La exposición a un ruido intenso altera el procesamiento del sonido
JPA/DICYT Marco Antonio Izquierdo, científico del Instituto de Neurociencias de Castilla y Léon, ha llevado a cabo una investigación que se proponía estudiar los cambios que se producen en el sistema nervioso auditivo tras un trauma acústico, es decir, un sonido muy intenso. Esta exposición altera la forma en que el cerebro procesa el sonido, de manera que el análisis de estos cambios resulta fundamental a la hora de desarrollar implantes auditivos más eficaces, según ha expuesto el investigador en una tesis doctoral sobre este tema.
"La sociedad está muy expuesta al ruido, usamos de forma abusiva los MP3 y hay un exceso de sonido en las discotecas", pone como ejemplos Izquierdo en declaraciones a DiCYT. "Hoy en día se están probando nuevas prótesis auditivas basadas en implantes en el colículo inferior, el núcleo que estudiamos nosotros", continúa. Por eso es importante conocer bien cómo degenera el cerebro auditivo frente a un trauma acústico, puesto que a partir de esa información "podremos intentar repararlo gracias a las nuevas prótesis que se están desarrollando para el colículo inferior", añade.
Una parte de su tesis, Reorganización de las respuestas neuronales en el colículo inferior de la rata tras exposición a un ambiente acústico modificado y trauma acústico, dirigida por Manuel Sánchez Malmierca y Miguel Ángel Merchán, trata de la exposición a un ambiente acústico enriquecido, es decir, una sobreestimulación a un tono de una frecuencia concreta. Estimular a los niños con sonidos es bueno, ya que durante un determinado periodo de desarrollo la plasticidad del sistema nervioso es máxima, de la misma manera que ocurre al aprender un idioma, que se hace con más facilidad a una edad temprana. En este sentido, "estamos intentando ver qué sucede cuando a los animales les sometes a un estímulo enriquecido con una determinada frecuencia y hemos observado que se registra una expansión de las zonas del cerebro que responden a esa estimulación".
Los científicos han comprobado que existe un área concreta del cerebro que se dedica más a responder a un estímulo que otras. Así, "se ha visto que si a un modelo de trauma se le aplica un protocolo de estimulación se previene la reorganización del procesamiento del sonido característica del trauma acústico". En definitiva, esto quiere decir que puede ser útil el entrenamiento auditivo tras un trauma acústico.
Este trabajo puede servir para mejorar los implantes del colículo inferior, "una estructura sobre la que no se ha investigado mucho en este aspecto, puesto que la estructura plástica por excelencia es la corteza auditiva". Sin embargo, también en el colículo inferior hay una gran plasticidad, como ha demostrado también este estudio, que se ha llevado a cabo con ratas. "El modelo que hemos generado es muy interesante y podríamos hacer otro tipo de pruebas para caracterizar mejor cómo ocurre la degeneración que hemos observado. Los interesaría ver, por ejemplo, cómo se altera la expresión génica en el colículo", agrega Izquierdo.