La disminución de áreas verdes beneficia a los mosquitos transmisores del Zika y otras enfermedades
AGÊNCIA FAPESP/DICYT - Puede considerarse que la urbanización y la consiguiente disminución de las áreas verdes en las ciudades han desatado una verdadera fiesta para los mosquitos transmisores de enfermedades, tales como el Aedes aegypti (del dengue) y el Culex quinquefasciatus (de la filariasis linfática).
Estos mosquitos, que están más adaptados a las áreas urbanas, se ven beneficiados por la merma que se registra en la población de otras especies. Y en el municipio de São Paulo, esta relación no es diferente. Esto fue lo que se comprobó durante un estudio a cargo de investigadores de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo, en Brasil, realizado en marco del BIOTA, el Programa de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad creado por la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo (FAPESP).
Con la colaboración del Centro de Control de Zoonosis y del Departamento de Parques y Áreas Verdes del municipio, se capturaron 37.972 especímenes de la familia Culicidae, que comprende a especies conocidas popularmente como mosquitos o zancudos. Los análisis posteriores realizados en laboratorio demostraron que pertenecían a 73 especies y 14 géneros diversos.
Si bien la recolección de ejemplares –realizada en nueve parques municipales monitoreados en el marco del estudio– apunta hacia la existencia de una rica diversidad de especies en la ciudad de São Paulo, la investigación demostró que existe un problema en cuanto a la distribución y a la composición de esas especies en las áreas verdes del municipio.
Entre los resultados difundidos en un artículo publicado en Scientific Reports se encuentra la constatación de una tendencia a la disminución de las especies de mosquitos. Por eso los vectores de patógenos que causan enfermedades en humanos terminan beneficiándose adaptativamente.
De los insectos capturados durante el estudio, el 68% pertenecía a cinco especies: Culex nigripalpus, Aedes albopictus, Cx. quinquefasciatus, Ae. fluviatilis y Ae. scapularis. También se hallaron otras especies de vectores –Cx. declarator, Ae. aegypti, Cx. chidesteri, Limatus durhami y Cx. lygrus– con mayor frecuencia en los parques urbanos.
“Existe una relación entre el tamaño de las áreas verdes y la diversidad de las especies. Las áreas verdes menores tienden a poseer un subconjunto de las especies encontradas en las áreas verdes mayores: existe una tendencia que indica que la fauna de mosquitos de las áreas menores está formada fundamentalmente por vectores”, dijo uno de los autores del estudio, Antônio Ralph Medeiros-Sousa, doctorando en la Facultad de Salud Pública de la USP con beca de la FAPESP.
De acuerdo con Medeiros-Sousa, en escenarios de fragmentación y disminución de las áreas verdes, los mosquitos vectores se ven beneficiados debido a la extinción de las especies más silvestres.
“Están más adaptados al medio urbano, y con el achicamiento progresivo de las áreas verdes, las especies más silvestres van desapareciendo, en tanto que las más urbanas, precisamente las más aptas para la transmisión de patógenos, de alguna manera dominan el territorio”, dijo.
El estudio también mostró que existe una gran variación en la riqueza de especies entre los parques monitoreados. Se capturaron 16 especies en el Parque Ibirapuera, que posee 1,58 km² de área, en tanto que en el Parque Anhanguera (de 9,5 km²) se hallaron 47 especies. Como era de esperarse, los fragmentos menores de áreas verdes son más susceptibles a los trastornos ambientales, cuyos efectos aparecen fundamentalmente en relación con la permanencia de especies de escasa abundancia.
“Resulta bastante significativo el hecho de haber recolectado casi 50 especies de mosquitos dentro de un área verde de una ciudad. No esperábamos llegar a esa cantidad. Fue una sorpresa, aun cuando sabíamos que en algunas áreas, como en el propio Parque Anhanguera, habría una diversidad más elevada, precisamente a causa de su extensión”, dijo Medeiros-Sousa.
Aun con la comprobación de la mayor concentración de mosquitos vectores –siete de los ocho más comunes son vectores de patógenos en humanos–, los científicos destacan que no es posible afirmar que existe un riesgo mayor de transmisión de patógenos, sino tan sólo una posibilidad mayor de contactos entre mosquitos vectores y humanos.
“No quiere decir que habrá enfermedades. Existe otra cuestión determinante de la existencia de enfermedades que es la presencia de los patógenos, tales como los virus del dengue, del Zika o de la fiebre amarilla. Lo que muestra el estudio es que hay un desequilibrio, con una menor diversidad de especies en áreas menores y menos preservadas”, dijo otro autor de la investigación, Mauro Marrelli, profesor asociado de la Facultad de Salud Pública de la USP y director de tesis de Medeiros-Sousa.
Según los autores, los datos recabados durante el estudio ponen de relieve la necesidad de la realización de otros trabajos que apunten a entender de qué manera la pérdida de especies puede tener efectos en lo que hace al riesgo de transmisión de enfermedades infecciosas en las áreas urbanas.
Islas verdes
La relación entre el área y la diversidad se explica según la Teoría del Equilibrio de la Biogeografía de Islas, formulada en la década de 1960 por los ecólogos estadounidenses Robert MacArthur y Edward Osborne Wilson. De acuerdo con esta teoría, la riqueza de especies presentes en islas constituiría un equilibrio dinámico entre las tasas de inmigración y de extinción, que se ven afectadas de acuerdo con el tamaño y con el grado de aislamiento de la isla. Esta misma teoría puede aplicarse a los parques y las áreas verdes urbanas, que forman territorios aislados (islas) debido a la urbanización.
En el caso de los mosquitos, que tiene un corto tiempo de vida y se desplazan a través de distancias cortas –dejando de lado los eventuales casos de dispersión mecánica, que es cuando los insectos se desplazan al entrar en un coche, por ejemplo–, la extinción tendría un impacto aún mayor sobre el equilibrio de las especies.
“Demostramos que el modelo de la Teoría de la Biogeografía de Islas también se aplica al municipio de São Paulo. Observamos también que cuanto menores son las áreas verdes, la tendencia apunta hacia una mayor similitud de especies, dado que aquéllas que están mejor adaptadas al ambiente urbano tienden a ser seleccionadas. En nuestro estudio, vimos que casi el 70% de los mosquitos corresponde a tan sólo cinco especies. Y esto sí que es un problema”, dijo Marrelli.
Los mosquitos forman un grupo sumamente diverso, con más de 3.500 especies conocidas. Por ende, los estudios referentes a su diversidad en espacios verdes urbanos resultan útiles tanto para dilucidar los procesos que rigen los patrones de diversidad en los ecosistemas urbanos como para entender el papel de la biodiversidad en la disminución o en el aumento del riesgo de transmisión de patógenos.
En este trabajo, el equipo de investigadores realizó capturas mensuales entre 2011 y 2013 en nueve parques municipales de São Paulo: Alfredo Volpi, Anhanguera, Burle Marx, Chico Mendes, Ibirapuera, Piqueri, Previdencia, Santo Dias y Shangrilá.
Referencia bibliográfica | |
Puede leerse el artículo titulado Mosquitoes in urban green spaces: using an island biogeographic approach to identify drivers of species richness and composition (doi:10.1038/s41598-017-18208-x), de Antônio Ralph Medeiros-Sousa, Aristides Fernandes, Walter Ceretti-Junior, André Barreto Bruno Wilke y Mauro Toledo Marrelli, en Scientific Reports, en el siguiente enlace: www.nature.com/articles/s41598-017-18208-x. |