Alimentación España , España, Jueves, 17 de septiembre de 2020 a las 09:06

La turbidez del Guadalquivir potencia la producci贸n de boquerones en el estuario

La poca claridad del r铆o favorece el car谩cter de criadero de una especie de alto inter茅s comercial

F. Descubre/DICYT Un equipo de investigadores de la Universidad de Sevilla, en colaboración con la Universidad de Cádiz, ha detectado que la turbidez de agua, la cantidad de materia orgánica en suspensión y el gradiente de salinidad favorece la cría de boquerón en el estuario del Guadalquivir. Estas conclusiones se desprenden de un estudio que ha comparado las condiciones ambientales y las primeras etapas de la vida de los peces en los cuatro principales estuarios del Golfo de Cádiz (Bahía de Cádiz, Guadalquivir, Odiel-Tinto y Guadiana.

 

La singularidad del Guadalquivir es tal que su productividad de boquerones resulta cuatro veces superior a la del Guadiana. “La alta turbidez provoca una mayor disponibilidad de alimento en la cadena trófica, incrementando su alta productividad y, por tanto, su capacidad como área de cría para muchas especies”, señala a la Fundación Descubre el investigador del Laboratorio de Biología Marina de la Universidad de Sevilla Juan Miguel Miró, autor del estudio ‘Environmental factors affecting the nursery function for fish in the main estuaries of the Gulf of Cadiz’, publicado en la revista Science of the total Environment.

 

El estudio halló una densidad promedio en el interior de cada estuario de 761 larvas y juveniles de boquerón por cada 1.000 m3 en el Guadalquivir; 162 en el Guadiana; 25 en bahía de Cádiz; y 10 en Tinto-Odiel.

 

El Guadalquivir, según estudios previos del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA), soporta una turbidez inhabitual y entre las más elevadas de los ríos europeos. El origen, según ese trabajo, se debe a prácticas agrícolas intensivas en zonas sin cobertura vegetal, a la propia composición de los suelos de la cuenca y a la canalización del río para anular los meandros. Sin embargo, los expertos del Laboratorio de Biología Marina detectaron un nivel de clorofila –variable que mide la cantidad de plancton vegetal, es decir, microorganismos que viven en el agua- incluso superior al de otros estuarios más claros. El hecho lo explican por la presencia de estos seres en las orillas durante la bajamar, pues en la pleamar, cuando quedan suspendidos en la columna de agua, ya a poca profundidad la oscuridad por la turbidez bloquea la fotosíntesis.

 

De esta forma, el boquerón (Engraulis encrasicolus), una de las especies pesqueras de mayor relevancia económica, alcanza productividades en el estuario del Guadalquivir que cuadruplican a la del Guadiana. Esta desembocadura es la única comparable, dado el aporte de agua dulce. En los casos de Tinto-Odiel y bahía de Cádiz ese factor resulta escasamente relevante, de manera que no presentan funciones de cría importantes, informa Juan Miguel Miró.

 

El trabajo se realizó con ayuda de la embarcación del Laboratorio. Los científicos tomaron muestras de plancton en los 4 estuarios principales del Golfo de Cádiz durante los veranos de 2016, 2017 y 2018. Tanto aguas arriba como ya en el mar para comparar las densidades de peces y su función de cría. También se midieron variables ambientales del agua, como la salinidad, temperatura, pH, sólidos en suspensión, materia orgánica, inorgánica, y oxígeno disuelto. La morfología de los estuarios fue analizada en cuanto a profundidad o agua dulce descargada. Entre los factores biológicos testados se hallan la clorofila, zooplancton – microorganismos animales que viven en el agua- y medusas. Todas estas variables se relacionaron con las abundancias de larvas y juveniles de peces para determinar qué papel desempeña cada una.

 

Se trata de la primera vez que se muestrean estos estuarios con la misma metodología, idéntico periodo de tiempo y condiciones de marea similares para aportar información a la gestión de las pesquerías. “Esto cuantifica de una forma exhaustiva las variables ambientales que afectan al reclutamiento de diversas especies de larvas y juveniles de peces en los distintos estuarios del Golfo, las cuales muchas de ellas son además de interés comercial en el sector pesquero, aportando conocimientos que ayuden a la gestión”, añade Juan Miguel Miró.

 

El científico indica que la alta turbidez del Guadalquivir, señalada como problema en otros estudios al limitar la fotosíntesis y la base de la cadena trófica, aporta a la vez una solución. En esos compuestos en suspensión existe materia orgánica que mantiene la alta productividad pesquera del río.

 

Medusas

 

El otro gran río, el Guadiana, discurre incluso por una cuenca hidrográfica de mayor superficie que la del Guadalquivir, pero con peores resultados de cría de peces. Se debe a que el manejo de su agua, sobre todo en cuanto a embalses, impide que vierta al mar igual agua dulce. También existen en este cauce fenómenos explosivos de presencia de medusas muy superiores. Esta especie puede depredar larvas de peces y competir por el alimento con ellos, reduciendo por tanto su cantidad.

 

La investigación se prolongó durante cinco años y sirve como referencia para la futura evolución de los estuarios bajo un escenario de Cambio Climático Global. Se tratará de predecir los efectos, tanto de una reducción del flujo de agua dulce que les llega como de sus alteraciones físico-químicas, los cuales pueden afectar al sector pesquero.

 

Un reto futuro de los investigadores es cuantificar qué cantidad de boquerones aporta cada estuario al volumen total de pescado adulto del golfo de Cádiz. Se desconoce cuántos juveniles de cada enclave alcanzan la madurez y actualmente estudian el método que permita obtener esa información.