Alimentación España , Burgos, Viernes, 05 de diciembre de 2008 a las 14:19

Las mieles de Burgos son caracterizadas para identificar su origen geográfico

El equipo de investigación del área de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Burgos desarrolla un novedoso método

María Orive Palacín/DICYT El equipo de Investigación del área de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Burgos ha desarrollado un novedoso método para la tipificación e identificación de las mieles burgalesas. Inmaculada Martín, autora de la tesis doctoral Caracterización geográfica de las mieles de la provincia de Burgos, ha realizado un análisis exhaustivo sobre 95 muestras burgalesas para nivelar la miel en función de varios parámetros.

 

El objetivo del estudio era tipificar las mieles para poder identificarlas según su origen geográfico de "una forma rápida, sencilla e inequívoca". Hasta el momento se tenía que recurrir al análisis de los granos de polen para poder saber qué flores habían libado las abejas, pero suponía un gasto de tiempo y de dinero, "ya que el proceso de este estudio requiere de personal especializado y gran variabilidad, pues las plantas no producen la misma cantidad de polen en todas las estaciones", ha señalado la autora del estudio.

 

Así, Inmaculada Martín ha realizado la tipificación de las mieles burgalesas a través de dos técnicas: por un lado, usando los parámetros físicos-químicos valorables para el control de calidad y, por otro lado, mediante el uso de las sustancias volátiles y semivolátiles desprendidas de las mieles.

 

Cuatro zonas

 

En cuanto a los parámetros físico-químicos, Inmaculada Martín dividió la provincia burgalesa en cuatro zonas: la montaña Norte –Merindades y Lora-, la parte central –Bureba, Ebro y capital burgalesa-, la montaña Oriental –Sierra de la Demanda- y la zona Sur –Arlanza y Ribera-. La conclusión a la que llegó es que "se pueden diferenciar los distintos tipos de miel en función de las zonas de la provincia burgalesa".

 

Los aromas se obtienen mediante diferentes técnicas de extracción, se separan y se identifican dando un perfil característico de cada una de las cuatro zonas geográficas identificadas por la investigación. La ventaja que se pueden encontrar en estas técnicas es que son más sencillas y no necesita personal especializado para su desarrollo. Inmaculada Martín ha señalado que "dentro de la cromatografía de gases, hemos modificado los tiempos de retención para optimizar los picos y así, hemos prolongado el cromatograma y aparecieron los flavonoides". Ésta es una de las novedades fundamentales del estudio.

 

Martín ha concluido que la separación mediante los indicadores físico-químicos permite la identificación del 75 por ciento de las muestras, mientras que el análisis de la fracción volátil consigue el 100 por cien de la tipificación. "Los resultados obtenidos han sido muy positivos, ya que todas las muestras se pudieron identificar de una forma segura", afirma Martín. Aún así, "aunque hemos encontrado una herramienta eficaz para la tipificación de las mieles, no podemos olvidar los indicadores físico-químicos, ya que son los que usamos para valorar la calidad".

 

Otro de los puntos analizados por Inmaculada Martín es el estudio de los diferentes parámetros de control de la miel establecidos en la normativa vigente de la región, como el porcentaje de humedad, el porcentaje de glucosa, la acidez o la conductividad eléctrica, llegando a demostrar que "las mieles de la provincia de Burgos cumplen con todos ellos de manera muy satisfactoria, lo que explicaría la gran demanda del producto principalmente el perteneciente a la zona del Brezo".

 

Otras funciones

 

Inmaculada Martín apunta que "la miel encierra gran importancia económica y ecológica". En España se producen cada año unas 300.000 toneladas a las que habría que añadir otros productos obtenidos de la colmena como la jalea real, la cera, los propóleos, el polen o la apitoxina. El mundo de la apicultura ocupa el 0’44 por ciento de los beneficios económicos de la producción ganadera nacional. Pero además de la importancia monetaria, las abejas desarrollan una función polinizadora que contribuye a la diversidad floral necesaria para elevar la productividad en los cultivos, el desarrollo rural y el equilibrio natural.