Salud España , Burgos, Miércoles, 26 de junio de 2019 a las 12:41

Biodigestores domésticos para reducir virus y bacterias en áreas empobrecidas

Un estudio llevado a cabo en Minas Gerais (Brasil) apunta que esta solución permitiría reducir en más de un 90% la presencia de patógenos en áreas donde no existe un sistema general de depuración de las aguas

UBU/DICYT Los biodigestores domésticos, un tipo de contenedores para tratar los residuos del hogar, mejoran la calidad del agua en áreas rurales vulnerables y empobrecidas, donde no existe un sistema general de depuración de las aguas residuales. Es la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores brasileños junto con el grupo de Microbiología “Una Salud” de la Universidad de Burgos (UBU), estudiando el impacto de la instalación de 78 biodigestores domésticos en las aguas vertidas del distrito Miguel Burnier, Brasil.

 

“Se observó en el agua una reducción muy significativa de los patógenos analizados”, explica el investigador David Rodríguez Lázaro. “Se redujo en un 90 por ciento la presencia del virus de la hepatitis A, y en más de un 99 por ciento el adenovirus humano y las bacterias Salmonella y E. coli”.

 

El experimento fue llevado a cabo en Miguel Burnier, en Minas Gerais (Brasil), una localidad minera de 900 habitantes, con un sistema sanitario y de depuración de aguas residuales insuficiente. Antes de la instalación de los biodigestores, primer sistema de tratamiento de aguas residuales de la localidad, los lugareños vertían sus residuos sin tratar al río Miguel Burnier, un río empleado para la pesca, el riego de cultivos y el consumo animal y humano, con el riesgo que ello implica.

 

Los biodigestores domésticos son contenedores cerrados donde los residuos del hogar, en forma líquida, son tratados, digeridos y fermentados, produciendo biogás -reutilizable como combustible- y abono fertilizante. Los biodigestores tienen un bajo coste de instalación, ocupan poco espacio y, además, posibilitan la descentralización de las demandas sanitarias en zonas rurales de países en vías de desarrollo. Suponen, por tanto, una buena medida para garantizar estándares aceptables de seguridad pública.

 

El agua del río, antes del tratamiento de aguas residuales, mostraba una alta concentración de patógenos entéricos. Un año después tras la instalación de biodigestores, se observó una reducción considerable, de un 90 por ciento o superior. Esto refleja la importancia de esta tecnología para prevenir posibles riesgos para la salud y garantizar la calidad del agua y la salud pública, dado que los virus están considerados la principal causa de mortalidad en niños en países en vías de desarrollo como Brasil, donde no tienen establecidos sistemas centralizados de monitoreo de virus y depuración de aguas destinadas a consumo humano.

 

Los patógenos estudiados han sido virus entéricos (Hepatitis A y adenovirus), y bacterias (Salmonella y E. coli), causantes de enfermedades hepáticas, respiratorias y gastrointestinales asociadas al consumo de agua contaminada. Dichos patógenos se encuentran en altas concentraciones en las heces de animales y personas contagiadas por estos virus y bacterias, y son capaces de sobrevivir durante largo tiempo en los residuos. Su liberación sin tratar en los muelles supone un gran riesgo para la salud humana, animal y medioambiental.

 

Actualmente, desde el grupo “Una Salud” se está intentando una negociación con Médicos Sin Fronteras para la evaluación de este tipo de medidas en campos de refugiados, con la intención de reducir el impacto de la falta de higienización del agua.

 

En este artículo, publicado en la revista 'Environmental Pollution', han colaborado David Rodríguez-Lázaro de la Universidad de Burgos, Maria Célia da Silva Lanna, Sergio Vinícius Castro Carvalho, Deysede Almeida dos Reis, Luiz Antônio Fernandez de Salles, Iago Hashimoto Sant’Anna, Letícia Teresinha Resende, Clovisde Souza Ferreira, Igor Aparecido das Chagas de la Universidad Federal de Ouro Preto (Brasil), Aline Viancelli y Wiliam Michelon de la Universidade do Contestado (Brasil), Marta Hernández de la Universidad de Burgos y de la Universidad de Valladolid, Helen Treichel de la Universidade Federal da Fronteira Sul (Brasil), Gislaine Fongaro de la Universidade Federal de Santa Catarina (Brasil).