Alimentación España , Salamanca, Jueves, 17 de noviembre de 2016 a las 19:51

“Europa tiene que decidir justo ahora qué hacer con las nuevas tecnologías de edición genómica”

El reconocido investigador Pere Puigdomènech ofrece una conferencia en el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA-CSIC)

José Pichel Andrés/DICYT El Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA-CSIC) ha recibido hoy la visita de Pere Puigdomènech, reconocido científico del Centro de Investigaciones en Agrigenómica (CRAG) de Barcelona. En la conferencia ‘Los genomas de las plantas que comemos’, dentro del ciclo 'Qué sabemos de... Charla con el CSIC en Salamanca', el experto ha realizado un repaso por la historia de la agricultura, centrándose en las enormes posibilidades que ofrece el conocimiento y las tecnologías que el ser humano posee hoy en día para lograr una mejor alimentación.


“Es un conocimiento muy interesante para todos, una parte de nuestra cultura”, afirmó en declaraciones a DiCYT. “Si nuestros abuelos vieran la enorme cantidad y variedad de alimentos que tenemos cuando vamos a una tienda cualquiera, estarían absolutamente sorprendidos. Por desgracia, no ocurre en todas las partes del mundo, pero en un país como el nuestro, que no ha vivido en la abundancia, en este momento tenemos un acceso extraordinario a los alimentos en cuanto a variedad y calidad”.

 

Todo comenzó hace 12.000 años, cuando se identificó un número reducido de especies vegetales que se domesticaron. “Desde entonces hemos ejercido una acción sistemática y continuada para mejorar las variedades y desde que conocemos las Leyes de Mendel, a mediados del siglo XIX, la mejora se ha hecho de una forma más dirigida”, señala Puigdomènech. “Ahora, con las herramientas moleculares podemos entender lo que se ha hecho hasta ahora y realizar aproximaciones más eficientes, rápidas y directas”.

 

Desde finales del siglo XX, los científicos están secuenciando el genoma de las plantas y, tras conocerlo, pueden realizar modificaciones como introducir nuevos genes que les confieran las características deseadas, por ejemplo, lograr cultivos más resistentes a plagas y condiciones ambientales adversas o más nutritivos. Son los conocidos como cultivos transgénicos, que en Europa sufren fuertes restricciones, aunque al final los países del Viejo Continente acaban importando millones de toneladas para piensos animales.


Sin embargo, la reciente irrupción de la tecnología de edición de genes o CRISPR, abre nuevas posibilidades e interrogantes. “Europa tiene que decidir justo ahora qué hacer con las nuevas tecnologías de edición genómica. Los americanos ya lo han hecho. Aquí, la Comisión Europea está dudando muchísimo y la decisión es muy importante”, afirma el especialista.

La edición de los genes supone que no es necesario incorporar nuevos genes, sino que manipulando los ya existentes se pueden obtener los resultados deseados. “Hasta ahora hemos aprovechado la variabilidad natural que existen entre poblaciones de plantas, pero en la actualidad la podemos crear”, comenta.

 

Las dudas de la Comisión Europea

 

La Comisión Europea está retardando la decisión sobre permitir o no la edición genómica, lo cual podría ser la manera de superar el debate sobre los transgénicos, al lograr sus mismos efectos sin tener que modificar el genoma. “El problema es que las directivas europeas definen la modificación genética de forma ambigua. Por otra parte, estas nuevas tecnologías van a dar resultados que son indistinguibles de la variabilidad que ocurre de forma espontánea. Teniendo en cuenta que Estados Unidos ya están aprobando algunas variedades modificadas por CRISPR, ¿qué vamos a hacer cuando llegue un cargamento de maíz creado por edición genética y con qué argumentos?” se pregunta Puigdomènech. El criterio siempre ha sido “garantizar la seguridad alimentaria”, agrega.

 

En su centro de investigación, que pertenece al CSIC, a la Universidad de Barcelona y al IRTA (Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias) se llevan a cabo tanto investigaciones básicas como aplicadas. En sistemas modelo como la planta Arabidopsis thaliana, algunos investigadores tratan de entender procesos esenciales de la fisiología de los vegetales, por ejemplo, cómo regulan su ritmo circadiano, el reloj interno por el que saben si es de día o de noche y la estación del año para saber cuándo florecer.


Otros grupos se ocupan de investigar los patógenos que pueden afectar a los cultivos; de los carotenos, pigmentos que protegen a las plantas y son fuentes de vitaminas; e incluso de sustancias que les permiten comunicarse.


El equipo de Puigdomènech marcó un hito recientemente al secuenciar el genoma del melón. Actualmente y con el apoyo de las herramientas moleculares, los investigadores del CRAG estudian otros cultivos del máximo interés, como el melocotón o el almendro. Sus resultados son transferidos a empresas que son capaces de aprovechar los conocimientos colocando mejores productos en el mercado.