En cinco años la mayoría de mexicanos presentará problemas de dolor crónico
UNAM/DICYT Se prevé que en cinco años la mayoría de los mexicanos presentarán problemas de dolor crónico a causa de diversas enfermedades cardiovasculares como cáncer, diabetes mellitus ó artritis reumatoide, aseguró Benjamín Domínguez Trejo, investigador de la Facultad de Psicología (FP) y señaló que en México el dolor crónico es un problema de salud pública en aumento. El dolor crónico se define como un síndrome que cuenta con un componente sensorial (nocicepción) y uno afectivo: una emoción negativa, intensa e invasiva que puede estar o no relacionada con lesiones biológicas. Tiene una duración mayor de seis meses que logra incapacitar al ser humano, explicó el investigador.
La oferta terapéutica para el manejo de esta enfermedad es la médico farmacológica (los analgésicos suaves y fuertes). Hoy, se ha comprobado que a través de métodos psicológicos se puede ayudar a los pacientes a que modifiquen su estado emocional.
Los procedimientos y técnicas terapéuticas no-invasivas o psicológicas que se utilizan son sencillas y pueden ayudar a los pacientes a que modifiquen su estado emocional. Se han realizado mediciones que permiten cerciorar la efectividad que tiene cada enfermo de regular sus emociones, lo que se denomina capacidad modulatoria emocional.
Con el objetivo de saber el nivel de modulación, el investigador creó un termómetro electrónico que ejecuta mediciones periféricas; cuando la temperatura de las manos es baja, significa que el sujeto está tenso, y viceversa. Por esta investigación, hace tres años el Instituto de Ingeniería de la UNAM le otorgó el premio Leon Bialik, en innovación tecnológica.
Cálculos de músculos faciales
Con ayuda de su equipo de trabajo, también perfecciona cálculos de músculos faciales, así como el efecto que provocan estas señales corporales y verbales; a través de estas expresiones, se producen cambios en el funcionamiento interno de los pacientes afectados por cáncer y dolor. “En realidad, este trabajo lo hace la gente en la vida cotidiana para cambiar su estado emocional o el de otro individuo; la diferencia es que nosotros utilizamos ese conocimiento y lo perfeccionamos para ayudar a los dolientes”, aseveró.
Primero, dijo, se evalúa si el paciente es capaz de producir “regulación emocional” por su propia cuenta; después, se mide la capacidad y disposición de cada sujeto para modificar su estado de ánimo. Posteriormente, se demuestra que los procedimientos que utilizan pueden mejorar estas fases y finalmente cercioran que al obtener una respuesta positiva el enfermo requiere menor uso de analgésicos, aumenta su calidad de vida, mejora sus relaciones familiares y algunas veces puede regresar a trabajar; esas labores forman parte de las actividades del grupo de investigación clínica "Mente-Cuerpo" de la FP.
La mayoría de las mujeres ejecutan con mayor facilidad este tipo de cambios a diferencia de los hombres, el problema es que la neocorteza cerebral, la parte del cerebro que regula los cambios emocionales porque en esta zona se realiza la producción de significados, es decir, que se etiquetan los estímulos, en este caso el dolor, destacó.
Por esta razón, dijo, es difícil que logren deliberadamente modificar su actitud porque “lo atribuyen” o creen que es un castigo divino o que a pesar de todo, no dejarán de sufrir. Por ejemplo, la experiencia de comer chile para los mexicanos es común, sabemos que al principio es un estímulo agresivo (la capsaicina), pero a través de la socialización aprendemos no sólo a tolerarlo, sino a cambiarle totalmente el significado original y lo convertimos en placentero.
Este proceso lo pueden aprender algunos pacientes y pueden reestructurar cognoscitivamente el significado de su dolor. Para ello, se utiliza la “analgesia hipnótica” que funciona parecido a la analgesia con el uso de opioides sintéticos.
Sin embargo, concluyó, lo más efectivo, es el apoyo social de la familia y amigos porque son ellos quienes influyen para superar este tipo de situaciones; por tanto, se deben cultivar relaciones afectivas, defensa natural contra las enfermedades, incluso, las crónicas.