Ciencia España , Burgos, Viernes, 18 de mayo de 2012 a las 14:00

La Universidad de Burgos y el Cenieh, en el hallazgo del primer resto óseo neandertal en el Alto Valle del Jarama

El fragmento corresponde al dedo pulgar del pie izquierdo de un adulto neandertal y presenta una mordedura de un pequeño animal, posiblemente un zorro

CGP/DICYT Investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), en colaboración con la Universidad de Burgos y el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) de Burgos, entre otras instituciones, han descubierto el primer resto óseo de Homo neanderthalensis en el yacimiento Jarama VI, en el Alto Valle del Jarama (Guadalajara). El fragmento corresponde al dedo pulgar del pie izquierdo de un adulto neandertal y presenta una mordedura de un pequeño animal, posiblemente de un zorro.


“Hasta la fecha conocíamos la presencia de neandertales en el yacimiento de Jarama VI (Alto Valle del Jarama, Guadalajara) por los restos de sus actividades tecnológicas pero no habíamos encontrado ningún resto paleoantropológico”, explica Jesús Jordá Pardo, investigador del departamento de Prehistoria y Arqueología de la UNED y uno de los autores del estudio.


Ahora, los investigadores han descubierto un resto óseo de Homo neanderthalensis, en concreto, uno de los huesos de la planta del pie, el metatarsiano que corresponde al dedo pulgar del pie izquierdo de un adulto.

El hallazgo, publicado en la revista Journal of Human Evolution, ha contado con la participación también de la Universidad Rovira y Virgili, el Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social y el Museo Nacional de Ciencias Naturales.

El resto fósil encontrado presenta una peculiaridad ya que pudo ser mordido por un animal. “Las características que presenta la superficie del hueso, entre las que hemos podido detectar una fractura producida por masticación así como una raya oblicua y unas pequeñas estrías y fosas, corresponden a las incisiones producidas por la dentición de un carnívoro de pequeño tamaño, probablemente un zorro”, comenta Jordá Pardo.

 

Contrastado con las colecciones de la Sima de los Huesos

Para la determinación taxonómica del hueso, éste se ha comparado con otros metatarsianos de neandertales de diferentes yacimientos de España, Francia e Israel. También se ha contrastado con las colecciones de la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca (Burgos) y con restos de humanos modernos.

Según las dataciones radiocarbónicas realizadas por los investigadores, estos restos humanos tendrían entre 30.000 y 40.000 años de antigüedad, una horquilla cronológica que coincide con la de los últimos neandertales de la Península Ibérica, según la información de la UNED recogida por DiCYT.

Sin embargo, el fragmento podría ser incluso anterior, puesto que el yacimiento está siendo analizado por las universidades de Oxford (Reino Unido) y Colonia (Alemania), mediante técnicas de datación más sofisticadas que podrían precisar mejor este espacio de tiempo. Los resultados se publicarán en los próximos meses.

Con independencia de la fecha exacta, el valor del hallazgo radica en que los restos de neandertales no abundan en el interior de la Península Ibérica, luego el fragmento se une a la breve lista de yacimientos conocidos de la provincia de Guadalajara (cueva de Los Casares y cueva de Los Torrejones) y de Madrid (yacimiento Camino y cueva de la Buena Pinta).

Una vida nada fácil

Junto al resto óseo, los investigadores han estudiado todas las evidencias líticas (hechas de piedra) que permiten reconstruir el proceso tecnológico utilizado por estos neandertales para tallar las diferentes materias primas utilizadas como cuarzo, cuarcita y sílex. De hecho, el yacimiento Jarama VI es conocido por ser muy rico en utensilios de piedra del Musteriense, realizados con estos materiales.

El grupo de neandertales que habitaban en el abrigo rocoso empleaba estos instrumentos para cazar, destazar los animales, descarnar huesos o limpiar pieles. Como prueba de estas actividades, los investigadores han encontrado restos óseos de la fauna consumida, como caballos, ciervos, rebecos y cabras, en cuyas superficies se observaron evidencias de manipulación antrópica, como fracturas y marcas de corte, que se diferencian muy bien de las marcas de carnívoros. Además, se han recuperado restos de micromamíferos aportados al yacimiento por la acción de aves rapaces nocturnas.

A la vista de todos estos utensilios y fósiles, los científicos aseguran que el grupo humano neandertal que habitaba allí lo hizo durante un extenso período. “Se trataría de una comunidad de neandertales que habitaron durante un largo período de tiempo la fachada sur del Sistema Central, donde ocupaban las cuevas y los abrigos rocosos que se abren en las calizas mesozoicas”, detalla Jordá Pardo.

Los restos demuestran que la población neandertal de Jarama VI habitó la zona durante una época en la que el clima era mucho más frío que ahora. Además, en ese período se produjo un ascenso brusco del nivel del río Jarama, lo que obligó a la comunidad a abandonar el asentamiento por un tiempo, ante la inundación de la cavidad en la que habitaban. “La vida no era fácil durante el Pleistoceno Superior para estos antiguos habitantes del centro de la Península Ibérica”, concluye el investigador.