Health Spain , Salamanca, Friday, September 24 of 2010, 17:49

El papel de las academias científicas en el siglo XXI

Artículo de Opinión de Carlos Gómez Canga-Argüelles, presidente de la Academia de Farmacia de Castilla y León

DICYT Aunque hay que remontarse al año 388 a.C. para conocer los orígenes de las Academias, es en el siglo XVII cuando, con el descubrimiento de los instrumentos científicos, surge un nuevo método de hacer ciencia: se pasa de la observación a la experimentación. En principio las universidades fueron reacias a estos cambios, y los científicos crearon unos centros independientes de las universidades: las academias y las sociedades científicas. De esta forma aparecen las academias en Roma, Florencia, Londres, Paris, Madrid y Sevilla.

 

En el año 1938, fue creado el Instituto de España, que está constituido por las ocho Reales Academias Oficiales establecidas en Madrid: Española, de la Historia, de Bellas Artes de San Fernando, de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de Ciencias Morales y Políticas, Nacional de Medicina, de Jurisprudencia y Legislación, y Nacional de Farmacia.

 

España ha experimentado en los últimos treinta años una transformación histórica en aspectos políticos, sociales, económicos y culturales. La Constitución Española ha configurado una nueva articulación territorial, otorgando amplias competencias a las Comunidades Autónomas. Las Academias no han sido ajenas a este devenir histórico. En Castilla y León, se ha regulado la creación de las Academias que tengan su sede central en esta Comunidad.

 

Un grupo de farmacéuticos de nuestra región, apoyados por el Consejo General de Colegios de Farmacéuticos de nuestra autonomía y por el claustro de profesores de la Facultad de Farmacia de Universidad de Salamanca, ha promovido la creación de la Academia de Farmacia de Castilla y León, con sede en Salamanca.

 

Nuestra Academia tendrá como misión especifica el fomento del estudio de las Ciencias Farmacéuticas y las ciencias relacionadas con la Farmacia así como el debate y la difusión de estos conocimientos. Asimismo, entre nuestros objetivos primordiales, reflejados en nuestros estatutos, debe estar informar a las autoridades sobre aquellas cuestiones que nos sean consultadas o cuanto pueda surgir espontáneamente por nuestra parte, llamando la atención sobre problemas que importan al desarrollo de las Ciencias Farmacéuticas o las Ciencias de la Salud.

 

El mundo del medicamento ha contribuido de forma muy importante al desarrollo espectacular de la medicina en las últimas décadas, aportando nuevos y más selectivos medicamentos. En los últimos años la farmacogénetica y la farmacogenómica han cambiado el paradigma de la terapéutica: ya no se trata solo de corregir un defecto metabólico sino de intentar reparar los genes defectuosos que lo producen.

 

La utilización de células madre en la terapia celular, son una nueva modalidad de tratamiento terapéutico al que no debe renunciar en participar el profesional farmacéutico. Si a ello añadimos el entorno de la salud pública , la alimentación y el medio ambiente, unidos siempre al mundo de las ciencias farmacéuticas, nuestra institución va a tener un inmenso campo de actividad académica.

 

Es evidente que en un mundo de enormes desafíos culturales, económicos y bioéticos, el papel de las Academias en el siglo XXI ha de ser diferente al de los tiempos pasados. Como decía Pedro Lain, actualmente en las Academias científicas no se hace la ciencia pero se debate y se transmite, permitiendo el dialogo entre docentes, investigadores y profesionales de las diferentes disciplinas tendiendo puentes entre las dos “culturas”, las Ciencias y las Humanidades” para alcanzar la “cultura” suma y resultado de ambas. Estas dos actividades, la de fomentar y debatir las ciencias farmacéuticas y la de estudiar los aspectos históricos y humanísticos serán dos de nuestras principales cometidos.

 

Por otra parte, las Academias modernas han de jugar también un papel muy importante en las grandes y delicadas cuestiones científicas sociales en la frontera de la ciencia y de la ética que se suscitan actualmente (fármacogenética, terapia celular, reproducción humana asistida...), porque por su capacidad de reflexión, libertad, independencia y rigor, aportan sosiego a estos debates, tan importantes, evitando caer en posiciones predeterminadas, y libres de cualquier otro interés o presión.

 

En resumen, fomentar y debatir las ciencias farmacéuticas, estudiar los aspectos históricos, culturales y humanísticos de la farmacia, y abordar los aspectos bioéticos de nuestra profesión serán los asuntos primordiales de nuestra Academia.