Medio Ambiente México , Baja California Sur, Miércoles, 19 de mayo de 2021 a las 09:38
ARTÍCULO DE DIVULGACIÓN

Las garras desgarran, las uñas “aruñan”, ¿y las pezuñas?

La punta de los dedos de muchos animales está cubierta por una estructura de queratina con diversas y curiosas funciones

Alina Gabriela Monroy-Gamboa y Sergio Ticul Álvarez-Castañeda/DICYT La punta de los dedos de reptiles, aves y mamíferos está cubierta por una estructura de queratina que conocemos como garras, pezuñas o uñas. Aunque en todos estos animales, estas estructuras están formadas por el mismo “componente”, se diferencian en su origen: las garras de los reptiles y las aves, en realidad, son escamas modificadas, mientras que en los mamíferos surgen de una capa especializada en la piel, llamada germinal.

 

El crecimiento y la forma también son diferentes. En los reptiles (por ejemplo, en los cocodrilos) y las aves, las denominadas garras son como dedales cónicos que cubren y protegen las puntas de los dedos, a diferencia de los mamíferos que solamente tapan la porción anterior y lateral de los dedos. Los estudios de los fósiles de mamíferos registran que la estructura más antigua presente son las garras, incluso, presente en los mamíferos herbívoros ─como el Agriochoerus─ originarios de Norteamérica y del tamaño de una oveja que vivieron entre el Eoceno y el Oligoceno.

 

Las garras son estructuras flexibles y sirven, esencialmente, para evitar que la piel de las almohadillas o yemas de los dedos retroceda, además de que ayudan para agarrar y manipular objetos; las garras se han adaptado y diversificado a través del tiempo, dependiendo de los hábitos alimenticios y de forrajeo de las especies, pero también de su tipo de hábitat, debido a que, al estar en los dedos, sirven para los diferentes tipos de locomoción.

 

Entre los mamíferos se pueden encontrar a los unguiculados (tienen garras y uñas) y los ungulados (tienen pezuñas). Una garra típica de mamífero cubre la parte distal superior y los lados del dedo con queratina cornificada (dura). Por lo general, tiene una terminación afilada y curva que se extiende por delante de la última falange del dedo; se comprime de manera lateral por lo que queda un espacio o ranura entre el dedo y la garra, el cual está relleno de tejido menos cornificado (más suave) llamado subunguis. La raíz está resguardada por un tejido protector (eponychium), y formada por dos capas: la más superficial, que es delgada y la queratina acomodada en láminas horizontales, y en la gruesa y profunda están de modo vertical.

 

Esta característica estructural de las garras les da una mayor fuerza y resistencia al desgaste, por lo que algunos carnívoros como los felinos las usan como armas para cazar. El caso de los felinos es especial debido a que, a diferencia de otros mamíferos, tienen un ligamento en la estructura de la última falange que hace posible que las garras sean retráctiles: así solo “habilitan” sus garras cuando voluntariamente las necesitan para atacar, comenzar a correr, tener más tracción en las pisadas o trepar en los árboles.

 

La capacidad de retraer las garras les permite un menor desgaste y que puedan ser utilizadas como “armas” para la captura de presas. La retracción de las garras sucede en el cacomixtle norteño, las suricatas, martas y otras pocas especies; generalmente de hábitos arborícolas, las retraen para moverse sobre rocas y extraen para trepar a los árboles.

 

La forma de las garras varía, dependiendo de cómo son usadas las extremidades: las hay alargadas y fuertes, que son utilizadas como palas para excavar como en los armadillos y topos; largas, curvas que sobresalen de la falange, como en los perezosos y en los murciélagos, que son manejadas como ganchos para colgarse boca abajo, diseño que les permite sujetarse de las ramas de los árboles sin tener que emplear fuerza muscular. Las nutrias, focas, los lobos, leones y elefantes marinos tienen pequeñas garras que apenas sobresalen de las falanges y les sirven para incrementar el agarre en superficies lisas y resbaladizas.

 

Una de las modificaciones de las garras son las uñas que se diferencian de las primeras al solo contar con una capa delgada y superficial y tener una matriz ancha, redondeada y visible a simple vista. Las uñas solamente están presentes en los primates; en los humanos, la matriz es la porción blanca llamada lúnula; además, sobresalen muy poco de la almohadilla de la falange (huella digital) y no son afiladas. Algunos primates como los lémures y titíes tienen uñas que se asemejan más a las garras; les ayudan a sostenerse de árboles verticales, en vez de solo usar las ramas. Los changos de América, como el mono araña o el mono aullador, tienen las denominadas tegulas que son equivalentes a uñas curveadas longitudinalmente y comprimidas lateralmente, consideradas como estructura intermedia entre garras y uñas.

 

El término úngula o unguis significa plano, y se usa para nombrar a la otra modificación de las garras conocidas como pezuñas. Estas estructuras son las más cortas y anchas y forman una cubierta cilíndrica incompleta que cubre la porción distal del dedo; es por ello que los animales que poseen pezuñas se les denomina ungulados; en ellos, las pezuñas están formadas por láminas de queratina y tienen túbulos que contribuyen a la dureza, por lo que pueden soportar grandes cargas de compresión e impacto. Su forma y consistencia ayudan a que los animales que las poseen puedan asirse de sustratos casi lisos como las cabras de monte o tengan mejor tracción si son digitígrados (que caminan solo apoyando los dedos).

 

 

Autores

El doctor en Ciencias Sergio Ticul Álvarez Castañeda es investigador titular E, adscrito al Programa de Planeación Ambiental y Conservación en el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR). La doctora Alina Gabriela Monroy-Gamboa es posdoctorante en el mismo Programa del CIBNOR (correo: beu_ribetzin@hotmail.com).


Dirigir sus comentarios al doctor Álvarez-Castañeda, en el correo sticul@cibnor.mx.