Plantean estrategias para erradicar la rabia del garbanzo
UNL/DICYT El cultivo de garbanzo en la provincia de Santa Fe es bastante reciente y tiene una causa coyuntural: el conflicto del campo de 2008 por las retenciones a las exportaciones agropecuarias. Fue esa situación la que llevó a muchos productores a volcarse a la siembra de legumbres como alternativa a otros cultivos extensivos como los de la soja o el maíz.
“El malestar con respecto a las retenciones generó que se volcaran a la producción masiva de cultivos que tradicionalmente eran intensivos, como es el caso de las legumbres. Habían visto que en Salta y en Córdoba el garbanzo daba muy buenos resultados, que no eran commodities sino specialities (orientados a los consumidores y con alto valor agregado), entonces se lograban muy buenos precios”, destacó Margarita Sillón, que investiga el tema en la Facultad de Ciencias Agrarias (FCA) de la UNL.
Se trataba de un nuevo cultivo que se producía bien en condiciones de climas secos, pero que en las condiciones húmedas santafesinas aparejaron la proliferación de hongos, particularmente uno llamado Ascochyta rabiei, que genera una enfermedad conocida como “rabia del garbanzo”. Fue en este contexto que intervino la cátedra de Fitopatología del Departamento de Producción Vegetal de la FCA, encabezada por Sillón.
Según la investigadora, Argentina era considerada un país libre de rabia del garbanzo, pero en noviembre del 2011 fue encontrada en el centro de Santa Fe. La preocupación llevó incluso a la creación de la Comisión de Desarrollo de Legumbres (Codel), impulsada por la Bolsa de Comercio de Santa Fe. La consecuencia directa de la enfermedad era la imposibilidad de acceder a mercados como los de México, España o India, que son productores pero que no alcanzan a cubrir sus consumos internos.
“Al producir masivamente un cultivo que no es de la región se distribuyen problemas más que soluciones y eso es lo que pasó con el garbanzo. Para investigar el tema, desde la FCA nos incorporamos a un megaproyecto del INTA Salta. Por otro lado, hay un trabajo sobre variedades argentinas de garbanzos encarado por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), al que fui invitada para estudiar qué sucede con los cultivos en un ambiente tan húmedo como el del centro de la provincia de Santa Fe”, destacó Sillón.
En situaciones idóneas se pueden producir unos 3 mil kilos por hectárea. Sin embargo, las pérdidas pueden llegar al 50 por ciento cuando proliferan los hongos. De ahí la importancia de aprender el mejor manejo. “Por medio de las recomendaciones y nuevas estrategias logramos incrementar la producción considerablemente”, manifestó.
Estrategias
En Santa Fe se siembran las variedades chañarito y norteño, aunque hay otras que se producen en menor cantidad. “Observamos que los productores poseían pocos conocimientos y muchos sembraron en invierno garbanzos en lugar de trigo. Al ser una leguminosa y al sembrarse soja en verano, proliferaron los patógenos, tal como sucede cuando no se rotan los cultivos”, continuó.
La rabia del garbanzo es generada por el hongo que permanece en el rastrojo y que genera en las hojas unas lesiones en forma de círculos concéntricos. Es tejido muerto que se agranda, que puede provocar rápidamente la desecación completa de las plantas y que da muy poco margen de tiempo para el control por medio de químicos.
Fue por eso que desde la FCA estudiaron distintos principios de control químico de semillas, para saber qué controles concretos había que aplicar sobre Ascochyta rabiei. También evaluaron qué carga de hongos poseían las semillas de garbanzo producidas que se almacenaban para volver a sembrar en la siguiente temporada. “Establecimos las cargas de patógenos y recomendamos no guardar esas semillas. También evaluamos distintas formas de aplicación de los fungicidas y recomendamos cuál era la ideal”, apuntó la especialista.
Todo ese conocimiento fue transmitido por medio de charlas, con recomendaciones concretas de manejo, ya que la detección del problema no era suficiente. “Más que nada recomendamos la rotación de los lotes, porque había algunos muy infectados, sobre todo a finales de 2012. De otra manera, no se iba a poder ni siquiera sembrar soja. También sugerimos el estudio de las semillas a sembrar y corroborar que sean libre de patógenos. Aconsejamos además la combinación de tratamientos a las semillas en el momento de la siembra y pautas de monitoreo del cultivo”, finalizó Sillón.