El MEH inaugura una muestra temporal sobre el mundo de las cuevas y de la espeleología
CGP/DICYT El Museo de la Evolución Humana (MEH) de Burgos ha presentado hoy exposición temporal La joya del Silo, que permanecerá abierta hasta el próximo 25 de septiembre de forma gratuita. La muestra pretende contribuir a la celebración del 60 aniversario del Grupo Espeleológico Edelweiss (GEE) y a difundir el conocimiento de cavidades del complejo kárstico de la Sierra de Atapuerca menos conocidas por no haber sido excavadas y que proporcionan una interesante información del funcionamiento del karst y de su ocupación en distintas épocas.
Esta exposición ha sido organizada por el MEH y el GEE de forma conjunta, con la colaboración del Museo de Burgos y muestra, a través de textos, fotografías, planos y recreaciones, el mundo de las cuevas y de la espeleología. Además, explica cómo es la Cueva del Silo; una red laberíntica de pequeños conductos que convergen en una galería principal, por la que circularon las aguas durante el Pleistoceno.
Esta información es conocida gracias a los trabajos realizados en esta cueva desde hace siglos y a los más recientes llevados a cabo por el GEE y por el Equipo de Investigación de Atapuerca. Precisamente durante uno de estos trabajos fue encontrado en 2004 el brazalete de oro de la Edad de Bronce que se muestra en esta exposición como pieza única excepcional.
Según la información del MEH remitida a DiCYT, la inagotable capacidad de sorpresa de Atapuerca queda simbolizada en esta joya misteriosa, fechada en el final de la Edad de Bronce (siglo XII-X antes de Cristo). Esta joya es en sí misma uno de los muchos alicientes del Espacio Cultural de la Sierra de Atapuerca. Según la ficha técnica elaborada por el Museo de Burgos, sus características morfológicas lo encuadran dentro del grupo denominado Villena-Estremoz, que se caracteriza por la presencia de piezas fundidas a la ‘cera perdida’ decoradas con estrías, púas, pirámides o calados dispuestos en series longitudinales y paralelas, elaboradas a partir de un original en cera trabajado en un torno, instrumento que también se utilizaba en el pulido final de la superficie.
El significado cultural de este tipo de piezas está sujeto a varias hipótesis, relacionadas con la extracción y la comercialización de determinadas materias primas. En este sentido, el intercambio de metales como el oro, cobre y estaño, o de productos básicos como la sal, pudieron ser los pilares fundamentales de las relaciones comerciales entre los territorios de la parte atlántica y el levante peninsular.
Partes de la exposición
La nueva muestra ha sido presentada por Aurora Martín, coordinadora general del MEH y Ana Isabel Ortega, del GEE, ambas comisarias de la exposición junto con Miguel Ángel Martín Merino, presidente del GEE. Se divide en cuatro ámbitos en los que se ofrecen datos para comprender cómo es la cueva, las intervenciones que han tenido lugar en ella, su significado dentro del laberinto de galerías que conforman el karst y las hipótesis que se barajan sobre su ocupación por los homínidos que poblaron la Sierra hace 3.000 años, aspectos que han sido estudiados por la doctora Ana Isabel Ortega.
La entrada de la Cueva del Silo no conserva ningún yacimiento en la actualidad. Los hallazgos de su interior (estaciones de arte rupestre y tizonazos, presencia de aislados silos excavados y restos de cerámicas prehistóricas o de enterramientos) hablan de un lugar con un simbolismo especial, en línea con lo que ocurre con otras galerías de Cueva Mayor como la propia Galería del Sílex.
En el interior de la galería principal se encuentra la Sala del Caos, donde se localizó el brazalete de oro oculto debajo de unos grandes bloques y depositado sobre una pequeña concavidad, en donde permaneció algo más de tres mil años. El hallazgo se relaciona con los grupos humanos que utilizaron el Portalón de Cueva Mayor como asentamiento principal, la Galería del Sílex como santuario y el Abrigo del Mirador y la Cueva de la Revilla como lugares sepulcrales desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce.
Reseña histórica e investigaciones | |
Francisco de Paula realizó la primera descripción de la Cueva del Silo en 1792. En 1868 los ingenieros de minas Pedro Sampayo y Mariano Zuaznávar confeccionaron un plano del entorno de Valhondo, en donde se puede observar la morfología de la entrada. En 1912 la cueva fue prospectada por el padre Saturio, el abate Breuil y Obermaier, que descubrieron un panel de grabados post-paleolíticos que resaltan la importancia arqueológica de esta cavidad. Como consecuencia de los trabajos de exploración y topografía llevados a cabo por parte del Grupo Espeleológico Edelweiss en 1965 se descubrieron nuevos grabados prehistóricos en otra galería y se consiguió enlazar esta cavidad con Cueva Mayor.
A partir de 1976, con los hallazgos de los restos humanos en la Sima de los Huesos y el inicio del Proyecto de Investigación dirigido por Emiliano Aguirre (1977-1991), se realizaron nuevos trabajos de prospección y topografía del karst que proporcionaron un mejor conocimiento (nuevas tipografías) y nuevos hallazgos arqueológicos (descubriendo más paneles con grabados post-paleolíticos). A partir de la década de los años noventa, con la nueva codirección del Proyecto de Atapuerca por parte de Eudald Carbonell, José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga -y Alfredo Pérez-González como responsable de los trabajos geológicos- las tareas desarrolladas pusieron de manifiesto la presencia de un karst multinivel, cuyas cavidades se originaron en paralelo al encajamiento y sucesivos niveles de estabilidad del río Arlanzón durante el Pleistoceno en los últimos dos millones de años. |