
Los científicos arribaron a la conclusión de que, para lograr una elevada productividad, las cadenas de valor de la restauración deben adoptar criterios específicos que impliquen una combinación de especies autóctonas, modelos de crecimiento de los árboles que permitan diseñar planes de manejo y una cosecha con plazos más cortos, como así también aliar el desarrollo de la investigación científica y la innovación con los tratamientos de la silvicultura.
En este estudio, encabezado por el ingeniero forestal Pedro Medrado Krainovic, se creó un modelo que proyecta el tiempo de crecimiento de especies arbóreas nativas del Bosque Atlántico hasta que obtienen la “madurez” necesaria para atender a la industria maderera. Normalmente, las tasas de crecimiento para la comercialización se definen de acuerdo con el tiempo que tardan los árboles hasta alcanzar los 35 centímetros de diámetro. Mediante la aplicación de este nuevo método, los investigadores obtuvieron una disminución de un 25 % en el tiempo de cosecha y un aumento del 38 % del área basal de los árboles. Esto representó una anticipación promedio de 13 años en la edad ideal de corte.
“Identificamos los patrones de productividad con respecto al tiempo, lo que suministra una indicación de cuándo puede manejarse una determinada especie para la obtención de madera destinada al mercado. Esto ayuda a imprimirle viabilidad a la restauración forestal a gran escala, al mejorar su atractivo para los propietarios de tierras y yendo al encuentro de los acuerdos climáticos globales. Con base en nuestros datos, proyectamos un escenario en el cual el conocimiento en silvicultura mejoraría al proporcionar una restauración más atractiva para las múltiples partes interesadas”, dice Krainovic, quien desarrolló este trabajo durante su posdoctorado en el Laboratorio de Silvicultura Tropical (Lastrop) de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz, de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP), con sede en la ciudad de Piracicaba, en el estado de São Paulo, Brasil.
El proyecto se llevó a cabo en el ámbito del Programa FAPESP de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA-FAPESP). También contó con el apoyo de la fundación paulista en el marco de otros cuatro proyectos, entre ellos el Temático intitulado “Para entender los bosques restaurados en beneficio de la gente y de la naturaleza – NewFor” y los referentes a las becas de estudio otorgadas a los investigadores Danilo Roberti de Almeida (18/21338-3), Catherine Torres de Almeida (20/06734-0) y Angélica Faria de Resende (19/24049-5), coautores del artículo.
El trabajo se concretó bajo la supervisión de los investigadores Ricardo Ribeiro Rodrigues, del Laboratorio de Ecología y Restauración Forestal (Lerf), y Pedro Brancalion, vinculado al Lastrop y al proyecto BIOTA Síntesis, un Centro de Ciencia para el Desarrollo (CCD) apoyado por la FAPESP.
El contexto
Aun con su elección en las Naciones Unidas (ONU) en 2022 como uno de las diez referentes mundiales en restauración, el Bosque Atlántico es el bioma brasileño que más área forestal ha perdido hasta los días actuales. De las estimadas 140 millones de hectáreas que abarcaba en Brasil, queda un 24 % de cobertura forestal. De ese total, solamente un 12 % corresponde a montes bien conservados (alrededor de 16,3 millones de hectáreas), de acuerdo con datos de la fundación SOS Mata Atlântica.
Así y todo, los esfuerzos tendientes a contener la deforestación han generado resultados positivos –una baja del 42 % entre enero y mayo de 2023 con relación a 2022 (de 12.166 hectáreas devastadas a 7.088 hectáreas)–, que se suman a las acciones de restauración que han surtido efectos. En 2021, la ONU determinó que hasta 2030 se extiende el Decenio para la Restauración de Ecosistemas, un llamado a la protección y a la revitalización de los ecosistemas de todo el mundo en beneficio de la gente y de la naturaleza.
“La restauración requiere más datos que proporcionen horizontes favorables de uso del suelo. Para implementar una política pública, se hace necesario contar con más información que aporte sustentación a la toma de decisiones. Y este artículo sirve en tal sentido de diversas maneras, incluso con una lista de especies que puede hacer su aporte a los propietarios de tierras. Abre así una puerta hacia el enriquecimiento de la restauración forestal con finalidad económica, que es más atractiva y que alcanza múltiples objetivos, como el de devolverle servicios ecosistémicos a determinadas áreas”, explica Krainovic.
Los resultados de este estudio alimentarán al programa Reforesta-SP, coordinado por la Secretaría de Medio Ambiente, Infraestructura y Logística del Estado de São Paulo, que tiene entre sus objetivos la restauración ecológica, la recuperación de áreas degradadas y la implantación de bosques multifuncionales y sistemas agroforestales.
Krainovic vivió 12 años en la Amazonia y trabajó no solamente en proyectos de recuperación de áreas degradadas mediante la utilización de especies arbóreas con potencial económico, sino también en las cadenas productivas de productos forestales no madereros que abastecen a la industria de cosméticos, tales como semillas, aceites esenciales y mantecas. “Una impronta de mi trayectoria reside en que no se ciñó solamente a la academia. Conozco cómo son las empresas, la interfaz con los pueblos tradicionales en esas cadenas productivas y el área académica”, añade.
Paso a paso
En el estudio se analizó una serie cronológica de 13 áreas de restauración forestal no manejadas distribuidas por el estado de São Paulo, que se encontraban en diferentes estadios: entre seis y 96 años de plantío. Esas zonas poseen una mezcla diversificada de especies autóctonas –entre 30 y 100−, lo que aporta a la promoción de los servicios ecosistémicos con características similares a las del bosque espontáneo.
Los científicos seleccionaron diez especies arbóreas nativas comerciales con distintas densidades de madera y explotadas históricamente en el mercado. Son las siguientes: guatambú blanco (Balfourodendron riedelianum), jequitibá-rosa (Cariniana legalis), cedro misionero o ygary (Cedrela fissilis), araribá (Centrolobium tomentosum), guarantã (Esenbeckia leiocarpa); guapinol o curbaril (Hymenaea courbaril), ibirapitá (Peltophorum dubium), lapacho rosado (Handroanthus impetiginosus), amargoso (Astronium graveolens) y chirraca o cabreúva (Myroxylon peruiferum).
Actualmente, esas especies en su mayoría están protegidas por ley y no pueden venderse legalmente porque son endémicas del Bosque Atlántico y del Cerrado (el bioma brasileño de sabana), y se encuentran amenazadas de extinción. Sin embargo, algunas, como el curbaril y el lapacho rosado, aún se explotan en la Amazonia.
Para cada una de ellas se desarrollaron modelos de crecimiento basados en los datos recabados en los plantíos. Con las curvas de crecimiento se aplicó el método GOL (las siglas en inglés de Growth-Oriented Logging), para estipular criterios técnicos de manejo, lo que comprende un escenario optimizado con foco en la producción de madera.
Luego de las pruebas iniciales, los investigadores modelaron el crecimiento del diámetro y del área basal de cada especie seleccionada a lo largo de la serie temporal. Se elaboraron escenarios de productividad aplicando los valores del 30 % más alto de diámetro hallado para cada especie por lugar y edad, el referido “escenario optimizado”, que representa la aplicación de tratamientos de silvicultura que suministran una mayor productividad.
Las especies se clasificaron de acuerdo con el tiempo necesario para llegar a los 35 centímetros de diámetro para la cosecha en tres franjas: crecimiento rápido (menos de 50 años), intermedio (de 50 a 70 años) y lento (más de 70 años). Al aplicar el abordaje GOL, quedaron agrupadas en tasa de crecimiento rápida (menos de 25 años), intermedia (de 25 a 50 años), lenta (de 50 a 75 años) y muy lenta (de 75 a 100 años). El escenario optimizado exhibió un tiempo de cosecha reducido un 25 %, lo que representa una anticipación promedio de 13 años en la edad ideal de cosecha.
Las excepciones fueron el jequitibá-rosa y el guapinol, con su período ideal de cosecha prolongado, pero el área basal aumentó más de un 50 %. Por otra parte, el cedro misionero experimentó una merma del 36,6 % en el área basal de cosecha (646,6 cm²/árbol), pero con una anticipación de 47 años en el tiempo de cosecha (un 51 % más rápido que el GOL). En total, nueve de las diez especies alcanzaron un diámetro de 35 cm antes de los 60 años: la excepción la constituyó el guarantã, con alta densidad de madera.