Alimentación Colombia , Colombia, Jueves, 21 de julio de 2016 a las 09:17

La adaptaci贸n de los cocodrilos a su territorio, monitorizada por sat茅lite

La Universidad Nacional de Colombia libera a los animales para seguir y analizar su comportamiento

UN/DICYT “Federico”, “Cristina”, “Miriam” y “Jhon” son los nombres de los cocodrilos liberados que han realizado recorridos de varios kilómetros y que son analizados por los expertos de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) por medio del monitoreo satelital.

 

Aunque los cuatro reptiles, llevados a la serranía de La Macarena el 31 de octubre de 2015, ya mostraban desde meses anteriores una reintroducción exitosa a este hábitat, las observaciones y análisis aún continúan para hacer más efectivos los planes de manejo.

 

Según explicó Rafael Moreno, biólogo de la Universidad, se comienzan a ver patrones de movimiento interesantes, asociados con la época de pluviosidad que atraviesa la zona. Con las lluvias, los ríos se crecen y la oferta de hábitat para estos animales aumenta.

 

Luego de que alcanzaran su adultez en la Estación de Biología Tropical Roberto Franco de la U.N. en Villavicencio, “Cristina” y “Federico” fueron liberados en el río Guayabero, posteriormente, se establecieron en un territorio, aunque su rango de actividad puede considerarse restringido.

 

“Sus recorridos se mantienen entre seis y cuatro kilómetros, pero es interesante la exploración que están realizando en los pequeños caños. Todos estos datos nos van ayudando a conocer un poco más sobre la exploración de la especie, porque se creía que solo habitaba en ríos grandes”, añadió el biólogo Moreno.

 

Para futuros estudios de las poblaciones en otros lugares de la Orinoquia, se espera tener en cuenta estos caños y ríos de menor tamaño, principalmente en la época de mayor pluviosidad.

 

“Miriam” aumentó su rango de acción, según reportes anteriores se desplazaba aproximadamente cuatro kilómetros y los datos recientes indican que en los últimos tres meses ha doblado esa distancia y se dirige hacia el occidente del río Lozada.

 

Por el contrario, “Jhon” ha sido considerado un “cocodrilo viajero”, debido a que su rango de acción pasó de 34 a 80 kilómetros. Incluso ya entró al departamento del Guaviare.

 

Este comportamiento se debe a que es un macho joven y suelen ser errantes, probablemente por la presencia de machos más grandes que lo desplazan un poco. Sin embargo, esto también ayuda a la variabilidad genética de las poblaciones.

 

Gracias al cruce de la frontera por parte de este cocodrilo, se responde a la pregunta hasta dónde se deben extender los planes de manejo para evitar posibles interacciones entre las personas y estos reptiles.

 

En este caso Cormacarena y Corpoamazonia deben empezar alianzas para hacer una mejor reintroducción de animales depredadores, puesto que estas acciones van más allá de las fronteras políticas y administrativas.

 

Con la reintroducción de los cuatro cocodrilos se espera que pronto ocurra un evento reproductivo para que la población mejore su desempeño y aumente en número de individuos.

 

Los cuatro reptiles son monitoreados por medio del satélite Argos a partir de las señales emitidas por los transmisores que les fueron instalados. Hasta ahora se han recibido más de 12.000 datos. Además, se estima que 8.000 de ellos son de buena calidad y ofrecen una ubicación exacta de cada animal.

 

La información llega en tiempo real vía satélite a una cuenta de correo y puede ser consultada desde computadores y teléfonos inteligentes. Además, al entrar a la página “Navegando con el cocodrilo del Orinoco” (http://rafamorearias.wix.com/cocodrilodelorinoco) los visitantes podrán encontrar la bitácora de los cuatro reptiles que incluye los datos de su ubicación.

 

Pero el trabajo no termina allí. El siguiente paso será caracterizar los sitios preferidos por los cocodrilos, crear mapas y ubicar las zonas que más frecuentan.

 

También, se reunirá información de cómo las personas están utilizando el río, que determine sus actividades y horarios para conocer el uso del hábitat del cocodrilo.

 

Así se identificarán los puntos críticos donde se pueden presentar conflictos entre los humanos y la vida silvestre.

 

“Con esto enfocaremos un plan para disminuir la vulnerabilidad de los eventos negativos, así como establecer nuevos sitios para hacer una liberación con más individuos y en una mayor cantidad de sitios”, concluyó el investigador.