Medio Ambiente España , Soria, Miércoles, 24 de junio de 2020 a las 11:05

La crisis ocasionada por la peste negra del siglo XIV favoreció el resurgimiento de los bosques de montaña mediterráneos

Algunos de los árboles más ancianos de las montañas mediterráneas se establecieron en el territorio en un momento muy concreto de la historia: tras una crisis sanitaria y social debida al brote de esta enfermedad

DICYT - Un reciente estudio internacional publicado en la revista Global Change Biology, demuestra que la inestabilidad social y sanitaria por la epidemia de la peste negra de los siglos XIV-XV, unido al comienzo de la Pequeña Edad del Hielo, conllevó un cambio profundo en el uso de los pastos de montaña. Los investigadores sostienen que este hecho permitió la expansión de los bosques de montaña de la cuenca mediterránea.

 

La relación entre la naturaleza y el hombre es dinámica y en dos direcciones, un pulso de ida y vuelta. Pandemias y guerras han generado crisis a lo largo de la historia de la humanidad. Cuando uno de estos eventos ha tenido lugar, sus consecuencias económicas y sociales han sido duraderas. Sin embargo, los efectos de estas crisis en la configuración actual de los paisajes de montaña todavía se desconocen. Además de los documentos históricos, la información que albergan los árboles más antiguos de nuestro continente, nos ayuda a entender la dimensión de estos cambios.

 

Un reciente estudio encabezado por el investigador Gabriel Sangüesa Barreda (Campus de Soria de la Universidad de Valladolid), en colaboración con investigadores de la Universidad de la Tuscia (Italia), la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia (Alemania), la Universidad de Cambridge (Reino Unido), y el Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC, España), demuestra que los impactos de la peste negra fueron mucho más profundos y duraderos de lo que se pensaba. En este estudio, los autores analizan tres bosques únicos en el sur de Europa que por su longevidad albergan algunos de los pinos más viejos de Europa, superando los 1000 años de vida. Dichos bosques están situados en montañas mediterráneas como los Pirineos, Pollino (sur de Italia) y el Monte Smolikas (noroeste de Grecia). En estos tres sitios, alejados por miles de kilómetros, se encontró que muchos árboles germinaron y se establecieron en el territorio en un momento muy concreto, que coincide con el periodo posterior al comienzo de la peste negra.

 

La crisis sanitaria y social ocasionó el abandono de los pastos de montaña

 

Tras siglos de uso intensivo del paisaje de la alta montaña en la época medieval, en el que los pastos de montaña suponían un recurso fundamental para la población, la epidemia de peste conllevó un descenso demográfico abrupto en el medio rural. Esto condujo al cese o la ralentización de las actividades agrícolas y ganaderas de montaña. "Tras un tiempo de restauración de los terrenos degradados, las zonas pastoreadas fueron dominadas por especies arbóreas, es decir, el bosque dominó en los lugares que le habían sido arrebatados" afirma el Dr. Gabriel Sangüesa.

 

Además, aproximadamente a mediados del siglo XV, el clima cambió hacia condiciones más frías y húmedas, y comenzó un periodo inestable conocido como la Pequeña Edad del Hielo, que probablemente también tuvo un papel determinante en el abandono de las prácticas ganaderas de alta montaña. Según Sangüesa, “Los árboles viejos y bosques maduros, presentes en lugares remotos y bien conservados, son testigos de estos hechos históricos”.

 

Una visión del pasado

 

Para determinar el momento exacto en el que los árboles se establecieron en el terreno, los autores utilizaron la dendrocronología, que es la ciencia encargada de la datación y estudio de los anillos de crecimiento de los árboles y permite conocer su edad, su crecimiento anual, y también el momento exacto en el que germinaron. Los bosques analizados son únicos por su longevidad y su estado de conservación.

 

Conocer la historia de estos bosques nos transporta a un viaje hacia el pasado, en el que podemos imaginar las idas y venidas de los paisajes de montaña de los últimos siglos. Por ello, “su conservación es primordial para no perder estos últimos reductos de bosques viejos y árboles ancianos que preservan legados históricos”, comenta el Dr. J. Julio Camarero del Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC).

 

Diferencias con la actual pandemia de la COVID-19

 

Durante los últimos meses, la COVID-19 ha irrumpido a escala mundial creando una alarma sanitaria sin precedentes en la sociedad moderna. La dimensión de las consecuencias económicas y sociales todavía se desconocen. En el pasado encontramos episodios similares, como la epidemia de gripe “española” de 1918, pero mucho antes y de forma más importante, la peste negra del silo XIV, que diezmó la población europea. Se estima que entre el 30 y el 60 por ciento de la población europea murió por la peste negra.

 

Además, los pastos de montaña están mostrando una nueva colonización por parte de los bosques desde mediados del siglo XX. Esta vez, los cambios no están ocasionados por la COVID-19 sino por al abandono de los usos tradicionales del paisaje. Las temperaturas más cálidas por el cambio climático y el incremento de concentraciones de nitrógeno y CO2 en la atmósfera también pueden estar favoreciendo que esa expansión sea más rápida.

 

El confinamiento debido a la COVID-19 nos está dejando imágenes impensables hoy en día: animales que campan a sus anchas por las calles, aguas cristalinas donde antes reinaba la turbiedad, aire con un nivel de contaminación en mínimos históricos. En ningún caso podemos equiparar la actual epidemia con lo sucedido en el siglo XIV-XV, pero este estudio nos muestra como las crisis sanitarias y sociales pueden condicionar la dinámica actual de nuestros bosques de montaña y dejar legados que perduran siglos.

 

 

 

Referencia
Reference: Sangüesa-Barreda, G., Esper, J., Büntgen, U., Camarero, J.J., Di Filippo, A., Baliva, M. & Piovesan, G. (in press). Climate-human interactions contributed to historical forest recruitment dynamics in Mediterranean subalpine ecosystems. Global Change Biology. Doi: 10.1111/gcb.15246