Salud México , México, Miércoles, 17 de diciembre de 2008 a las 14:12

El uso indiscriminado de antibióticos incrementa la resistencia de bacterias en sistemas acuáticos

Un grupo de investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México han encontrado trazas de fármacos en muestras de agua de distintos ambientes

UNAM/DICYT La presencia de antibióticos en sistemas acuáticos ha provocado que las bacterias que ahí habitan se hagan resistentes a la acción de esas sustancias. Microorganismos, como algunas cepas de escherichia coli, son controlados con esos contenidos dentro del cuerpo humano; si el tratamiento es eficaz, el organismo patógeno muere, pero una parte considerable del medicamento es desechado a través de la orina y las heces, vertidas a las aguas negras, que son reultilizadas para riego de campos de cultivo. Pero si el fármaco no funciona, las bacterias pueden adquirir resistencia a la panacea y transferirla a otras, una vez que sean arrojadas al drenaje, según informa la Universidad Autónoma Nacional de México.

 

El interés por analizar esos organismos, que en algún momento estuvieron en el tracto digestivo fue saber qué sucedía con ellos al ser introducidos al ambiente y, en este caso, a concentraciones subinhibitorias de fármacos. De acuerdo con sus estudios, las bacterias presentan factores de resistencia a panaceas viejas y nuevas. Según la prueba MIC (Concentración Mínima Inhibitoria), están expuestas a esas sustancias no sólo en el aparato digestivo en un tratamiento, sino también en el ambiente al que son desechadas, pero ahí a bajas concentraciones.

 

El panorama se torna grave, pues su resistencia induce el empleo de mayores concentraciones de antibióticos para su tratamiento, lo que puede propiciar procesos tóxicos, indicó la investigadora y presidenta del Colegio de Biólogos de México. Otro de los inconvenientes incide en la salud pública, pues se acorta la vida media de los medicamentos y se hace necesaria la creación de otros para proteger a humanos y animales sujetos a régimen.

 

Mal uso de los fármacos

 

Es necesario descontinuar tratamientos que se han vuelto débiles, y echar mano de otros a los que no tengan resistencia los microorganismos. Aunque si los médicos y la comunidad hacen mal uso de ellos, y las aguas negras son manejadas de modo inadecuado, su eficiencia seguirá decreciendo. El inconveniente es que, en ocasiones, se prescribe a la ligera y, aunado a ello, la población mexicana tiene acceso a estos fármacos sin receta, aseguró.

 

 A su vez, la doctora Christina Siebe, investigadora del Departamento de Edafología del Instituto de Geología de la UNAM, precisó que la importancia de estas investigaciones radica en analizar el impacto de las aguas negras sobre los ecosistemas, pues sólo un porcentaje bajo de los desechos de 21 millones de habitantes del Valle de México pasa por una planta de tratamiento, mientras que la mayor parte son vertidos directamente a los sistemas acuáticos o canales de riego. Además, el empleo de antibióticos está pensado para combatir a microbios específicos y patógenos que afectan a los animales y al hombre, pero en el ambiente muchos de estos compuestos pueden dañar a un grupo importante de microorganismos benéficos, encargados de realizar procesos biogeoquímicos trascendentes para el reciclaje de nutrimentos, señaló. Ante esta situación, es necesario identificar las panaceas diluidas en el agua y en los suelos, para analizar su concentración y la manera en que los afectan. Para ello, se monitorean las sustancias con base en el consumo de los medicamentos en México; además, se evalúan las cantidades que se consumen, y por qué rutas se dispersan en el ambiente.

 

Ambas investigadoras participan en un proyecto multidisciplinario sobre el comportamiento de fármacos en el ambiente, junto con científicos de otras entidades de la UNAM, del Instituto Nacional de Salud Pública, y de instituciones alemanas. Uno de los objetivos es que la información que se genere tenga una utilidad amplia como beneficios y aportaciones al conocimiento científico; mejor entendimiento de los procesos; saber cómo y dónde actúan estas sustancias, y a quiénes afectan; además, influir en los tomadores de decisiones en salud pública, para que consideren los resultados en favor de la población y del ambiente.

 

 Por esa razón, las especialistas se han dado a la tarea de incorporar en el programa a epidemiólogos y médicos en general, así como a especialistas con conocimientos en el mercado de los fármacos, microbiólogos, ingenieros y geocientíficos ambientales, para discutir de manera conjunta las repercusiones de producir, consumir y verter de manera indiscriminada este tipo de panaceas al ambiente, señalaron.