Hallan una nueva especie de reptil volador en la Patagonia
CONICET/DICYT En lengua tehuelche, Allkaruen significa ‘antiguo cerebro’ y koi quiere decir ‘laguna’. El nombre elegido por los investigadores para esta nueva especie de pterosaurio – es decir, un reptil volador – se refiere a dos hechos asociados con su descubrimiento. Primero, que el estado de preservación de sus fósiles permitió estudiar en mayor detalle la anatomía del cerebro de los pterosaurios y su evolución. Y, segundo, que esta especie fue hallada en un ambiente de antiguas lagunas patagónicas.
Diego Pol, investigador principal del CONICET en el Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF) del Chubut y uno de los autores del trabajo publicado en la revista científica PeerJ, explica que estos reptiles voladores son los antecesores de los pterodáctilos y compartían con ellos algunas características.
“Tenían el cuarto dedo, que vendría a ser el anular, muy alargado porque en él se insertaba la membrana de las alas, similar de alguna forma a la de los murciélagos. Allkaruen koi era relativamente pequeño: la envergadura alar era de aproximadamente un metro y medio, es decir que tenía el tamaño de un ave como una gaviota”, dice.
Esta especie tenía un hocico muy fino y alargado, con dientes puntiagudos y es muy probable que fuera piscívoro, ya que los ejemplares que se encontraron estaban cerca de depósitos lacustres o zonas costeras.
Imagen de un cerebro con recuerdos
Muchos de los restos de pterosaurios que se conocen están preservados en lajas, es decir en dos dimensiones porque fueron aplastados por los sedimentos que se acumularon sobre ellos. El hallazgo de este reptil volador trajo una sorpresa: el excelente estado de conservación de los fósiles en tres dimensiones, lo que permitió estudiar el cráneo con diferentes tecnologías.
“Una fue la tomografía computada, con lo cual pudimos reconstruir cómo era la anatomía del cerebro y pudimos comparar cómo eran las diferentes regiones del cerebro y cuán desarrolladas estaban”, comenta Pol.
Esto permite llenar un vacío en la cadena de evolución de los pterosaurios. Hasta ahora no se contaba con ejemplares tan antiguos ni tan bien preservados que permitieran comprender bien la evolución de su cerebro ni su relación con los enormes pterodáctilos.
“La preservación del neurocráneo, o caja craneana, permitió reconstruir la anatomía completa del cerebro y del oído interno en 3D, la cual solamente se conoce al día de la fecha en otras dos especies: Anhanguera del Cretácico de Brasil y Rhamphorhynchus del Triásico de Alemania. Allkaruen representa un estadio intermedio entre esas dos especies”, analiza Ariana Paulina Carabajal, investigadora adjunta del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA, CONICET-UNCOMA).
El neurocráneo, explica, es una estructura compleja formada por numerosos huesos, cuya función es encerrar y proteger el cerebro y los órganos de los sentidos. El gran estado de preservación de estos fósiles permitió realizar un molde digital, que fue analizado a través de microtomografías. Esta técnica permite hacer ‘cortes’ o rodajas virtuales del cráneo para observar las estructuras internas sin destruir el material, y hoy en día es una de las herramientas más usadas en paleoneurología.
“En la evolución de los pterosaurios se había podido reconstruir el cerebro en una especie muy primitiva y de una especie muy evolucionada, casi de las últimas. Y cuando se compararon se vio que había una modificación muy grande de toda la anatomía cerebral en la evolución de los pterosaurios. Allkaruen koi, con su gran estado de preservación, viene a aportar información sobre un estadío intermedio en la evolución de los cerebros de los pterosaurios, que se adaptaron para poder vivir volando y alimentarse”, dice Pol.
Y es que el vuelo es el tipo de locomoción más complejo que apareció durante la evolución. Solo hay tres casos de vertebrados que evolucionaron al vuelo: las aves, los pterosaurios y los murciélagos.
Para que un animal desarrolle capacidades para volar tiene que vencer la gravedad. Se modifica su esqueleto para que sea más liviano y se convierten los miembros anteriores en alas para que tengan capacidad de propulsión. Además el vuelo requiere una modificación completa de todos los sentidos para hacerlos extremadamente agudos y sensibles porque cualquier error de cálculo en un aterrizaje o en el equilibrio puede resultar en la muerte.
Esos cambios se reflejan en el mayor o menor desarrollo de determinadas estructuras cerebrales. “Por ejemplo, el cerebelo – encargado de controlar el equilibrio – estaba más desarrollado en los pterosaurios, lo cual indica un buen desarrollo del reflejo vestíbulo-ocular y una gran dependencia de la estabilización visual y coincide con su necesidad evolutiva de controlar mejor este aspecto”, comenta Carabajal.
En esto, la anatomía del cerebro de Allkaruen se asemeja a la de las aves vivientes, donde los hemisferios cerebrales están muy expandidos, los bulbos olfatorios son pequeños y los lóbulos ópticos están muy desarrollados, lo cual demuestra que el sentido de la visión era uno de los más importantes para esta especie.
“Su evolución es uno de los temas menos conocidos porque por su adaptación al vuelo tenían huesos extremadamente delicados como los de las aves de hoy en día. Sólo en condiciones muy específicas se preservan los restos de estos reptiles voladores. En este contexto, el hallazgo de un nuevo reptil volador se vuelve muy significativo”, concluye Pol.