Tecnología España , Valladolid, Viernes, 19 de febrero de 2010 a las 18:05

El grupo de investigación CellMat desarrolla plásticos ignífugos mediante el uso de nanopartículas

La obtención de plásticos que no se quemen es una prioridad en ámbitos como la construcción o la aeronáutica

CGP/DICYT El grupo de investigación CellMat (Materiales Celulares) del Departamento de Física de la Materia Condensada de la Universidad de Valladolid trata de obtener plásticos que no se quemen mediante la incorporación de nanopartículas. El desarrollo de plásticos ignífugos es clave para sectores como el de la construcción, la aeronáutica o la automoción, donde cada vez se exigen más este tipo de materiales, tal y como ha explicado en declaraciones a DiCYT uno de los miembros del equipo de científicos vallisoletano, Miguel Ángel Rodríguez, quien ha participado esta semana en la XI Escuela de Materiales Moleculares celebrada en Peñafiel.

 

“La utilización de nanopartículas puede hacer que las propiedades de los plásticos mejoren de manera muy significativa y es algo que estamos aplicando en varios proyectos con la industria”, precisa el investigador, quien detalla que uno de ellos trata de evitar que determinados plásticos ardan con tanta facilidad, una paradoja si se tiene en cuenta que es una de las principales características de estos materiales.

 

A su juicio, existen muchas tecnologías para intentar que un plástico no se queme, aunque el CellMat se centra en la relacionada con la nanotecnología, la incorporación de nanopartículas como “nanotubos de carbono, nanoarcillas o nanofibras de carbono”, con lo que están obteniendo unos resultados “muy prometedores”.

 

Miguel Ángel Rodríguez ha trasladado esta experiencia a los participantes en la XI Escuela de Materiales Moleculares, cerca de 90 estudiantes de doctorado y máster, así como profesores e investigadores de primera línea de todo el país. Asimismo, ha relatado su participación en otros proyectos en el campo de las nanopartículas aplicadas a polímeros, como el Nancore. Este trabajo europeo persigue el desarrollo de nuevos materiales celulares para el aligeramiento de estructuras en la industria eólica y en las del transporte marítimo y ferroviario. Está financiado por el VII Programa Marco de investigación y cuenta con un presupuesto de 10 millones de euros.

 

Material rígido y ligero

 

En la actualidad, para realizar las palas se utiliza la madera de balsa, un material importado de Venezuela que cumple con los requisitos de rigidez y durabilidad pero que no es sostenible medioambientalmente. A juicio de Miguel Ángel Rodríguez, no tiene mucho sentido que se talen árboles para fabricar molinos y producir energía limpia. La meta es desarrollar un nuevo material basado en plásticos, ligero (con celdas que incorporen gas en su interior) y a la vez rígido (incluyendo nanoaditivos).

El proyecto tiene una duración de cuatro años y en su última fase se prevé la construcción de una pala con el nuevo material. Después se realizarán pruebas y si funciona, la idea es crear una fábrica donde se produzca el entramado celular.

 

El fin último de su ponencia en la Escuela, apunta el investigador, ha sido dar a entender a los jóvenes investigadores “que los conocimientos teóricos o fundamentales que están adquiriendo también tienen una vertiente de aplicación en la industria”.