Cambio climático y lagunas puneñas: científicos advierten sobre una grave sequía
CONICET/DICYT Un grupo de investigadores del CONICET trabajando en el Instituto de Ecología Regional (IER) y en el Instituto de Nivología, Glaciología y Cs. Ambientales de CONICET Mendoza (IANIGLA, UNCu-Mendoza-CONICET), combinaron análisis de imágenes satelitales con técnicas dendrocronológicas, es decir el estudio de los anillos de crecimiento de los árboles, para reconstruir la historia de los cambios anuales en el tamaño de las lagunas de la región de Vilama – Coruto durante los últimos 600 años.
A partir de mediados de la década del ‘70 hasta el presente las lagunas de la región Vilama- Coruto en el noroeste argentino y sudoeste boliviano mostraron una fuerte disminución en sus tamaños. Estos han sido los menores valores registrados al menos durante los últimos 600 años, motivo que lleva a los investigadores a alertar sobre una grave sequía en la Puna.
Las lagunas de la Puna son centrales para la biodiversidad, además de contar con un valor paisajístico importante. “Una gran diversidad de aves acuáticas, mamíferos, reptiles y algunas especies de anfibios dependen de los recursos ofrecidos por estos ambientes”, afirma Julieta Carilla, investigadora asistente del CONICET en el IER y explica que el motivo es que en esas lagunas y humedales puneños se concentran recursos vitales como alimento, agua y refugio para la nidificación. Además, durante el verano esta región es utilizada por las poblaciones locales como área de pastoreo, y la ganadería es la principal actividad económica de la región.
Al encontrarse estas lagunas en un ambiente extremo, caracterizado por bajas temperaturas, escasas precipitaciones, vientos fuertes, gran amplitud térmica diaria y amplio déficit hídrico, son potencialmente muy sensibles al cambio climático. Debido a la escasez de datos instrumentales en las zonas montañosas en general, para entender esta variabilidad climática y su relación con la disminución del agua disponible es necesario recurrir a ‘proxis’ ambientales (registros naturales). En esta región la queñoa, el árbol que crece a mayor altura en el mundo, funciona como un verdadero pluviómetro-termómetro biológico.
Los investigadores observaron una fuerte relación positiva entre el tamaño de las lagunas y el crecimiento de la queñoa, y en base a esto desarrollaron una reconstrucción de 600 años de los cambios en el balance hídrico de estas cuencas. De esta reconstrucción cabe destacar que el siglo XX fue inusual en el contexto de largo plazo, mostrando una persistente reducción de las lagunas, consistente con el retroceso de glaciares y otros indicadores climáticos observados en sectores de los Andes tropicales.
Este estudio provee la línea base para entender el rango histórico de la variabilidad temporal de la disponibilidad hídrica en esta región altoandina donde las fuentes de agua son esenciales, tanto para el consumo humano como para la conservación de la biodiversidad y las actividades socioeconómicas: pastoreo, minería y turismo. Los modelos climáticos para los Andes centrales pronostican disminución de lluvias y aumento de temperatura, que agravarían las condiciones áridas que se vienen registrando.
“Si las tendencias negativas en la precipitación documentadas en las últimas décadas continúan, como lo indican las proyecciones climáticas hasta finales del siglo XXI, es altamente posible que se excedan los rangos de variabilidad natural de estos ecosistemas de altura”, explica Mariano Morales, investigador adjunto del CONICET en el IANIGLA y agrega que es una situación alarmante que necesita de estrategias adaptativas frente a los futuros cambios. Por esta razón, se requiere cuantificar los cambios hidrológicos que provean información confiable para el manejo de la biodiversidad y fuentes de agua regionales, y una mejor adaptación a las futuras condiciones áridas del altiplano.