Alimentación Argentina , Argentina, Miércoles, 28 de enero de 2015 a las 17:30

Hallan los fósiles de serpientes más antiguos conocidos

En un artículo publicado en la revista ‘Nature Communications’, un equipo científico de Canadá, Estados Unidos, Australia y Argentina ha comprobado que las serpientes existían 70 millones de años antes de lo previsto

SINC/DICYT Investigadores de la Universidad de Alberta (Canadá), la Universidad del Medio Oeste (Estados Unidos), el Museo de Australia del Sur y la Fundación de Historia Natural Félix de Azara (Argentina) han descrito los fósiles de serpientes más antiguos conocidos hasta la fecha. Los nuevos fósiles retrotraen el primer registro de serpientes unos 70 millones de años y desafían las teorías anteriores que sugerían que la cabeza de la serpiente se desarrolló después de la evolución de su cuerpo alargado.


Como explica el argentino Sebastián Apesteguía, investigador del CONICET y jefe de Paleontología de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara (CEBBAD-Universidad Maimónides), se ignora mucho aún acerca del origen de las serpientes. “Uno de los mayores problemas que tenemos con estos animales es que, en pocas palabras, no sabemos qué son. Es decir, sabemos que son lagartos, pero dudamos y discutimos acerca de si son parientes de los varanos o monitores, de los lacértidos y téidos, de los ánguidos o las anfisbenas. Esto ha generado una escisión mayor entre los especialistas, los marinistas y los terrestristas, que defienden que las serpientes se originaron en el medio acuático o en el medio terrestre, respectivamente”, resume el experto.


Para profundizar en esta disyuntiva, los científicos necesitan conocer más acerca de la anatomía de las primeras serpientes para determinar a qué lagartos se parecen más y finalmente resolver no sólo cuánto hace que se originaron, sino también a qué grupo de lagartos corresponden.


En el presente trabajo, publicado en la revista Nature Communications, el equipo de científicos ha analizado fósiles almacenados en los cajones de las colecciones de los museos. Bajo la sospecha de que las serpientes eran más antiguas de lo establecido (unos 100 millones de años, en el Cretácico Superior), el grupo liderado por el canadiense Michael Caldwell de la Universidad de Alberta en Edmonton, se dedicó a revisar fósiles del Jurásico considerados hasta ahora “como lagartos poco comunes”, apunta Apesteguía.


Cuatro nuevas especies de serpientes


Los análisis permitieron describir cuatro nuevas especies de serpientes (Portugalophis, Eophis, Parviraptor y Diablophis) procedentes de de Inglaterra, Portugal y Estados Unidos, cuyos fósiles datan desde hace 167 a 143 millones de años (Jurásico Medio-Cretácico Infeior), lo que remonta el primer registro de serpientes unos 70 millones de años atrás.


A nivel evolutivo, aunque estudios recientes habían sugerido que las primeras serpientes “eran básicamente lagartos sin patas, con una cabeza como la de cualquier lagarto”, el estudio actual sugiere lo opuesto, “que las primeras poseían cabezas de serpiente en cuerpos poco especializados”. De hecho, como explica el investigador argentino, “el alargamiento del cuerpo y la pérdida de patas son hechos frecuentes en casi todos los grupos de lagartos vivientes, los escíncidos, ánguidos, cordílidos, gerrosáuridos, gimnoftálmidos, gecónidos y pigopódidos. Todos ellos tienen algún integrante sin patas (ápodo)”.


En cuanto a la discusión entre marinistas y terrestristas, dado que Portugalophis procede de bosques pantanosos, Eophis y Parviraptor de lagunas costeras y Diablophis de ambientes de tierra adentro, “sigue siendo difícil decir cuál fue el ambiente original en el que evolucionaron las serpientes, pero está claro que aún en el Jurásico Medio ya eran un grupo bien diversificado, donde cada grupo se había especializado en ambientes diferentes”, concluye.

 

 

 

Referencia bibliográfica:
Caldwell, M. W., Nydam, R. L., Palci, A. y Apesteguía, S. (2015). “The oldest known snakes from the Middle Jurassic-Lower Cretaceous provide insights on snake evolution”, Nature Communications, 6:5996, DOI: 10.1038/ncomms6996 | www.nature.com/naturecommunications