El Sistema Solar se pudo originar en la vecindad de una estrella seis veces mayor que el Sol
CSIC/DICYT Un equipo internacional liderado por el astrofísico del CSIC Josep Maria Trigo ha descubierto que el origen de algunos de los elementos radioactivos encontrados en los meteoritos más primitivos, cuya datación se remonta a la época de formación del Sistema Solar, pudo proceder de una estrella de seis masas solares atravesando la última fase de su vida a su paso por la vecindad solar. Según el estudio, esto explicaría el origen de los componentes radioactivos hallados en los meteoritos más primitivos, aquellos que se remontan a la formación de nuestro Sistema Solar. El estudio aparece en la revista Meteoritics & Planetary Science.
El equipo de investigadores señala que los isótopos radioactivos podrían proceder de una antigua estrella del tamaño de seis masas solares en los últimos momentos de su vida. Estos elementos podrían haber desempeñado un papel esencial en la evolución de los primeros bloques constitutivos de los planetas rocosos que forman el Sistema Solar.
Hasta el momento, existían distintas teorías sobre el origen de los elementos radioactivos que se incorporaron a los primeros materiales sólidos que formaron los meteoritos no estaba claro. Los meteoritos más primitivos han preservado en su interior esos materiales primigenios porque proceden de asteroides pequeños que no llegaron a convertirse en planetas. Son, por lo tanto, el único registro tangible del origen del Sistema Solar. Las teorías apuntaban a que esos núcleos radioactivos, especialmente de aluminio y el hierro, podrían proceder de una supernova cercana que habría dispersado estos elementos en el momento de su explosión, aunque esta teoría no coincidía completamente con las observaciones realizadas.
Josep Maria Trigo, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña, señala los detalles del descubrimiento: “Este nuevo estudio proporciona el primer modelo astrofísico que reproduce las abundancias de estos elementos radioactivos en los primeros meteoritos, llamados condritas, sin necesidad de invocar la presencia de una supernova en la vecindad solar en los momentos iniciales de la formación del Sistema Solar”.
Los resultados obtenidos por el nuevo estudio sugieren que una vieja estrella cercana equivalente a seis soles, mucho menos energética y masiva que una supernova, pudo bastar para proporcionar los principales núcleos radioactivos retenidos en los meteoritos primitivos. “Gracias a este trabajo se ha comprobado que la proporción de isótopos radioactivos estimados en nuestros modelos de una estrella de seis masas solares coincide a la medida en los meteoritos primitivos”, señala Aníbal García, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias.
Formación planetaria
En general, las estrellas mayores que el Sol, en su proceso de envejecimiento, queman en su interior elementos cada vez más pesados, desde el hidrógeno hasta el hierro. En este proceso las estrellas aumentan su tamaño y algunas llegan a convertirse en gigantes rojas (estrellas en la rama asintótica de las gigantes o AGB de sus siglas en inglés), mientras que otras, las más masivas, por encima de ocho veces la masa del Sol, acabarían sus vidas explotando como supernovas. Ambos tipos de estrellas se hacen inestables al final de sus días, hasta que, en sus últimos latidos, expulsan al espacio las capas más externas de su atmósfera. Estos residuos son los ladrillos a partir de los cuales se construyen nuevas generaciones de
estrellas y planetas.
Según el estudio, los elementos radioactivos sintetizados en el interior de estrellas gigantes rojas cercanas, con masas aproximadamente seis veces mayor que la del Sol, habrían participado enriqueciendo la nebulosa a partir de la cual se formó el Sistema Solar sin necesidad de la contribución de estrellas más masivas, que habrían producido supernovas, como hasta ahora se suponía. La desintegración de esos isótopos en el interior de los primeros cuerpos o protoplanetas sería responsable del calentamiento interno que ayudó a que los primeros minerales se fundiesen y recristalizasen para dar lugar a los planetas rocosos y grandes asteroides. “El trabajo demuestra que de ese modo las abundancias de los principales núcleos radioactivos medidas en meteoritos serían perfectamente consistentes con los producidos por este tipo de estrellas”, señala Arturo Manchado, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias.
En el trabajo han participado los investigadores Josep Maria Trigo, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña; Aníbal García y Arturo Manchado, del Instituto de Astrofísica de Canarias; Pedro García Lario del European Space Astronomy Centre de Madrid; Mría Lugaro y Mark van Raai, de la Universidad de Utrecht; y Amanda Karakas del Observatorio Mount Stromlo de Australia.