"Un paciente informado es mucho mejor paciente"
JPA/DICYT El periodista asturiano Ramón Sánchez Ocaña (Oviedo, 1942) ha visitado Salamanca para inaugurar esta tarde la segunda edición del seminario ¡Comunica Salud! Es sano, en la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca. Tras darse a conocer como presentador del Telediario en Televisión Española, su carrera profesional giró hacia la divulgación científica y médica, logrando una gran popularidad con el programa Más vale prevenir y otros posteriores. Además de la televisión, ha colaborado en prensa escrita y es autor de varios libros de divulgación científica.
-Usted, que ha sido pionero en la divulgación, ¿cómo ve las labores de educación para la salud que realizan en la actualidad los propios médicos?
-En las últimas décadas, hemos pasado por diferentes etapas, hace años sólo había dos temas de divulgación científica, que eran el cáncer y el espacio. Poco a poco, la televisión puso de moda la divulgación sanitaria, a la que los profesionales médicos se fueron apuntando, porque vieron que eran una de las grandes acciones que podían llevar a cabo, conscientes de que un paciente informado es mucho mejor paciente. La persona que llega a tener una información correcta es la que más se cuida. El gran objetivo de la divulgación médica sería que sólo tuvieran que ir a urgencias los médicos, es decir, que sólo acudiese quien de verdad lo necesite, porque un gran porcentaje de los casos atendidos en urgencias no son urgentes.
-¿Qué carencias observa en la información sanitaria?
-Los periodistas nos centramos en trasladar al gran público los grandes hallazgos, pero cometemos el pecado de anunciarlos como hechos reales cuando sólo se trata de investigaciones iniciales. Un ensayo en ratas no se puede anunciar como la solución para los tetrapléjicos, tenemos demasiadas ganas de trasladar a la clínica lo que todavía es un experimento. Hay que convencerse de que una célula no es un tejido, de que un tubo de ensayo no es órgano y de que un ratón no es un ser humano. Uno de los casos más llamativos es lo que ha pasado con las células madre, hace pocos años pensamos que iban a curar el cáncer, el infarto y el Parkinson en tres días, pero en realidad aún queda mucho tiempo para que sean una realidad clínica.
-Entonces, ¿los ciudadanos reciben un exceso de información?
-No, lo malo es que la reciban a medias, porque entonces acuden a internet, que es un instrumento magnífico, pero sin filtro, de manera que pueden encontrar lo que quieran. Sin embargo, el mal paciente lo era antes y lo es después de internet. Un paciente bien informado es el que va al médico sabiendo lo que tiene que decirle, y ésa es la gran ventaja que puede aportar la información sanitaria al sistema.
-Las encuestas dicen que las noticias sobre salud son las que más interesan, pero eso no se refleja en el tiempo y el espacio que les dedican los medios...
-Sí, la salud es prioritaria en cuanto a interés público y está entre los temas con menos espacio, mientras que la política es el primero a pesar de que el público afirma que la desprecia. Los profesionales deberíamos preguntarnos si publicamos lo que el público quiere o si el público acaba queriendo lo que publicamos. Los problemas reales no aparecen reflejados, pero últimamente hay una mayor tendencia de los grandes medios de ocuparse de estos asuntos.
-Dentro de la información de salud que sí sale a luz, ¿qué defectos y virtudes observa?
-Es difícil decirlo. En primer lugar, me parece positivo en sí mismo que los periodistas nos ocupemos de estos temas, porque el público no sabe que tenemos que pelear por un sitio ante el jefe de sección. Por citar algo negativo relacionado con esto, tendemos a la espectacularidad, posiblemente para intentar vender bien esa información, de manera que los titulares a veces no se corresponden con el contenido real de la noticia. Además, estamos demasiado supeditados a los comunicados de hospitales y laboratorios. Muchas veces sólo hay novedades parciales que interesan a un grupo determinado que depende de una subvención. Nuestros lectores son un público excesivamente sensible cuando se habla de avances para una patología y en ocasiones se ofrecen dar falsas esperanzas.
-Hoy visita usted la Universidad Pontificia de Salamanca. ¿Qué le diría a los futuros profesionales de la comunicación que pueden optar por la información sanitaria?
-Primero, que hay que ser muy serios. Segundo, que esta información no tiene prisa, no son noticias espectaculares como para no tener tiempo de contrastarlas. Y, finalmente, que en este caso vale más pecar por defecto que por exceso, porque esta información está dirigida a un público muy sensible.