El desierto sí está habitado por mamíferos
Alina Gabriela Monroy-Gamboa y Sergio Ticul Álvarez-Castañeda/CIBNOR/DICYT La vida en climas extremos a veces se puede tornar inimaginable, como sucede en los lugares cálidos y secos a los que se les denomina desierto. La misma palabra desierto indica que es un lugar desolado, donde no hay nada más que arena, calor y mucho sol. Sin embargo, los desiertos son ecosistemas llenos de vida, aunque no sea tan fácil de notarlo a simple vista. Los seres vivos en los que pensamos cuando nos referimos a un desierto son las grandes cactáceas, reptiles como serpientes y algunos arácnidos como tarántulas, alacranes y escorpiones. En el caso de los mamíferos, también se han adaptado a vivir bajo estos climas; pero la gran mayoría tienen actividad nocturna, para poder aprovechar las condiciones menos hostiles de la noche. La presencia de estas condiciones especiales de los desiertos ha producido en ellos un proceso de adaptación a los ambientes de baja cantidad de agua y extremadamente cálidos.
En la Tierra, los desiertos o áreas semidesérticas son los ambientes más comunes y ampliamente distribuidos, generalmente estos tipos de ecosistemas se ubican cerca de los trópicos de Cáncer y de Capricornio. Se pueden ubicar al interior de las regiones continentales como el Desierto de Chihuahua, México o el de Gobi de Mongolia y en las zonas costeras como el de Sonora que se extiende a la península de Baja California, México o el de Atacama en Chile y Perú. Para la formación de los desiertos tuvieron que ocurrir varios fenómenos. 1) Presencia de cinturones de alta presión, los cuales contienen aires secos que limitan la cantidad de precipitaciones. 2) Ausencia de fenómenos meteorológicos constantes al menos durante una época del año y que se asocie a precipitaciones periódicas. 3) El aislamiento de la humedad debido a una barrera orográfica, comúnmente conocida como sombra de lluvia, este aislamiento funciona como barrera para las nubes por lo que no existen lluvias periódicas a la región. 4) Estar asociada a una corriente marina fría. Las corrientes marinas frías no permiten la evaporación por lo que la producción de nubes es mínima y como consecuencia no hay precipitaciones. Algunos de estos factores, también son los que ocasionaron que las especies se quedaran aisladas en este tipo de ambientes, de modo que tuvieron que adaptarse a las condiciones del lugar para no perecer.
Los mamíferos han adaptado diferentes estructuras físicas para afrontar las diversas condiciones extremas de los desiertos. Lo primero es soportar esas altas temperaturas que ofrecen, por ejemplo, el Valle de la Muerte en el desierto de Mojave, en los Estados Unidos de América es uno de los más calurosos y se han registrado temperaturas de hasta 56° C. Una de las adaptaciones para poder sobrevivir en estas altas temperaturas es la presencia de grandes orejas o pinas que funcionan como radiadores, y les ayudan a disipar el calor de sus cuerpos como es el caso de los elefantes (Loxodonta africana). Otra modificación es su tamaño, en los desiertos viven más comúnmente mamíferos de talla pequeña, con algunas excepciones. El tamaño reducido les permite poder excavar túneles para guarecerse de las temperaturas extremas del día y también disminuyen su metabolismo para generar menos calor.
La vegetación en este tipo de ecosistemas es escasa, por lo que tener un color acorde al sustrato resulta benéfico en muchos sentidos. Si se trata de un cazador, tener un pelaje café claro del color de la arena, le ayudará a camuflarse, y de esta manera poder sorprender a sus presas. Por el contrario, si es una presa, la coloración acorde al ambiente le ayuda a ser menos visible para sus depredadores. El ser mimético con el ambiente disminuye las posibilidades de ser detectado mientras descansa, se alimenta o cuidar a sus crías. En los denominados desiertos fríos existe un gran intervalo de temperatura, en el día es extremadamente cálido y en la noche la temperatura desciende drásticamente. Es por lo que los mamíferos al ser de actividad nocturna, deben de tener un pelo denso para no pasar frío. Otra modificación se encuentra en las pestañas y cejas de algunos de ellos, son muy largas y densas, como las de los dromedarios (Camelus dromedarius). Estas dos estructuras pilosas los de la arena o polvo para que no entre en los ojos y pueden seguir caminando aún bajo las frecuentes ventiscas de estos ambientes.
Los camellos y dromedarios además de sus largas pestañas tienen una particular adaptación, su joroba. La joroba de los dromedarios está constituida por grasa (hasta 36 kg) y a través de diversos procesos metabólicos pueden extraer agua para sus necesidades fisiológicas y adicionalmente, pueden producir energía. Esta es una de las razones por la que los dromedarios pueden recorrer largas distancias sin parar, hasta de 160 km, debido a que tienen incluido un “tanque de gasolina” que les da energía e hidratación. Esto no significa que no necesiten alimento o agua, su joroba es un almacén de emergencia, cuando beben agua pueden consumir hasta 135 litros en menos de 20 minutos.
La piel es un órgano que se ha modificado en los mamíferos de ambientes xéricos, ésta se ha engrosado, como en el caso del rinoceronte (Rhinoceros unicornis) que posee varias capas de colágeno para poder soportar la radicación solar, debido a que pasan mucho tiempo expuestos bajo ésta. Otra modificación en la piel se observa en los labios de los herbívoros, muestran un engrosamiento para poder alimentarse de la vegetación espinosa presente el desierto. Los borregos cimarrones (Ovis canadensis) golpean las choyas esféricas (Cylindropuntia fulgida) o diferentes cactáceas, con la punta de sus cuernos para que éstas se rompan, es por ello que se desgastan los cuernos de la punta, y de este modo puedan alimentarse retirando las espinas.
La alimentación, en especial para los mamíferos herbívoros, es complicada porque la vegetación además de ser espinosa, posee una alta salinidad, debido a las continuas sequías que atraviesan. Las sales y los minerales que contiene el agua se concentran en las plantas y en los suelos. De manera que los herbívoros que consumen este tipo de plantas también deben adaptarse fisiológicamente para poder digerir y aprovechar los nutrientes presentes en ellas. El sistema digestivo no es el único sistema que debe acoplarse a la alta salinidad, también el sistema circulatorio y urinario.
La adaptación principal presente en los mamíferos de los desiertos se observa en el sistema excretor, en el que los riñones tienen una gran capacidad de concentración de la urea, reduciendo al mínimo la cantidad de agua que excretan a la orina. En algunas de las ratas canguro del género Dipodomys se pudiera decir que prácticamente excretan cristales de urea en lugar de orina como la conocemos. Un caso curioso es el de las ratas nopaleras (Neotoma) que combinan tres cualidades: una es la de crear nidos que se heredan de la madre a las hijas y que son habitados por cientos o miles de años. El segundo es que son muy curiosas y recolectan en su nido los objetos de alrededor y el tercero es que su orina es muy concentrada y la depositan dentro de su nido. Esto hace que muestras del ambiente como polen, semillas y objetos sean llevados al nido y queden embebidos en los orines, por lo que se pueden preservar por miles de años. El análisis de los sedimentos de estos nidos ha ayudado a entender los paleoambientes de varios de los desiertos de Norte América.
La restricción de recursos y sobre todo de agua, ha modificado los periodos de reproducción de las especies desérticas, es por ello que engendran una menor cantidad de crías y tienen menos camadas por año. Este cambio de estrategia tiene como consecuencia que cuando las crías nazcan haya alimento disponible para su supervivencia.
Así es como los mamíferos de los desiertos han podido adaptarse a las condiciones extremas que este ambiente les brinda.
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Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, S. C. Instituto Politécnico Nacional 195, CP. 23205, La Paz, Baja California Sur, México. Email beu_ribetzin@hotmail.com (AGM-G), sticul@cibnor.mx (STA-C). |