Medio Ambiente México , México, Viernes, 27 de febrero de 2009 a las 16:59

El cambio climático afecta de manera 'profunda' a las aves migratorias

La UNAM participa en un programa trinacional de monitoreo de sobrevivencia invernal de géneros migratorios y residentes

UNAM/DICYT En la temporada invernal no sólo las ballenas y las mariposas monarca visitan México, sino también llegan alrededor de 300 especies de aves, algunas espectaculares como gavilanes, grullas, cisnes, flamencos y cigüeñas. Aunque también, algunas visibles incluso en la Ciudad de México, como patos, gallaretes, pelícanos blancos, garzas y gaviotas. Todas ellas hacen del país uno de los centros de distribución más importantes de América en este género. No obstante, los efectos del cambio climático también se han dejado sentir en la llegada de esos grupos, y apenas se comienza a analizar en qué grado ocurre y cómo responderán las aves, señalaron investigadores de la UNAM.

 

A este fenómeno se suman otras complicaciones como la pérdida de hábitats, la disminución de bosques y selvas, el aumento de campos para cultivo y ganadería y, sobre todo, el incremento de las zonas urbanas, aseguró el académico del Instituto de Biología (IB), Marco Antonio Gurrola Hidalgo. A su vez, Adolfo Navarro Sigüenza, de la Facultad de Ciencias (FC), afirmó que el calentamiento global modifica la distribución de los ambientes y ante ello las especies, incluidas las aves, responden de varias formas: mueren porque desaparece su entorno, se adaptan a las nuevas condiciones o buscan sitios alternativos. Para conocer mejor esta situación, el IB participa en un programa trinacional de monitoreo de sobrevivencia invernal de especies migratorias y residentes, para obtener datos fidedignos, explicó Noemí Chávez Castañeda, secretaria Técnica de la entidad.

 

Cifras sorprendentes

 

Aunque no se sabe cuándo comenzaron las migraciones de aves, se sabe que muchas de ellas lo han hecho a lo largo de la evolución. Se estima que, como las conocemos ahora, se generaron en la época geológica del Pleistoceno, de las glaciaciones. En general, las condiciones extremas en el invierno son la base del movimiento de grandes poblaciones animales. En el planeta existen alrededor de 10 mil especies de pájaros y de ese total, aproximadamente 30 por ciento son migratorias en menor o mayor grado, en menor medida en los trópicos, donde el grueso de los grupos no se desplaza grandes distancias, pues las condiciones son más estables, indicó Adolfo Navarro. De hecho, existen varios tipos de migración; el más conocido es el latitudinal, de norte a sur y la más llamativa, la de grandes distancias. Pero dentro de los continentes también se dan las que van del centro a las costas, o la altitudinal, donde las aves suben o bajan de las montañas. En todos los casos, en un fenómeno cíclico, en periodos de un año y siempre en la misma época, aclaró el coordinador del Atlas de las Aves de México y ganador de la Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos.

 

Dos terceras partes se desplazan en la noche y vuelan tan alto que es difícil percibirlas; son cautelosas y de variados tamaños (avetoros, cuclillos, gorriones o vireos). De día surcan los cielos las especies fuertes, como garzas, patos, gansos, halcones, palomas, golondrinas o gorriones; otras más lo hacen sin importar el horario. Algunas, explicó Marco Antonio Gurrola –taxónomo y técnico de la Colección Nacional de Aves–, no hacen pausa en su éxodo, como la golondrina ártica de mar. Otras paran para descansar y alimentarse. La altura a la que se mueven es variable y por lo general es de entre 100 y mil 500 metros; unas lo hacen a nivel del mar o al extremo de los 10 kilómetros, como los gansos y patos, que dominan no sólo las bajas temperaturas, sino la falta de oxígeno. Los recorridos y las velocidades también varían por especie: el playero chichicuilote (de 26 centímetros), del norte de Canadá, se mueve 16 mil kilómetros hasta Argentina; los vuelvepiedras (17 centímetros), pueden avanzar cerca de mil kilómetros en un día; el pato cercera, de alas azules (28 centímetros), tarda 35 días para ir desde Québec al centro de México; el pato de collar y el colibrí pueden volar a 100 kilómetros por hora, y los chorlitos alcanzan los 177 kilómetros.

 

Dentro de las poblaciones, añadió, no siempre viajan todas las aves: una parte de ellas puede quedarse; en otros casos, las hembras y jóvenes viajan primero y posteriormente los machos. De regreso al norte, los primeros en salir son ellos, pues se adelantan para buscar y apartar sus áreas de reproducción. Cuando llegan sus parejas se registra una anidación exitosa.