Ciencias Sociales España , Salamanca, Viernes, 17 de noviembre de 2006 a las 17:50
IV SEMANA DE LA CIENCIA DE CASTILLA Y LEÓN

Cien años de neuronismo

Más de 200 visitantes han recorrido la exposición que la Universidad de Salamanca ha dedicado a Ramón y Cajal

AVPR/DICYT El antiguo Edificio de las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca cede durante estos días una de sus prestigiosas aulas a un huésped distinguido cuyo legado está más presente que nunca este 2006. 100 años después de que recibiese el premio Nobel por su contribución al desarrollo de la neurología moderna y su aportación a las técnicas de investigación, Santiago Ramón y Cajal se ha convertido en el protagonista único de buena parte de las actividades que, con motivo de la Semana de la Ciencia se han organizado en institutos científicos, museos de ciencia y universidades de toda España.

Una serie de actos a los que se ha sumado el Departamento de Anatomía e Histología Humanas de la Universidad de Salamanca, que gracias al trabajo del profesor Francisco Collía ha permitido redescubrir a los salmantinos parte de la historia científica española más reciente. "A través de paneles divulgativos, material de laboratorio de la época y parte de la obra científica y literaria de Cajal, el visitante se acercará no sólo a la figura del neurólogo, sino también a la de un hombre de su época".

Entre rayadas lentes de microscopio, tintes y manuales de histología, los cerca de 200 visitantes que ya han pasado por las sala Alfonso X el Sabio del Edificio de las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca han descubierto un joven Cajal, de apenas 18 años, obsesionado por la gimnástica, un pionero de la fotografía, un militar en la Guerra de Cuba y un más que hábil ajedrecista asombrado por la formación y las capacidades que mostraban algunas mujeres europeas en el campo de la Ciencia.

 

Científico y humanista

"Don Santiago parecía tener tiempo para casi todo, aunque su gran pasión fue sin duda el trabajo en el laboratorio", comenta el doctor Collía, quien añade, "muchos están descubriendo en esta sala que Cajal ya era un gran científico antes de recibir el Nobel, al que en 1906 ya habían distinguido con reconocimientos tan importantes en la época como el premio de la Ciudad de Moscú o la medalla Helmholtz".

Catedrático en Valencia, Barcelona y Madrid, parece ser que el Nobel no fue el reconocimiento más apreciado por Don Santiago, ya que, paradógicamente, tuvo que compartirlo con el italiano Camilo Golgi, cuya tesis sobre el funcionamiento y estructura de las células nerviosas fueron contrarias a las del español. "Don Santiago dedicó toda su obra a defender la individualidad de las células nerviosas, siguiendo las tesis de Rudolf Virchow, quien en 1858 había sentado las bases de la teoría celular en la que se defendía la entidad independiente de las células en cada uno de los tejidos del cuerpo humano. Una teoría que sin embargo no había podido demostrarse en los tejidos cerebrales debido a la cantidad de extensiones y ramificaciones que presentan las neuronas. La presencia de dendritas y axones motivó que Golgi y otros muchos defendiesen teorías reticularistas. Era obvio para estos eminentes histólogos que las neuronas estaban interconectadas y funcionaban como un sistema indivisible", advierte Collía.

Desmontar las teoría reticularistas requirió que Cajal dedicase buena parte de sus esfuerzos a identificar los diferentes tipos de neuronas ubicados en cada una de las regiones cerebrales, dejando tras de sí un cuarto de millar de publicaciones científicas en las que describía la arquitectura, las conexiones y sinapsis que se establecían entre éstas, y que a día de hoy le han convertido en el neurocientífico más citado del mundo.