Estrés: factor desencadenante de la hipertensión
MSPBS/DICYT El estrés o cansancio es considerado actualmente un factor de riesgo para el desarrollo de la hipertensión arterial. También se encuentra inmerso el carácter genético en el que se destaca principalmente la edad y los antecedentes familiares, y el psicosocial, en cuya área se encuentran incluidos los comportamientos que hacen a una persona más vulnerable a padecer este trastorno tales como, hábitos inadecuados de alimentación, consumo exagerado de sal, poca o nula actividad física (sedentarismo), el consumo de tabaco y alcohol, todos contribuyen al incremento del nivel de presión.
Contar con una presión arterial alta puede generar múltiples complicaciones al organismo, sostiene el director del Programa Nacional de Control Cardiovascular, Dr. José Ortellado. Puntualizó que entre las complicaciones se puede observar un agrandamiento del corazón como consecuencia del aumento del espesor del músculo de este órgano vital dando lugar a la hipertrofia ventricular izquierda. Otra consecuencia notoria es el trastorno de la visión que puede desencadenar en una ceguera.
“Si no se controla la crisis hipertensiva puede ocasionar derrame cerebral e incluso insuficiencia renal. Disección de la aorta”, advirtió Ortellado.
Indicó que todas estas complicaciones agudas tienen alta tasa de mortalidad. “La primera causa de fallecimientos en el país es a raíz del infarto del miocardio seguido del derrame cerebral y en tercer lugar se halla la insuficiencia cardiaca, males asociados con el incremento de presión arterial”, precisó el titular del Programa Cardiovascular.
Informó que la prevalencia de hipertensión en el país es de 46.8%. Esto es, de cada 10 personas, 5 son hipertensas. La franja más afectada con este factor de riesgo es la adulta, según mencionó.
“La hipertensión está muy relacionada con la alimentación, principalmente con el consumo excesivo de sal, embutidos, panificados, incluso la ingesta de bebidas gaseosas contribuyen al incremento de la presión”, resaltó.
Para contrarrestar este factor de riesgo, el referente sanitario señala que lo importante es mantener una dieta saludable, reducir el consumo de sal, evitar el tabaquismo e incluir la práctica de ejercicios físicos. Esto debe ir acompañado del control periódico de la presión, por lo menos una vez por semana. El Dr. José Ortellado recomienda que la toma de presión debe efectuarse a partir de los cinco años de edad, principalmente a niños/as con sobrepeso y obesidad y a aquellos que cuentan con padres hipertensos.
Esta práctica se viene implementando progresivamente desde los consultorios pediátricos de Salud Pública.