Medio Ambiente México , Baja California Sur, Miércoles, 26 de abril de 2023 a las 08:39
COLUMNA | SOMOS MAMÍFEROS

¿Quién defiende a nuestro organismo ante las agresiones internas?

Los mamíferos son agredidos por microorganismos, sustancias químicas e incluso células y compuestos del cuerpo, pero el sistema inmunitario les protege

Alina Gabriela Monroy-Gamboa y Sergio Ticul Álvarez-Castañeda/CIBNOR/DICYT El cuerpo de los mamíferos como los de otros grupos, están siendo constantemente agredidos en su interior por acciones biológicas (microorganismos), físicoquímicas (sustancias químicas) o internas (mismas células o compuestos del cuerpo) y quien lo protege es el sistema inmunitario.


El también conocido como sistema inmunitario se constituye por el conjunto de elementos y procesos biológicos en el interior de un organismo, que le permite mantener la homeostasis o equilibrio interno frente a agresiones externas. El sistema debe de poder reconocer lo que es dañino y poder reaccionar para mitigarlo. El sistema inmunitario a diferencia del digestivo, respiratorio y circulatorio, no tiene una “infraestructura clara”, más bien se podría decir que es discreto y omnipresente, de este modo puede defender de manera expedita al organismo. Su escasa “infraestructura” se encuentra discretamente instalada dentro de la de otros sistemas.


El sistema inmunitario utiliza al sistema linfático y al circulatorio como principales vías de dispersión y traslado a través del organismo, es por ello que muchos de los componentes que lo forman son moléculas solubles como es el caso de las proteínas del sistema complemento, anticuerpos e histaminas. Pero los elementos que conforman al sistema linfático son sintetizados en los órganos linfoides primarios y secundarios como es el caso de la médula ósea, timo, bazo, ganglios linfáticos y tejidos linfoides asociados a las mucosas.


Algunos de los elementos que conforman al sistema inmunitario son considerados usualmente como elementos de la sangre en sí, y la gran mayoría de las personas no conceptualizan que no son parte del sistema circulatorio, sino que tienen una asociación estratégica para optimizar el recurso y el esfuerzo. A los que nos referimos, son a los que componen la denominada fórmula blanca de la sangre que incluyen a los distintos tipos de leucocitos o glóbulos blancos. Los elementos que más destacan de esta fórmula son los neutrófilos, linfocitos, eosinófilos, basófilos, mastocitos, monocitos, células dendríticas y macrófagos. También utilizan al sistema linfático para su transporte por el organismo.


Los neutrófilos son los más abundantes de la sangre, representan entre el 50-60 % de los leucocitos. Tienen como función principal eliminar a las bacterias y hongos (por fagocitosis) de la sangre y de las células.


Los linfocitos representan aproximadamente el 30 %; son de morfología variable y a su vez se dividen en linfoblastos, prolinfocitos y linfocitos. Tienen como principal función la regulación de la respuesta inmunitaria adaptativa, reaccionando frente a microorganismos, células tumorales o antígenos en general. Es por ello que se diferencian en tres líneas de células; los linfocitos T, asociados a la respuesta inmunitaria celular. Linfocitos B, asociados a la respuesta inmunitaria humoral por lo que se transforman en anticuerpos. El tercer grupo son las células “natural killer” que tienen como función destruir a las células del organismo infectadas.


Los eosinófilos representan entre 1 al 3 % del total de leucocitos. Su principal función es proinflamatoria asociada a las enfermedades alérgicas y muerte de parásitos. Contienen histaminasa que hidroliza, es decir, es una enzima que destruye a la histamina, que incrementa los procesos inflamatorios de los organismos, regulando así la respuesta alérgica.


Los basófilos son los menos abundantes en la sangre y son los responsables del inicio de las respuestas alérgicas, siendo las células que liberan diferentes sustancias como son: histamina, heparán sulfato (vasodilatador), heparina (anticoagulante) y leucotrienos (provocan la contracción del músculo liso en las vías aéreas). Existe un segundo grupo de basófilos que liberan lisosomas, que tienen hidrolasas ácidas (degradación de moléculas complejas). En pocas palabras abren las vías de acceso al sitio en el que tienen que llegar las otras células del sistema inmunitario.


Los mastocitos se relacionan con la defensa del organismo contra bacterias, parásitos y venenos. Cuando éstos se activan liberan histamina, serotonina (neuromodulador que participa en la regulación del estados de ánimo, funciones fisiológicas, conducta social, sexual y alimentarias, sueño, ritmos circadianos, ansiedad), dopamina (su reducción provoca la pérdida de control de los movimientos voluntarios), el factor de necrosis tumoral, heparina o el condroitín sulfato (se encuentra en la matriz extracelular, de los tejidos conectivos, cartílago, piel, vasos sanguíneos, ligamentos y tendones. Es entonces que su participación induce a un letargo y crea condiciones para que se pueda realizar la reparación necesaria en el organismo.


Los monocitos son los de mayor tamaño y representan del 2 al 8 % de los leucocitos. Fagocitan diferentes tejidos, por lo que conforman el Sistema Fagocítico Mononuclear (SFM). En conjunto los macrófagos, monocitos y otras células tienen como principal función fagocitar a todos los cuerpos extraños que se encuentren en el organismo como las bacterias y sustancias de desecho de los tejidos. Los macrófagos son atraídos por la presencia de determinados factores quimiotácticos (quimiotaxis).


El sistema inmunitario de los mamíferos tiene varias estrategias a nivel celular que permiten la supervivencia del organismo.

 

Autores

 

Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, S. C. Instituto Politécnico Nacional 195, CP. 23205, La Paz, Baja California Sur, México. Email beu_ribetzin@hotmail.com (AGM-G), sticul@cibnor.mx (STA-C).