Investigan plantas con antioxidantes prometedores en el campo de la cosmética
UDEA/DICYT Al llegar a cierta edad, verse en el espejo es encontrar en la piel nuevas señales del paso del tiempo y de los factores ambientales. En el proceso natural del envejecimiento, que comienza en la adolescencia, nuestras células son continuamente agredidas por la radiación ultravioleta y por las toxinas de los alimentos y el aire.
Afortunadamente, las plantas, esas magníficas fábricas de compuestos, “nos ofrecen agentes para detener un poco esos daños que envejecen la piel, y que pueden ser aprovechados por la industria cosmética”, como explica Edison Javier Osorio, coordinador del Grupo de Investigación en Sustancias Bioactivas (GISB) de la Universidad de Antioquia.
El GISB, junto con el grupo de Investigaciones Agroindustriales la Universidad Pontificia Bolivariana y con el Centro de investigación farmacéutica (CECIF) explora estas posibilidades en un proyecto financiado por el fondo de CT&I del Sistema General de Regalías y operado por la Gobernación de Antioquia. En este se busca desarrollar productos cosméticos a partir de plantas medicinales, aromáticas, condimentares y afines (PAMCyA).
Romero, tomillo, yacón, estragón, caléndula, manzanilla… uno pensaría primero en una saludable infusión, más que en cosméticos. Pero es que las plantas aromáticas tienen un riqueza tal en sustancias bioactivas que pueden apoyar en muchas otras áreas. Solo hay que encontrar la planta apropiada y explorar con rigor sus beneficios y usos.
Un total de 19 plantas habían sido determinadas por la Gobernación de Antioquia como “plantas de interés prioritario para el departamento”, partiendo de un trabajo de la Cadena Productiva de PAMCyA. Varias de estas fueron seleccionadas tras revisar la información científica sobre su composición y bioactividad, por ser prometedoras para el cuidado de la piel.
Propiedades de las plantas
Las especies elegidas pasaron a segunda ronda, en las que sus extractos son sometidos a múltiples análisis químicos y biológicos para saber cuáles de estas son potenciales para elaborar cosméticos.
“Si bien las propiedades de varias de estas plantas han sido estudiadas previamente por investigadores internacionales, no conocemos la variabilidad química o biológica que pueden ofrecer estas especies al crecer en nuestras condiciones ambientales”, explica Osorio Durango.
Se contactaron cultivadores de varios municipios del oriente antioqueño que producen incluso para mercados internacionales. Un material que, como indica Osorio, “es de muy buena calidad, pero sin ningún valor agregado; así no se mira como materia prima para desarrollo de productos”.
En el proyecto se buscaron extractos con propiedades antioxidantes y que controlen ciertas enzimas que degradan las proteínas de la piel. “Como esta actividad es un indicador claro para el desarrollo de productos cosméticos, el criterio sirve para seleccionar las plantas que serán sometidas a pruebas más estrictas”, indica el investigador.
Los antioxidantes son ciertos compuestos que logran hacer algo muy importante: capturar y anular los radicales libres, esos trozos de molécula, de corta vida, que para completarse se enganchan a moléculas orgánicas como las de los tejidos animales, a menudo destruyéndolas y causando así degradación de tejidos y el consiguiente envejecimiento.
Otro frente de batalla contra el envejecimiento tiene que ver con las enzimas y su labor de acelerar procesos químicos. A veces esta labor no es tan beneficiosa. “La piel tiene una serie de proteínas, por ejemplo el colágeno, y hay una serie de enzimas que degradan esas proteínas, como las colagenasas”, explica el investigador.
“Nos interesaba mirar la actividad de los extractos sobre la actividad de estas enzimas”. Fueron seleccionadas algunas metaloproteinasas, como colagenasa y elastasa, entre otras enzimas que podrían ser controladas con un producto cosmético, con claros beneficios para la piel.
Luisa Fernanda Duque, química de la Alma Mater, cursa el master en Ciencias Farmacéuticas y Alimentarias y hace su investigación en este aromático proyecto. “Es interesante ver como especies que se consumen casi a diario, o que son tan familiares para nosotros, presentan actividades adicionales a la actividad antioxidante, en algunos casos con valores realmente altos, en comparación con los controles”, comenta.
Las tres finalistas
Tras las pruebas químicas, tres plantas han sido seleccionadas por sus propiedades que las hacen prometedoras para la cosmética. A estas todavía les faltaba una fase más: probar su actividad sobre células vivas cultivadas en laboratorio. “En cultivos in vitro miramos cómo actúa un extracto sobre células concretas de la piel, por ejemplo los fibroblastos, y si tiene efecto en ciertos procesos relacionados con la producción de metaloproteinasas”.
Los investigadores someten las células a diferentes niveles de radiación ultravioleta (diferentes longitudes de ondas) lo que causa una degradación celular. Luego se aplican los extractos de las plantas y se evalúa si ayudan a revertir ese efecto dañino de la radiación ultravioleta.
Encontrar este efecto protector sería fundamental, pues los fibroblastos son las células que generan buena parte de las proteínas que dan la elasticidad y resistencia a la piel, como el colágeno. Como indica el coordinador del GISB, “conociendo la composición química de los extractos y su modo de acción, podríamos dirigir la atención en la elaboración de extractos enriquecidos en las sustancias bioactivas, que puedan servir como materia prima para la industria cosmética”.
En ese momento, entran en acción los grupos aliados. En la UPB se encargarán de determinar el mejor método y condiciones de secado para las plantas seleccionadas y el mejor método de extracción. “Esto con el fin de obtener los extractos que presenten la mayor actividad biológica buscada”, señala Carlos Augusto Hincapié Llanos, del grupo de Investigaciones Agroindustriales de dicha institución.
“El equipo de UPB espera entregar al proyecto tres procesos de extracción optimizados (uno para cada planta) que permitan obtener extractos con la mayor actividad biológica posible”, complementa Hincapié.
El CECIF, por su parte, hará los estudios de preformulación, es decir, la composición experimental con la que se generarán dos prototipos de cosméticos, y generará los prototipos. “Desde el inicio determinamos con el GISB las características deseadas para el producto final”, comenta Ana María Puertas Arbizu, investigadora del Centro. “A partir de ahí, se realizan pruebas de control de calidad a las materias primas y excipientes que formarán parte de ese prototipo (estamos en este proceso en estos momentos) y estudios de preformulación”. Cuando se tengan los prototipos, se les realizará control de calidad y estudios de estabilidad.
Los resultados menos visibles son, sin embargo, de inmenso impacto: conocimiento de primera mano sobre las propiedades de la PAMCyA que se cultivan en Antioquia, nuevas líneas de investigación en el campo y la demostración de que se puede añadir valor a los productos de nuestra región.