Salud Brasil São Paulo, São Paulo, Viernes, 16 de abril de 2021 a las 12:30
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La incidencia del COVID-19 en una liga regional del fútbol brasileño es una de las más altas del mundo

Investigadores analizaron casi 30.000 test de RT-PCR que se realizaron 4.269 deportistas en el transcurso de 2020, y el 11,7 % arrojó resultados positivos, un índice equivalente al de los profesionales de la salud que actúan en la primera línea

AGENCIA FAPESP/DICYT – Un estudio realizado en la Universidad de São Paulo (USP), en Brasil, revela que la incidencia de la infección provocada por el nuevo coronavirus entre futbolistas del estado de São Paulo durante la temporada 2020 fue del 11'7 por ciento, un índice equivalente al de los profesionales de salud que actúan en la línea de frente de combate a la enfermedad.

 

Para llegar a esa cifra, los autores analizaron retrospectivamente casi 30.000 test de RT-PCR que se realizaron 4.269 atletas que juegan en los ocho torneos de la Federación Paulista de Fútbol (FPF) –la liga responsable de la organización de los campeonatos oficiales del estado de São Paulo–, de los cuales seis son masculinos (la Copa Paulista, el Sub-23, el Sub-20 y las tres divisiones del Campeonato Paulista) y dos femeninos (el Campeonato Paulista y el Sub-17). En total, fueron 501 pruebas que confirmaron la presencia del SARS-CoV-2. También se analizaron 2.231 test aplicados a integrantes de los equipos de apoyo (profesionales de la salud, comisión técnica, dirigentes, utileros, etc.) y 161 dieron positivo, es decir, un 7 por ciento.

 

“Es una tasa de ataque muy superior a la que observa en otros países. En la liga danesa de fútbol, por ejemplo, fueron cuatro resultados positivos entre 748 atletas testeados [un 0,5 por ciento]. En la Bundesliga [la liga de Alemania], fueron ocho casos entre 1.702 jugadores [un 0,6 por ciento]. Incluso en Catar, donde existe un riesgo moderado de transmisión comunitaria, la cantidad fue menor que acá: fueron 24 positivos entre 549 analizados [un 4 %]. Comparados con los otros casos de los cuales existen registros, por ende, nuestros jugadores se infectaron entre tres y 24 veces más”, le comenta a Agência FAPESP Bruno Gualano, docente de la Facultad de Medicina (FM-USP) y coordinador de la investigación.

 

En el estudio referido, cuyo artículo aún se encuentra en proceso de revisión por pares, los autores afirman que existe probablemente una subestimación en las cifras. El grupo tuvo acceso a la base de datos del laboratorio que realiza las pruebas por solicitud de la FPF. Pero los jugadores de los equipos que disputaron torneos nacionales contaron con la opción de hacer los test en laboratorios contratados por la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF). Por lo tanto, esos resultados no quedaron contemplados en el análisis.

 

De cualquier modo, los datos de São Paulo indican que el virus afectó igualmente a las mujeres y a los varones evaluados. En tanto, cuando se comparan los resultados de los atletas y de los miembros del staff, se nota que la tasa de ataque fue mayor en el primer grupo. Con todo, los casos graves fueron más frecuentes en el segundo grupo, que tiene un promedio de edad más alto y sus condiciones de salud son más heterogéneas.

 

“Este es un dato que preocupa. Los pocos casos graves –entre ellos uno de una persona que falleció– se registraron entre los integrantes del staff. Si bien nuestros datos indican que los atletas tienden a desarrollar únicamente síntomas leves o que cursan la afección asintomáticos, pueden operar como vectores de transmisión comunitaria. En general son personas con una vida social muy activa”, afirma Gualano.

 

El investigador remarca que la política que prevé el rastreo de contactos nunca se implementó en Brasil y, por eso mismo, no es posible medir el impacto de las infecciones secundarias provocadas por los jugadores en sus hogares o en sus círculos sociales.

 

Dónde reside el riesgo

 

Debido a las medidas de distanciamiento social implementadas en el estado São Paulo en marzo de 2020, los partidos de fútbol se suspendieron temporalmente y se reanudaron el día 14 de junio. Para minimizar el riesgo de transmisión del COVID-19, el Comité Médico de la FPF elaboró un protocolo que prevé el testeo frecuente de los atletas y de sus equipos de apoyo, el aislamiento de los infectados, el rastreo de contactos (dentro del ambiente deportivo) y una serie de medidas de higiene.

 

“Los casos surgieron siempre cuando se salió del protocolo”, afirma Moisés Cohen, presidente del Comité Médico. “Es un ambiente controlado, donde los riesgos se monitorean y se minimizan en la medida de lo posible: se realizan test cada dos o tres días. Con quienes salen [de la concentración] y luego regresan, los test son diarios. También implementamos el rastreo de contactos en casos de RT-PCR positivos y todos los cuidados de protección, tales como los EPI [equipos de protección individual] y el alcohol en gel”, explica.

 

Según Gualano, el riesgo de transmisión del virus durante los partidos se ha mostrado bajo efectivamente. Pero existen otros factores que comprometen la eficacia del protocolo, que el profesor de la FM-USP considera técnicamente adecuado.

 

“Funcionaría bien si se lo aplicase en Dinamarca o en Alemania. Se cuenta en gran medida con el sentido común de los atletas, a quienes se los orienta a ir de los Centros de Entrenamiento a sus casas y a mantener el distanciamiento social y las medidas no farmacológicas de protección durante sus horas de descanso. Pero acá en Brasil muchos de ellos no siguen esas reglas y no sufren ningún tipo de sanción por ello. Además, se viaja mucho para disputar los partidos. Los equipos de los clubes menores viajan en autobuses, comen en restaurantes y así quedan probablemente más expuestos que los jugadores de élite. Nuestra desigualdad social permea también al fútbol”, dice Gualano.

 

Este estudio deja evidente que algunos equipos fueron mucho más afectados. Uno de ellos llegó a registrar 36 casos positivos, de los cuales 31 fueron durante un mismo mes. Siete equipos registraron más de 20 casos confirmados y 19, diez o más casos. Para Cohen, esos los brotes constituyen las consecuencias de la ruptura del protocolo.

 

Gualano ve con gran preocupación la reanudación del Campeonato Paulista dos semanas después de que los partidos fueron suspendidos en el estado de São Paulo el día 11 de marzo, frente al recrudecimiento de la pandemia y a la emergencia de variantes virales más agresivas. Pese a la suspensión –que terminó el día 10 de abril por determinación de la gobernación del estado– los partidos venían realizándose en Volta Redonda, un municipio del estado vecino de Río de Janeiro.

 

“Mientras no se mitigue la transmisión del COVID-19, cualquier sector que reabra se erige como un riesgo elevado de contagio. La única alternativa segura consistiría en aislar completamente al fútbol dentro de una burbuja, tal como lo hizo la NBA [la Asociación Nacional de Básquetbol de Estados Unidos], a un costo de 170 millones dólares. O se cierra o se aísla”, sostiene el profesor de la FM-USP.

 

La investigación se realizó en el ámbito de la coalición Deporte-COVID-19, conformada por investigadores del Hospital de Clínicas de la FM-USP, el Hospital Israelita Albert Einstein, el Hospital del Corazón (HCor), el Complejo Hospitalario de Niterói, la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), el Instituto Dante Pazzanese de Cardiología y Núcleo de Alto Rendimiento Deportivo, con el apoyo de la FPF. Este consorcio tiene el objetivo de realizar el seguimiento y analizar las posibles consecuencias de largo plazo del COVID-19 entre jugadores de fútbol y otros atletas de élite.

 

Aparte de Gualano y Cohen, dos becarios doctorales de la FAPESP suscriben el artículo: Ana Jéssica Pinto e Ítalo Ribeiro Lemes.