El perezoso gigante que fascinó al mundo
MNCN/DICYT El megaterio (Megatherium americanum) del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) es una pieza excepcional. Es el primer vertebrado fósil de la historia que se montaba con la postura que supuestamente tendría en vida al objeto de exhibirlo publicamente. Además, gracias a los dibujos realizados por Juan Bautista Bru, tanto de los huesos aislados como del animal montado, el francés George Cuvier describió y dio nombre a esta especie.
Los restos fósiles de este enorme cuadrúpedo del Pleistoceno fueron descubiertos en 1787 por el fraile dominico Manuel de Torres en las barrancas del río Luján, cerca de Buenos Aires. Los huesos se guardaron en el palacio bonaerense del marqués de Loreto, virrey de La Plata, y posteriormente fueron embalados en siete grandes cajones y enviados a España en mayo de 1788, junto con dibujos del esqueleto completo y de los diferentes huesos.
El dibujante y taxidermista valenciano Juan Bautista Bru de Ramón (1740-1799) ocupa un destacado papel en la historia del megaterio. Bru fue nombrado pintor y disecador del Real Gabinete de Historia Natural en 1777, cargo que ocupó hasta su fallecimiento. Pero su trabajo no se limitó al de un mero técnico, sino que su inquietud le llevó a formarse como científico y naturalista, que conocía las publicaciones sobre historia natural aparecidas en castellano, latín y francés.
Nada más llegar el esqueleto del megaterio al Real Gabinete, en septiembre de 1788, Bru se puso a trabajar con él. En 1793, el valenciano ya había realizado un minucioso estudio anatómico, había montado el esqueleto y lo había instalado sobre un enorme pedestal en la sala de petrificaciones del Real Gabinete. También había elaborado una monografía sobre el tema con una detallada descripción y 22 dibujos, uno del esqueleto montado y el resto de los huesos sueltos, realizados en cinco láminas de gran tamaño que serían calcografiadas por Manuel Navarro, un prestigioso grabador de la época.
Sin embargo, la primicia del descubrimiento de un animal tan singular la dieron otros. Ocurrió que la monografía de Bru, por motivos que se desconocen, no llegó a editarse entonces aunque su preparación estaba muy avanzada. Eso permitió que el francés Phillipe-Rose Roume, un representante del gobierno francés que había visto el esqueleto del animal durante una visita al Real Gabinete en 1795, consiguiera un juego de pruebas de las planchas con los dibujos de Bru, que envió junto con una nota explicativa al Institut de France. Esta institución encargó a Cuvier (1769-1832), profesor del Muséum National d'Histoire Naturelle de Paris, un informe sobre el fósil que sería publicado en 1796 en la revista Magasin encyclopedique.
Fue entonces, cuando el ingeniero y naturalista catalán Joseph Garriga, molesto por el hecho de que fueran extranjeros los primeros que dieran la noticia de la existencia del esqueleto, convenció a Bru para que le vendiese el texto y los dibujos que había realizado. Con ese material publicó un folleto en 1796, que también incluía la traducción del artículo de Cuvier. En este artículo el zoólogo francés asignaba al fósil el nombre de Megatherium americanum y señalaba la afinidad del megaterio con los perezosos y otros desdentados, a los que situaba en la misma familia.
Cuvier tenía razón, M. americanum pertenece al superorden Xenarthra, un grupo de mamíferos sudamericanos con muchas más formas fósiles que actuales que incluye a los perezosos, osos hormigueros y armadillos. La descripción del megaterio constituye un hito en la historia de la anatomía comparada en la que Cuvier fue un pionero. Gracias a esta disciplina, el anatomista galo clarificó sus relaciones filogenéticas y dedujo que era un perezoso terrestre gigante y que sus parientes vivos más cercanos eran los perezosos arborícolas.
Con un tamaño semejante al de los elefantes actuales, el megaterio podía medir hasta 6 metros y pesar cerca de 5 toneladas. Formaba parte de la megafauna americana que se extinguió al final del Pleistoceno, hace entre 8.000 y 10.000 años. Eran animales herbívoros con pocas piezas dentales que podían erguirse sobre sus patas traseras y así alcanzar las hojas de los árboles. Llegados a este punto hay que señalar que el megaterio que se exhibe en el MNCN no fue montado en la posición anatómica correcta, como aparece en otros museos, sin embargo se ha respetado el montaje original por su valor histórico.
Un detalle que durante mucho tiempo ha pasado desapercibido es la incongruencia entre el esqueleto que se exhibe en el MNCN, que tiene cola, y la famosa lámina de Bru, en la que aparece sin ella. En el Archivo del MNCN existe abundante documentación sobre el megaterio, pero lamentablemente no está la lámina de Bru, publicada por J. Garriga en 1796. Sin embargo existe otra lámina, idéntica, en la que el megaterio aparece con cola, lo que nos lleva a pensar que a la plancha de M. Navarro pudo haberse incorporado la cola con posterioridad a 1854. Esta lámina actualmente puede verse en la exposición Cosmos que se celebra en la Biblioteca Nacional. Está lámina que estaba muy deteriorada, al igual que las otras láminas de Bru, ha sido restaurada por la Biblioteca Nacional para su exhibición.